Duro revés para la diplomacia occidental. La chilena Michelle Bachelet, Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, acaba de terminar una visita de 6 días en la República Popular China, principalmente en busca de indicios sobre el «genocidio contra los uigures»… pero no encontró nada. Ninguno de sus predecesores en ese cargo había estado en China desde hace 17 años.
La señora Bachelet entrevistó numerosos funcionarios chinos, responsables de diversas asociaciones, líderes religiosos y testigos. Incluso visitó la prisión de Kashi sin hallar elementos que pudiesen contradecir las informaciones proporcionadas por las autoridades chinas.
Durante su conferencia de prensa, al final de la visita, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos precisó que ella misma escogió libremente las personas que entrevistó y los lugares que visitó en China.
Desde Washington, el secretario de Estado Antony Blinken publicó un furioso comunicado donde condena que la señora Bachelet no haya exigido que el contenido de sus encuentros se mantuviera en secreto.
En ese comunicado, Blinken repite otra vez todas las acusaciones ya emitidas contra China sobre violaciones de los derechos humanos en el Tíbet, en Hong Kong y en Xinjiang y sobre el encarcelamiento de un millón de uigures, supuestamente sometidos a trabajos forzados, torturados, esterilizados, etc., pero no presenta pruebas de tales alegaciones.
«Concerns with UN High Commissioner for Human Rights Visit to the People’s Republic of China», Antony Blinken, US Secretary of State, 28 de mayo de 2022.
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