Luís Alva Castro, Ministro del Interior, ha dado una gran lección de cómo los problemas sociales y políticos pueden resolverse dentro de la democracia con un claro respeto por los derechos humanos utilizándose para ello la inteligencia y la decisión. El tema no era nada fácil, en primer lugar por el número de personas (familias) involucradas, en segundo por los elementos de extremismo al que se había llegado, como es el caso de la utilización de niños como escudos humanos y en tercero, por el sentir de las personas que habían pagado por tener un espacio (sabiendo en la mayoría de los casos que eran terrenos invadidos ilegalmente). Aparte de ello se encontraban en “tribuna” los elementos de oposición política y los “veedores” de derechos humanos que se mantenían a la espera, no proporcionando ideas para la solución del conflicto, sino más bien para ver que es lo que salía mal para de inmediato entrar en la famosa crítica destructiva. En esta columna recordamos claramente cuando Luís Alva Castro fue designado Ministro como fue objeto de un feroz ataque mediático y político. Qué no se dijo en aquella oportunidad en contra de su designación. Como han quedado hoy en día esos detractores que no dieron ni un minuto de oportunidad al nuevo Ministro. Hoy se le aplaude, por su reconocido mérito. A sus opositores ha demostrado tener el tino necesario para llevar adelante tareas que otros ni siquiera se hubieran atrevido demostrando eficacia, tino y sentido social. Incluso ahora hasta el Presidente de la Región de Ancash le reconoce su habilidad y nivel de compromisos. Ojalá que sirva de ejemplo para la solución de otros conflictos ya manifiestos a nivel nacional, tal y como se viene el del paro de tres días que se ha convocado en Loreto (tema tratado en esta columna la semana pasada) el cual evidentemente tiene otras connotaciones. El ejemplo de haber resuelto un problema mayor en que se involucraba más de cinco mil personas sin que hubiera derramamiento de sangre nos hace pensar que se deben aplicar políticas similares en la solución de los problemas socio políticos que en la actualidad están presentes. Cuando un Estado se enfrenta a condiciones delicadas en el terreno social y político se evidencia que las mejores soluciones siempre se logran cuando la inteligencia abre paso al tino y al sentido social. Con ello se demuestra que la Ley se puede aplicar y hacer respetar con firmeza a la vez que con el respeto al ser humano.