Hombre de personalidad compleja, Taro Kono fue formado por el Partido Liberal Democrático japonés –en el que su padre fue presidente– y en Estados Unidos, por el Partido Demócrata. Hizo campaña a favor de la intervención del ejército japonés en el exterior, pero se opuso a la guerra contra Irak y se pronunció por la prohibición de la proliferación de las armas nucleares. Estima que Washington ha exagerado, en interés de Estados Unidos, la envergadura del conflicto entre China y Japón y desea un acercamiento entre Tokio y Pekín. Sin embargo, para evitar que su posición se interprete como anti-coreana, se comprometió a no visitar nunca el santuario de Yasakuni y logró convencer al primer ministro Shinzo Abe para que siguiera su ejemplo. Desde el 3 de agosto es el nuevo ministro de Exteriores de Japón.

El primer ministro japonés Shinzo Abe tiene programada para septiembre una visita a la India para abordar con su homólogo indio, Narendra Modi, el fortalecimiento de la cooperación bilateral sobre la seguridad de la región Asia-Pacífico así como en materia de energía nuclear y de tecnología ferroviaria de alta velocidad. Pero esa visita, anunciada en el contexto de la confrontación entre la India y China en la región de Doklam, ha suscitado numerosas especulaciones en cuanto a los temas de discusión.

Desde el mes de junio, tropas chinas e indias se enzarzaron en un conflicto militar en la región de Doklam, que limita con el reino de Bután. La India se ha mostrado extremadamente descortés y poco razonable en cuanto a este tema. Es un hecho indiscutible que Doklam es parte del territorio chino. Aunque la India considere las construcciones chinas en la zona como una amenaza, no puede utilizar esa excusa para enviar sus tropas a penetrar en territorio chino.

La decisión de Nueva Delhi de cruzar la frontera es una violación brutal de la soberanía china y un acto tan agresivo obtendrá sin dudas muy poco apoyo en la comunidad internacional. Algunos países ya han declarado que se mantendrán neutrales sobre la cuestión y hasta el propio Bután, país que según la India está bajo su protección, se ha mantenido en silencio con respecto a este tema. Eso pone a la India en una incómoda situación en la que se ve urgentemente necesitada de respaldo.

El Times of India había resaltado antes que el embajador de Japón en ese país, Kenji Hiramatsu, había declarado que no debería intentarse modificar por la fuerza el statu quo sobre la región de Doklam. Esas declaraciones fueron interpretadas por la India, necesitada de respaldo internacional, como una expresión de apoyo por parte de Japón. Pero no es así. Estados Unidos ha expresado varias veces su esperanza de que se solucione el conflicto, y eso es lo que quiere Japón. Washington y Tokio, en principio siempre favorables a Nueva Delhi, han hecho presión al no mostrar ningún verdadero respaldo a la India sobre la cuestión de Doklam.

Estados Unidos y Japón enfrentan en este momento serias crisis internas y externas. Estados Unidos enfrenta problemas de discriminación racial en momentos en que su opinión pública condena firmemente a los supremacistas blancos. Eso ha llevado la administración Trump a convertirse en blanco de nuevas críticas. Altos funcionarios se han visto obligados a dimitir, pero eso no ha bastado para salvar a la administración Trump de una crisis política.

En Japón, el primer ministro Shinzo Abe se ve afectado por cierto número de escándalos y por esa razón, parece que ya sólo puede contar con el apoyo de un 26% de la población. Aunque modificó la composición de su gabinete, Abe no ha logrado fortalecer su índice de popularidad, que sigue siendo muy bajo.

La crisis sobre el desarrollo nuclear y misilístico de Corea del Norte es otra de las preocupaciones que enfrentan Estados Unidos y Japón. En el pasado, Washington y Tokio utilizaron las pruebas nucleares de Pyongyang como pretexto para reforzar su propia presencia militar en el Extremo Oriente. Pero parece que estamos ante una verdadera crisis nuclear. Corea del Norte ha amenazado con lanzar misiles hacia la isla estadounidense de Guam, lo cual significa que sus misiles atravesarían el territorio de Japón –algo que ya ha sucedido. Los progresos de Pyongyang en el plano militar se han convertido en una preocupación para Washington y Tokio. Parece que Corea del Norte, con el fortalecimiento de sus capacidades militares, se convierte para ellos en la principal «amenaza».

Como vemos, Estados Unidos y Japón ya enfrentan difíciles problemas tanto internos como externos, así que no tienen actualmente ninguna intención de implicarse en los diferendos entre otros países. Al mismo tiempo, están necesitados del apoyo y la cooperación de China ante Corea del Norte. La India provocó a China deliberadamente y es por eso que Estados Unidos y Japón no se pondrán de parte de Nueva Delhi.

Para Japón, el fortalecimiento de la cooperación con China constituye una tendencia irreversible. Taro Kono, cuyas opiniones pro-chinas son de público conocimiento, acaba de ser nombrado ministro de Exteriores. Además, ningún miembro del gabinete japonés visitó este año el santuario de
Yasukuni el pasado 15 de agosto, lo cual constituye un hecho sin precedente para el partido que hoy ostenta el poder en Japón. Es evidente que Abe está dando a Pekín muestras de buena voluntad. Es por tanto poco probable que muestre un apoyo diplomático acentuado a Nueva Delhi durante su próxima visita a la India.

Para Abe, Japón mantiene con la India una relación amistosa, y tendrá por tanto que mostrarse amable con Modi. Pero Japón no desea una escalada en el conflicto entre la India y China. Si China sigue dedicando tiempo y energías al problema de Doklam, eso no favorecerá las posibilidades de hallar una solución al problema con Corea del Norte. Es importante observar que los medios japoneses han sido muy prudentes en su tratamiento de la cuestión de Doklam, lo cual es, en cierta medida, un reflejo de las intenciones del gobierno japonés.

Por consiguiente, la India sólo puede esperar un apoyo limitado de Japón. Nueva Delhi puede haber creído que sacaría algún provecho de sus provocaciones contra China, pero se ha metido por voluntad propia en un atolladero diplomático.

Fuente
Global Times (China)