Uno que cantó (que canta en la memoria de sus orgullosos compatriotas) la recién desaparecida Soraya. De repente, es el título de la canción que nos describe de pies a cabeza (en ese orden de acuerdo al uso).

Repentistas somos en la memoria colectiva que desencadena el ADN y que surca todo el espectro de posibilidades. Desde la vena que surca por las habilidades de exponentes de la piquería y la trova en los aires musicales, o el mamagallismo, el humor negro y el sarcasmo en los momentos más difíciles, hasta los impromptus rayanos en la improvisación o en los lugares comunes y que nos clasifican en esa especie humana que se caracteriza por hablar para pensar.

Por eso hoy el repentismo define campañas electorales, reinados de belleza, programas de concurso, salarios de presentadores de televisión, concursos de falsos talentos, discursos guerreros y hasta juicios sumarios como acaba de suceder con Santofimio Botero.

Gracias al repentismo hoy estamos hablando de una reforma tributaria que ni el presidente entiende como lo reconoció ante la Babel de sus ministros de Vivienda y Hacienda, en medio del mal ambiente.

Merced al repentismo hoy hablamos de organizar una utopía con textura de cortina de humo, llamada Mundial de fútbol cuando no somos capaces de acomodarnos para una foto. (Que alguien le avise al vice, que el anuncio fue efecto del calor de Cartagena y de la indigestión por los yerros en los nombramientos diplomáticos; a menos que esta sea la versión de acuerdo humanitario para el segundo período. Ah, y que nadie invite a Uribe a Miss Universo, ni a la reunión de La Otán, ni al seno de la Onu, ni al Carnaval de Río, ni a Cabo Cañaveral, porque nos la vamos a pasar discutiendo que si el Reinado orbital en Montería, que si Medellín mejor que Ginebra, Que si Popayán mejor que Nueva York, que si Tunja es la capital de la samba, que si el Palacio de Nariño no debería estar en Houston para seguir lanzado especies al aire, en fin.)

Por obra del repentismo La Conchi llegó a Canciller, Carolina a embajadora y pronto Elsa Arango, la bioenergética, será premio Nobel de Medicina o de paz, o de las dos: (Una sonrisa vale más que mil posgrados)

Por culpa del repentismo el juicio del siglo contra Santofimio que por fin prometía esclarecer (por primera vez en la vida) un magnicidio, pasará a ser un caso indebido, una acusación inapropiada, que qué pena doctor Alberto, como ya lo fue el miti-mit contra esos prohombres con nombres tan bíblicos y apellidos tan ambientales, ahora que seremos al relleno tóxico del planeta.

A causa del repentismo el Pasto fue campeón, Montoya se fue a la Nascar, Santafé sigue en la A, se colaron 42 mil desalmados, los ciclistas se dopan, los árbitros se venden, los banqueros se enriquecen, las encuestas mandan.

¿Lo ven? Al cuerno con la abundancia y con la gloria mancillada, es hora de enderezar el sombrero y negar el futuro. Es hora de improvisar. De repente encontramos el camino…