Al propio tiempo, ayudaría a calmar las inquietudes del Congreso que, a estas alturas, todavía se pregunta si de verdad esos engendros mediáticos tienen alguna audiencia creíble en Cuba.

La propia prensa local de Miami admitió el jueves último que tras haber desembolsado más de 500 millones de dólares del erario público para financiar la agresión mediática a la Isla, encuestas afirman que sus intenciones diversionistas por esa vía son ineficaces.

Lógicamente, no piensan igual los directivos de las plantas emisoras ni los agraciados con sueldos, quienes graciosamente los reciben por su gestión desinformativa, con la que ni sus propios patrocinadores están de acuerdo.

Se trata de una arista muy visible de la industria de la contrarrevolución, que en el sur de la Florida cuenta con numerosos asalariados, y también dentro de la ínsula tiene su plantilla fija de abonados al billete verde mediante gestión mercenaria de desinformar, mentir y calumniar.

Ahora, un informe de la Oficina de Fiscalización del Gobierno norteamericano (GAO), el brazo investigador del Congreso, dice que el año pasado menos del uno por ciento de mil 200 cubanos encuestados admitió haber escuchado Radio Martí. El sondeo se hizo entre marzo de 2008 y enero de 2009.

También critica la forma pedestre de hacer propaganda contra la Revolución cubana, y literalmente confirma que no se ha mostrado ningún aumento en la audiencia, “pese a dos años de un plan anual de cinco millones extra…”.

Por supuesto, la sintonía de GAO no es en función de suprimir la desinformación, sino “tecnificarla” en busca de la añorada eficacia subversiva.

Al respecto, según fuentes periodísticas de Miami, el representante William Delahunt, demócrata por Massachusetts, solicitó el informe a la GAO, y se preguntó: “¿Cómo sabemos que le sacamos provecho a la inversión?... Lo reto a encontrar alguien que haya visto TV Martí”

Y a seguidas el congresista afirmó: “TV Martí es una estación de televisión sin audiencia". Obviamente, se trata de la frustración de las malas intenciones.

Solo habría que agregar: una TV Martí sin audiencia total pero con beneficiarios que, en buen argot cubano, llamaríamos “botelleros”, quienes viven a costa de los contribuyentes estadounidenses al cobrar por su trabajo ineficaz y moralmente repudiable.

Agencia Cubana de Noticias