Las fuerzas que se oponen a Siria están viviendo bajo la presión del avance del Ejército Árabe Sirio en Alepo, en la región rural de Damasco y en la provincia de Homs mientras que el proceso de reconciliación, que está reinstaurando el poder del Estado sirio en las regiones afectadas por los grupos takfiristas, va extendiéndose alrededor de la capital. Mientras tanto, medios opositores de la península arábica han explicado las razones que se esconden tras el decreto real sobre los terroristas sauditas en Siria.

Opositores sauditas revelaron que Washington ha hecho saber al régimen saudita que el Estado sirio entregó al Consejo de Seguridad de la ONU una enorme cantidad de documentos e informes sobre la implicación de Arabia Saudita en el respaldo directo al terrorismo en Siria. Responsables estadounidenses advirtieron a Riad que Rusia pudiera basarse en esos datos para respaldar la solicitud de Siria de que se adopten sanciones contra todos los gobiernos implicados en el apoyo al terrorismo. Agregaron que Washington no podría oponerse a esa gestión ya que el terrorismo es una prioridad de su política oficial y que todo intento de bloquear esa iniciativa podría tener las graves consecuencias seguidamente enumeradas:

  1. Deterioración de las relaciones con Rusia;
  2. Debilitamiento de la cooperación internacional con los servicios de inteligencia estadounidenses en la lucha contra el terrorismo, lo cual reviviría el espectro de los ataques terroristas en territorio de Estados Unidos.

Por esas razones, Estados Unidos ha pedido a Riad que adopte medidas que den la impresión de que el reino combate el terrorismo. Esas medidas facilitarán las gestiones estadounidenses destinadas a mantener a flote el papel de Arabia Saudita en la región y permitirán contener las repercusiones del fracaso de los propios Estados Unidos y de Arabia Saudita en sus intentos de destruir el Estado sirio.

La orden del rey Abdallah Ben Adbel Aziz y el comunicado de su embajada en Turquía constituyen una confesión sobre la presencia en Siria de oficiales e instructores militares sauditas, miembros de los servicios de seguridad y de la Guardia Nacional del reino. El embajador sirio ante la ONU, Bachar al-Jaafari, anunció que un gran número de detenidos sauditas se hallan en manos de los servicios gubernamentales sirios. Según fuentes creíbles, son alrededor de 800.

Algunos analistas han estimado que el decreto real es una orden de regreso impartida a los militares sauditas que la dinastía de los Saud había enviado a combatir junto a los grupos terroristas y un llamado a los takfiristas para que prosigan el combate en vez de regresar al reino, donde se expondrían a 30 años de cárcel.

Es en ese contexto que se prepara la visita de Barack Obama a Arabia Saudita, prevista para fines de marzo. Las noticias de la prensa y los informes sobre esa visita indican que el principal objetivo del presidente estadounidense es redistribuir las posiciones dentro del régimen saudita luego de su derrota en Siria. Fuentes estadounidenses han precisado que están a punto de terminar oficialmente las misiones del jefe del servicio de inteligencia, el príncipe Bandar Ben Sultán, y del ministro de Relaciones Exteriores, Saud Al-Faisal. Ha habido concertaciones entre Riad y Washington para nuevas nominaciones a los puestos claves, nominaciones que ahora exigen decretos reales.

La prensa estadounidense ha reportado que el rey Abdallah se inclinaría por la nominación de su actual embajador en Estados Unidos, Adel al-Jubair, a la cabeza del servicio de inteligencia mientras que su propio hijo, Abdel Aziz Ben Abdallah, sería el sucesor de Saud al-Faisal. Los conflictos en el seno mismo de la familia reinante se intensifican, teniendo como telón de fondo la lucha por la sucesión cuando muera el rey Abdallah, cuya desaparición –según muchos expertos– podría sacar nuevamente a flote las contradicciones y desencadenar una guerra entre los príncipes de la segunda generación.

Los observadores afirman que la opinión de Barack Obama será decisiva en la redistribución de los papeles dentro de la familia real, según las recomendaciones de los servicios de inteligencia estadounidenses.

Dicho esto, expertos afirman que la proposición estadounidense, transmitida a Rusia, de organizar una reunión regional al margen de Ginebra 2 tiene como principal objetivo ayudar a Arabia Saudita a escapar de las consecuencias de sus acciones en Siria. Estados Unidos propuso una reunión de expertos entre Irán, Turquía, Arabia Saudita, Estados Unidos y Rusia. El rechazo iraní ha roto las esperanzas estadounidenses de lograr minimizar el fracaso saudita tratando de adelantarse a los cambios en el escenario sirio. Sobre todo porque las próximas semanas traerán nuevos éxitos del Ejército Árabe Sirio, con una nueva modificación de los equilibrios que ya le favorecen. Ya no basta la confesión del secretario de Estado John Kerry sobre la existencia de cambios favorables al presidente Bachar al-Assad. Esos cambios en el terreno van a pavimentar el camino hacia la reelección del presidente Assad para un nuevo mandato, el primero posterior a la redacción de la nueva Constitución siria.

Es grande la diferencia entre el bando ganador, que sabe lo que quiere y expresa la voluntad popular, y las fachadas manipuladas por el extranjero, fachadas cuyos pedazos Estados Unidos, Arabia Saudita y Turquía siguen tratando de pegar como pueden en un vano esfuerzo por hacer de ellas un interlocutor creíble.

La derrota de los Saud en Siria asestará un golpe decisivo al reino de las arenas, ya sacudido por sus profundas crisis internas.

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