Todo no lo puede el dinero. Pero con dinero se consiguen muchas cosas, como por ejemplo, se logra influir en las decisiones de la política exterior de los Estados Unidos en favor de aquellos sectores que tengan poder económico suficiente como para inclinar la balanza en favor de un candidato en campaña electoral.
Lo estamos viendo ahora con motivo de la lucha que se libra en el Medio Oriente entre Judíos y Palestinos. No hay duda de que la administración del Presidente Bush, en el conflicto del Medio Oriente está abiertamente al lado del gobierno derechista que preside en Israel Ariel Sharón.

Gracias al poderoso "Lobby" judío, con toda su influencia y poder del dinero, es que Washington le da la espalda a los palestinos y le brinda todo su respaldo al gobierno de Sharón en Israel.
En el conflicto del Medio Oriente el gobierno del Presidente Bush ha roto con la política de equilibrio que se venía sosteniendo durante los ocho años de la presidencia de Clinton, que si bien no se logró resolver el viejo diferendo arabe-judío, por lo menos se mantuvo una posición de sabio equilibrio que era reconocido por los bandos en conflicto.

No podía acusarse entonces a Washington de favorecer a los palestinos contra Israel o de estar a favor de Israel contra los Palestinos. Y mientras esa política de imparcialidad era sostenida, la lucha violenta entre árabes y judíos iba perdiendo intensidad. Era una política sabia, que en definitiva beneficiaba a los árabes como a los judíos.

Ahora la situación es bien distinta. Desde que los Republicanos llegaron a la Casa Blanca, la influencia del "Lobby" judío se ha hecho sentir en toda su intensidad, tanto en el Congreso como en la propia presidencia de los Estados Unidos. Hoy el papel que juega Washington en el Medio Oriente no es el de un poder mediador y moderador sino el de un aliado militante de una de las partes.

No es justo acusar a Yassir Arafat de ser " un radical del bando terrorista palestino ". Arafat es el más moderado de los Palestinos y precisamente por moderado, es que los mas radicales del mundo árabe le han virado las espaldas. El que no es un moderado es el extremista Primer Ministro judío Ariel Sharón. El hombre que tiene el apoyo del Presidente Bush, cometa los excesos que cometa, si los comete en nombre de "la lucha contra el terrorismo".

La línea trazada por la Casa Blanca no conduce a la paz en el Medio Oriente. Todo lo contrario. A más represión militar, más violencia terrorista suicida. A más terrorismo suicida, más violencia terrorista militar por parte de Israel. Un círculo vicioso del cual no será fácil escapar.

Y mientras tanto, mientras unos y otros se matan allá, los dineros que reciben los políticos norteamericanos para sus campañas electorales deciden la diplomacia de este país en el exterior.
El "Lobby" judío no quería en la mesa de la paz a Yassir Arafat. ¡Y lo lograron! Malo para Estados Unidos, Malo para los Palestinos. Malo para Israel. Malo para el mundo y malo para la paz
¡Poderoso Caballero Don Dinero!