por Guillermo Olivera Díaz; godgod_1@hotmail.com

12-1-2012

Este sábado 14 cumplo un año más de lucha riesgosa contra la serpenteante corrupción que sigue envileciendo al ser humano, al país y, en particular, a los que detentan el poder político y luego andan sueltos, salvo uno: Alberto Kenya Fujimori.

A quien les escribe, No. Como profesor universitario jamás vendí una nota a siquiera uno de miles de alumnos; cuando juez penal titular de Lima nunca absolví al culpable por precio, ni condené al inocente por prejuicio u otra mezquindad.

Pero estaré viajando a cumplir un cometido de abogado en el campo penal. De nuevo por filantropía de paisano cajamarquino el obligado únicamente cubre los gastos franciscanamente, como si de ellos pudieran alimentarse, vestirse y educarse los míos. En el que patrocino es el sexto juicio oral convocado, de los cuales dos han sido quebrados por vocales de mala ley, que la Oficina de Control de la Magistratura (OCMA) del Poder Judicial los acaricia con sus llamadas sanciones disciplinarias que acicatean una mayor corrupción. El juez venal se sabe protegido de antemano.

Inclusive al Congreso de la República lo serví con el mismo desinterés en los sonados casos GUVARTE (contra Enrique Elías Larosa), Perciles (contra 4 vocales supremos) y Kouri (contra el ex congresista Alberto Kouri Bumachar, hermano ya saben de quién). También mi malquisto cliente moroso Alan García nunca me pagó nada, cuya reseña la pueden leer en internet como “PERRO MUERTO...FUE POR 600,000 DÓLARES”, con gambito de por medio.

Autorizo que cualquier mortal averigüe o divulgue cuánto me pagaron, como han hecho sonoramente con el revocador de última hora, Marco Tulio Gutiérrez, quien cree que Susana Villarán en un primer año como alcaldesa de Lima debe solucionar lo que ningún alcalde resolvió en decenas de años, como, por ejemplo, el transporte público en la Capital.

Por el viaje anotado estaré con los familiares y unos cuantos amigos la noche anterior. Será un convite modesto en un lugar que sólo ellos lo sabrán. La cena y el vino tinto serán frugales.

En la esperanza de coexistir con los honestos unos 67 años más, sigo complacido de recibir el néctar del éxito profesional.

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