Su Excelencia Sebastiano Cardi, representante permanente de Italia en la ONU.

El gobierno del primer ministro [italiano] Gentiloni invirtió el voto del gobierno de su antecesor, Matteo Renzi, en la ONU… ¡votanto a favor del inicio de negociaciones con vista al desarme nuclear!

La sensacional noticia corrió como reguero de pólvora llevando a algunos partidarios del desarme a felicitarse por el resultado obtenido. Tratando de obtener explicaciones sobre el tema, el senador Manlio Di Stefano (del Movimiento Cinco Estrellas) y algunos de sus colegas presentaron una pregunta al gobierno, que les respondió por escrito en el boletín de la Comisión de Relaciones Exteriores, aclarando lo que realmente sucedió.

El 27 de octubre de 2016, bajo el gobierno de Matteo Renzi, Italia –alineándose tras Estados Unidos– votó «No» en la Primera Comisión de la Asamblea General de la ONU, en rechazo a la resolución que proponía para 2017 iniciar negociaciones con vista a la conclusión de un tratado internacional que prohibiría las armas nucleares, resolución finalmente aprobada con amplia mayoría en el seno de la Comisión. Posteriormente, el 23 de diciembre de 2016, ya bajo el gobierno de Gentiloni, cuando esa misma proposición fue sometida a votación en la Asamblea General de la ONU, Italia votó «», o sea junto con la mayoría [y a favor de las negociaciones tendientes a prohibir el arma nuclear].

¿Cambió Italia radicalmente de posición? ¡No!, sólo fue un error técnico. Según explica el gobierno en su respuesta escrita, «este error parece que fue resultado de las condiciones que rodearon la votación, a una hora tardía de la noche». En otras palabras, el representante de Italia, probablemente medio dormido, apretó el botón equivocado.

«La indicación errónea del voto favorable fue posteriormente rectificada por nuestra Representación Permanente ante las Naciones Unidas, que confirmó el voto negativo expresado en la Primera Comisión», prosigue la explicación del gobierno.

El gobierno de Gentiloni, al igual que el de Renzi, considera que

«la convocación, en 2017, de una Conferencia de las Naciones Unidas para negociar una herramienta jurídicamente vinculante [1] constituye un elemento fuertemente divisorio que puede hacer peligrar nuestros esfuerzos a favor del desarme nuclear».

Junto a los países no nucleares de la OTAN,

«Italia es tradicionalmente partidaria de un enfoque progresivo del desarme, que reafirme la centralidad del Tratado de No Proliferación».

El gobierno [italiano] reafirma de esta manera la «centralidad» del Tratado de No Proliferación del armamento nuclear, ratificado en 1975, documento en el que Italia «se compromete a no recibir de nadie armamento nuclear ni el control de ese tipo de armamento, ya sea directa o indirectamente».

Pero en realidad Italia está violando el Tratado de No Proliferación ya que tiene en su propio territorio, en las bases de Aviano y de Ghedi Torre, al menos 70 bombas nucleares estadounidenses del tipo B-61, para cuyo uso incluso se entrenan pilotos italianos.

El «enfoque progresivo del desarme nuclear» que Italia dice aplicar al parecer se demuestra en el hecho que, en alrededor de 2 años, Italia recibirá de Estados Unidos –para reemplazar las actuales B-61– las nuevas bombas nucleares B61-12, utilizables a gran distancia del blanco y con capacidades penetrantes anti-búnkeres. Son armas concebidas para asestar un primer golpe nuclear y que apuntan fundamentalmente a Rusia, lo cual hace más probable el inicio de un ataque nuclear… desde suelo italiano, exponiendo así más aún Italia al peligro de represalias nucleares.

Lo que podríamos hacer concretamente en Italia para contribuir a la eliminación de las armas nucleares, que amenazan la supervivencia de la humanidad, es exigir que el país ponga fin a su propia violación del Tratado de No Proliferación y que por consiguiente solicite a Estados Unidos la inmediata retirada de cualquier tipo de arma nuclear del territorio italiano, así como renunciar al despliegue de las nuevas bombas atómicas B61-12.

Esa sería una batalla política fundamental para una oposición que sin embargo parece afectada, quizás por contagio, con un sopor que incluso adormece el instinto de conversación.

Fuente
Il Manifesto (Italia)

Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio

[1O sea, de obligatorio cumplimiento. Nota de la Red Voltaire.