En su pertinaz afán por hacer el ridículo ante el mundo, el gobierno de Estados Unidos volvió a “certificar” a Cuba como uno de los países promotores del terrorismo.
Durante sus ocho años en la Casa Blanca, con reiterados dislates léxicos y gestuales, W. Bush alimentó iniciativas hilarantes de expertos en humor negro, y fue tenaz el empeño de inclinar el pulgar desde el trono imperial para incluir a la mayor de las Antillas en esa arbitraria lista que pretende dictar sentencia desde la real inmoralidad.
¿Seguirán transitando los asesores del nuevo mandatario la misma senda de inauditos desatinos?
Contundente fue la respuesta de Cuba al reiterar que no reconoce autoridad política ni moral al gobierno de EE.UU. para hacer lista alguna, sobre ningún tema ni para ‘certificar’ buenas o malas conductas, adelantó Bruno Rodríguez, ministro de Relaciones Exteriores.
Desde 1959 la Isla ha sido víctima del terrorismo exportado por EE.UU. en forma de sabotajes, invasión armada, amenazas de guerra nuclear, atentados a dirigentes, bloqueo económico, comercial y financiero, así como agresiones políticas, mediáticas, químicas y diplomáticas...
Solo entre octubre de 1960 y abril de 1961 la Agencia Central de Inteligencia (CIA) introdujo en la Ínsula 120 toneladas de explosivos y armas durante 30 misiones aéreas clandestinas y 31 infiltraciones marítimas.
También realizó 110 atentados dinamiteros, colocó 200 bombas, descarriló seis trenes, quemó 150 fábricas y ocasionó 800 incendios en plantaciones agrícolas, ilustran cómputos de hechos reportados.
Hasta 1997, las administraciones norteamericanas de alguna forma patrocinaron cinco mil 780 acciones terroristas contra Cuba, 804 de gran envergadura, incluidos 78 bombardeos contra la población, los cuales dejaron miles de víctimas.
Los atentados terroristas han costado la vida a tres mil 478 cubanos y han dejado inválidos para siempre a dos mil 099 personas.
Es historia pródiga en materia de protección la que las autoridades norteamericanas brindan a terroristas hospedados en el sur de la Florida:
dos de ellos, Orlando Bosch Ávila y Luis Posada Carriles, encabezaron el equipo que en octubre de 1976 hizo explotar en pleno vuelo una nave de Cubana de Aviación donde perecieron 73 pasajeros.
La invasión de Playa Girón (Bahía de Cochinos), el 17 de abril de 1961, y los bombardeos sobre territorio isleño que la precedieron, fueron cruentas acciones patrocinadas y ejecutadas por el gobierno norteamericano, las que ocasionaron la muerte de 176 patriotas cubanos, más de 300 heridos y 50 discapacitados.
El sabotaje al barco La Coubre en puerto habanero, a las 3.10 p.m. del día cuatro de marzo de 1960, dejó un centenar de muertos, entre marinos europeos, obreros y soldados cubanos.
En 1997, el terrorismo contra Cuba asumió la modalidad de atentados dinamiteros en centros turísticos, organizados por Posada Carriles y la llamada Fundación Cubano-americana, ambos engendros de la CIA. Como consecuencia de esos actos perdió la vida el joven turista italiano Fabio di Celmo.
¿Cómo ignorar la responsabilidad de las administraciones estadounidenses en los sucesos referidos?
¿Cómo es posible que al cabo de medio siglo de esas siniestras historias todavía se empeñen en falsear la realidad entre criminales y víctimas? ¿Acaso el mundo ignora el expediente de terrorismo de estado de la nación norteña?
A las referidas preguntas el politólogo norteamericano Noam Chosmky añade: ¿Y de los golpes de estado contra nacientes democracias en la periferia, o de los planes de exterminio de disidentes, como el Plan Yakarta, que en pocos meses cobró medio millón de vidas en Indonesia a mediados de los años 60?
¿O, más cerca de nosotros, las criminales atrocidades sistemáticas fríamente aplicadas por el Plan Cóndor en el Cono Sur, causantes de torturas, desapariciones y muertes de decenas de miles de personas?
Habría que añadir muchos más sucesos. Baste recordar la invasión de Iraq y las órdenes para matar, torturar y saquear allí, al igual que en Afganistán.
Jamás el territorio cubano se ha utilizado para organizar, financiar o ejecutar actos terroristas contra los Estados Unidos de América ni ninguna otra nación. El Departamento de Estado, que falsamente califica a Cuba de “patrocinar el terrorismo”, no puede decir lo mismo de su propia nación. ¿Será que padece el síndrome del ridículo crónico y la calumnia?
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter