El 5 de enero de 2006, el presidente George W. Bush recibió en la Casa Blanca a todos los ex secretarios de Estado y ex secretarios de Defensa. El acontecimiento dio lugar a programas de televisión y a una fotografía de recuerdo. Durante la conferencia de prensa que siguió, Bush destacó que no todos sus invitados habían apoyado la intervención militar de Irak, pero que todos aprobaban que se mantuvieran las tropas. El presidente también pudo jactarse del amplio respaldo del que goza entre la clase dirigente para rechazar los llamados de algunos parlamentarios a que se retire de Irak.

Sin embargo, la opción de Bush, de recurrir a los ex secretarios de Estado y de Defensa, muestra en cambio que no pudo apelar a los ex presidentes y, por ende, que no cuenta con el respaldo unánime dentro de la clase dirigente.