El primer ministro en ejercicio y heredero político de Ariel Sharon, Ehud Olmert, obtuvo un mandato fuerte. El Partido Laborista del populista Amir Peretz obtuvo el segundo lugar y lo acompañará en la coalición. Ahora bien, estas elecciones son ante todo una revolución.
Tengo amigos muy diferentes, como Gilad y Asher, que votaron por Kadima. Gilad es ashkenazi, proveniente de una familia de izquierda, educado en un kibutz y elector tradicional del Meretz, pero apoyaba con entusiasmo la política de Ariel Sharon y vota hoy por Kadima. Asher es sefardí, proviene de una familia de derecha y toda su familia vota por partidos religiosos, él vota por los laboristas, pero al comprobar el fracaso del proceso de paz, apoya ahora a Kadima. Otro de mis conocidos, Yonathan, es un militante del Likud, pero dejó de creer en el sueño del Gran Israel. A pesar de las trayectorias diferentes, todos han llegado a la misma conclusión.
Kadima no es un partido que reúne a indecisos o a decepcionados de otros partidos. Es un partido que encarna una alternativa. Incluso entre los que votaron por los laboristas, muchos han declarado apoyar a Kadima, pero que estaban convencidos de que este partido ganaría las elecciones y que por ello decidieron votar por lo laboristas, para dar una orientación más social a la coalición.
Desde que los palestinos y Siria rechazaron la paz propuesta por Israel en el año 2000 y tras cinco años de terrorismo, los israelíes han llegado a la conclusión de que el enfoque de las palomas no era el correcto. Sharon desarrolló una política de retirada unilateral que hoy continúa Olmert y que ha sido fortalecida por la llegada de Hamas al poder.

Fuente
The Australian (Australia)

«Election seals triumph of Sharon’s strategy», por Barry Rubin, The Australian, 30 de marzo de 2006.