La ministra de Defensa de Italia, Roberta Pinotti, acaricia un sueño: tener un Pentágono italiano, una estructura única que concentre la dirección de todos los servicios de las fuerzas armadas, una copia en miniatura del Pentágono estadounidense. Ese sueño está a punto de convertirse en realidad.

La nueva estructura, según anuncia la ministra en entrevista a La Repubblica, está ya en su fase de concepción y una primera asignación de fondos se ha previsto en el presupuesto de la Ley de Estabilidad. El proyecto se realizaría en la zona aeroportuaria de Centocelle, en Roma, donde existe espacio para la construcción de edificios e infraestructuras.

En Centocelle, adonde se trasladó también la Dirección General del Armamento, con un equipo de 1 500 personas, se encuentra ya el Mando Operativo de Jefaturas Interarmas, mediante el cual el jefe del Estado Mayor de la Defensa dirige todas las operaciones de la fuerzas armadas, sobre todo las que se desarrollan en el extranjero: Italia participa actualmente en 30 operaciones militares en 20 países, desde Kosovo hasta Irak y Afganistán, pasando por Libia, Somalia y Mali. Como en cada una de esas misiones participan componentes de las diferentes armas, según explica la ministra, se necesita un mando único interarmas, que tendría su sede en Centocelle.

De esa manera se da por aceptado, sin que se haya discutido en el Parlamento, el proyecto de ley sobre la aplicación del Libro Blanco para la Seguridad Internacional y la Defensa, que el Consejo de Ministros presentó el 10 de febrero.

En otras palabras, ya está en marcha el golpe de Estado blanco que, silenciosamente y sin que nadie levante su voz en contra, subvierte las bases constitucionales de la República Italiana, convirtiéndola en una potencia que interviene militarmente en las áreas adyacentes al Mediterráneo –en el norte de África, el Medio Oriente y los Balcanes– en apoyo a sus propios «intereses vitales» económicos y estratégicos; y en cualquier lugar del mundo donde estén en juego los intereses de Occidente, representados por la OTAN, que a su vez responde a las órdenes del mando estadounidense.

Y para eso se necesita armamento nuevo, como los 2 primeros aviones Gulfstream 550 modificados que Italia acaba de recibir de Israel –a un costo de alrededor de 1 000 millones de dólares–, verdaderos puestos de mando voladores, dotados de los medios electrónicos más avanzados, para misiones de ataque de largo alcance.

También se necesitan profesionales de la guerra capaces de utilizar las nuevas tecnologías y de combatir en países lejanos y en las condiciones ambientales más diversas. «Necesitamos soldados jóvenes», explica la ministra Pinotti, para afirmar seguidamente:

«La clave es el reclutamiento de personas de 19 o 20 años, para ofrecerles un importante paquete de formación de 7 años de sus vidas, con aprendizaje de idiomas y de una profesión. Si salen al mercado [laboral] a los 26 0 27 años, no les será difícil hallar otro empleo, incluso porque nosotros nos comprometemos a crear nuevas posibilidades de trabajo con recorridos legislativos.»

En medio de un panorama de desempleo e inestabilidad laboral, se ofrece así a la juventud una vía para ganarse la vida con un empleo seguro: la guerra. Y a los profesionales de la guerra, a las órdenes del Pentágono italiano, se les confía, en el proyecto de ley, la «salvaguardia de las instituciones libres» con «tareas específicas en caso de necesidad extraordinaria y de urgencia», una oscura formulación que se presta para la adopción de medidas autoritarias y de estrategias subversivas.

Todo eso tiene su precio. Italia, anuncia la ministra Pinotti, aunque no está en condiciones de elevar los gastos de «defensa» al 2% del PIB que exige la OTAN, está aumentando ese gasto. «Este año alcanzamos el 1,18% del PIB, equivalente a unos 23 000 millones», dice la ministra. Y nos informa así que Italia gasta en la «defensa» un promedio de 63 millones de euros al día, a lo cual se agregan los gastos de las misiones militares y de los principales armamentos, inscritos en los presupuestos de otros ministerios.

Pero en Roma, donde el debate político a la moda es el impacto medioambiental de un nuevo estadio, nadie se preocupa por el impacto social del nuevo Pentágono italiano.

Fuente
Il Manifesto (Italia)

Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio