Esto lo traigo a colación por el famoso diagnóstico presentado el domingo 30 de marzo por la secretaria de Energía, Georgina Kessel, y el director de Petróleos Mexicanos (Pemex), Jesús Reyes Heroles (el Pequeño). Una administración que tenía como prioridad la reforma energética –más que otras– no puede tardar 15 meses en hacer un documento de 130 cuartillas sin ninguna propuesta. Menos aún cuando sus dos principales jefes, Felipe Calderón y Juan Camilo Mouriño, fueron secretario y subsecretario de Energía. ¿Qué aprendieron en sus muy bien pagados encargos?
Estamos, al parecer, ante la reedición del síndrome Fox: mucha publicidad, grandilocuencia a borbotones, disparates o manipulación de frases y búsqueda de favores del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Por cierto, Vicente Fox vuelve a atacar y en un párrafo donde ofende a muchos presidentes latinoamericanos, borra de un plumazo los esfuerzos por reencontrase con naciones hermanas.
La estrategia mediática del calderonismo ha sido fatal. Diciendo que sería el gobierno de las “manos limpias” y modernizaría seriamente al país, siguiendo con críticas a quienes plantearon cuestionamientos a la privatización de la paraestatal por medio de sus gacetilleros, donde se indicaba que no había un proyecto y por tanto no se debían hacer señalamientos negativos; continuando con propaganda en You Tube acerca de un “tesoro escondido”, que no aceptó como autoría el felipismo y luego lo presentó en televisión –campaña que sigue y en la que se han erogado más de 230 millones de pesos– y, finalmente, para no hacer más amplia la lista, el famoso análisis del estado crítico de Pemex, donde la conclusión para los despistados es: la reforma que deseamos o la catástrofe.
Pero, como apuntamos, el calderonismo no fue capaz de lanzar ningún proyecto ni siquiera tímido. Ello, seguramente, por miedo a quedar mal, ya que la mayoría de las encuestas –no obstante las diferentes embestidas publicitarias– muestran que nadie se tragó el cuento y la mayoría está contra lo que entiende como una privatización de la paraestatal. Por lo tanto, Felipe echó la bola a los congresistas, especialmente a los coordinadores panistas, Héctor Larios y Santiago Creel, ambos de una mediocridad y falta de tablas sin paralelo.
Ante eso, vino la inconformidad de Manlio Fabio Beltrones, quien dijo que esperaba la decisión de Felipe Calderón y sólo en caso de que no lo hiciera, el PRI mandaría su iniciativa. En ésta, se evitarían contratos de riesgo, asociaciones con otras empresas y modificar la Constitución. Lo cual hace que el “cambio” se transforme en superficial. Por ello, muchos periodistas ligados a sectores empresariales o a grupos como el de Carlos Salinas vieron como algo sin sentido, ya que desean, ardientemente, la entrada de capitales extranjeros y nacionales a los negocios petroleros.
Y es que en el PRI el asunto se ha complicado. Están contra las posiciones de Emilio Gamboa, el dispuesto a todo en un principio y hoy dudoso y hasta ausente. Desde Miguel de la Madrid, su antiguo jefe; Manuel Bartlett; Beatriz Paredes, presidenta del tricolor; el senador cenecista Heladio Ramírez; el ex director de Pemex, Francisco Rojas; el diputado Samuel Palma, y una buena cantidad de viejos y nuevos cuadros no desean hacerle el trabajo sucio a quienes ni siquiera tienen iniciativa de fondo.
En el Partido Acción Nacional (PAN), no obstante la supremacía calderonista, existe molestia por la defensa de Felipe a Juan Camilo Mouriño y los negocios de éste en gasolineras y transportación de crudo. Algunos viejos enemigos del actual inquilino de Los Pinos quieren ajustarle cuentas, como Manuel Espino y otros ligados a Fox, incluyendo personajes como Jorge G. Castañeda.
El proyecto, se dice una vez más, será presentado por el PAN. Lo que de ser así, pondrá a dicha organización más a la baja de lo que ha estado en los comicios pasados. No se descarta que en 2009 llegue a un sitio insospechado. Todo con tal de defender y proteger a su jefe y su círculo íntimo, donde también hay conflictos internos graves.
Si mediática y políticamente las cosas no han marchado, económicamente menos. Lo mismo falló Calderón acerca de que el navío que encabeza es de gran calado, pues la crisis que vivimos –la cual se profundizará en los siguientes meses– ha mostrado que no creceremos más allá del 2 por ciento; en el empleo no hay mayores expectativas a pesar de ferias y cifras optimistas, ya que las del Instituto nacional de Estadística, Geografía e Informática –institución gubernamental– dicen que aumenta la desocupación. Y en Pemex, no obstante que el precio del barril está por las nubes, hay menores ingresos que antaño.
El panorama es serio, preocupante. Más, luego de leer el famoso diagnóstico. Algunos datos: en el gobierno de Vicente Fox, donde participó Felipe, las reservas probadas cayeron, Pemex descendió del sexto al décimo lugar entre las petroleras, aumentamos la importación de gasolinas y recibimos 10 mil millones de dólares menos por exportaciones.
Desde 1979 no se hace una refinería en el país, no obstante que Vicente obtuvo ingresos extras por 100 mil millones de dólares de la exportación del oro negro, y el Instituto Mexicano del Petróleo, creado por Jesús Reyes Heroles (padre) ha visto bajar su presupuesto, significativamente, todos los años. Sin inversión ni apoyo tecnológico, cualquier industria truena.
¡Y ahora la quieren rescatar, pero con capitales extranjeros!
¡Vaya gobierno del cambio!
PD. Dice Felipe Calderón que está dispuesto a pagar los costos políticos de la reforma a Pemex. Aunque no hay iniciativa, sino debate de un análisis, en el cual los expositores, Georgina Kessel y Jesús Reyes Heroles, salen llorando porque los diputados priistas los trataron “de la chingada”. Y tal vez a eso se deba la desesperación del atildado Juan Camilo de querer iniciar juicios de difamación contra periodistas, siguiendo el torpe estilo de Marta Sahagún. Para Ripley’s.

Revista Contralínea / México
Fecha de publicación: 15 de Abril de 2008