La historia de la CIA en el mundo y en América Latina es espeluznante. Una larga crónica de horror y crimen, que ha dejado en su camino la vida truncada de miles y miles de mujeres, niños, ancianos y hombres, conforma su curriculum vitae. La tortura, el asesinato selectivo, la masacre han sido sus principales instrumentos.

En Ecuador en la década de los años 60, trabajaron en impedir lo que Philip Agee, calificó como una "revolución" que habría seguido el camino de Cuba. En su libro "Inside the Company", expone sus métodos. Narra cómo intervenían teléfonos, orquestaban infamias fraguando pruebas contra ciudadanos inocentes, ubicaban micrófonos en las oficinas y viviendas de quienes perseguían. Usaban a los periódicos y periodistas para dirigir la información y opinión pública. Y descubre, como trabajaron en el derrocamiento del gobierno constitucional y democrático presidido por Carlos Julio Arosemena, y en la imposición de una dictadura militar, que hizo de la persecución, la cárcel y el exilio de sus opositores, su política.

En la década de los setenta jugó un papel protagónico en armar las dictaduras del cono sur. En Chile trabajó en el derrocamiento de Allende, en el golpe de Pinochet, que destruyó uno de los regímenes electorales más sólidos de la región e instauró una dictadura sangrienta. En Uruguay hizo lo mismo, llevó al gobierno de Bordaberry a la dictadura e hizo de la represión el medio supremo de gobierno. En Argentina laboró para instalar y sostener en el poder a los generales y almirantes que ejecutaron la tortura, la violación de las mujeres detenidas, el robo de sus hijos y el genocidio, como su práctica cotidiana.

En los ochenta se hundió en la guerra sucia de centroamérica. Construyó la red de tráfico de drogas y armas para financiar a la contra nicaraguense, la famosa Irán - Contras, en la que participaron algunos personajes del bushsismo. Intervino descaradamente en la guerra civil contra los sandinistas, que asumieron el poder derrocando la ominosa dictadura de los Somoza. Asesinó y masacró en Guatemala, El Salvador y Honduras. Y finalmente participó en el desembarco estilo Normandia en Panamá, donde murieron 7.000 ciudadanos inocentes, para capturar al Piña Noriega. Sin contar las acciones contra Cuba.

La crónica es infinita. Ahora la CIA es la principal protagonista de la oposición al gobierno de Chávez y dado su extraordinario poder, basado en EEUU, marca el paso de una oposición diversa y fraccionada por intereses económicos, sociales y políticos internos, en muchos casos antagónicamente opuestos. Hábilmente la agencia los manipula para su propósito esencial: destruir la democracia en Venezuela y someter al país a la tutela colonial del capital estadounidense.

En este camino ha trabajado en la demonización del Presidente Chávez. En la izquierda pretenden desprestigiarlo presentándolo como un populista y gorila y una amenaza a la democracia. Ocultan que el gobierno de Carlos Andrés Pérez, para imponer las medidas draconianas del Fondo Monetario Internacional, ordenó la masacre de 7.000 ciudadanos en el caracazo y que la oposición a éste crimen fue el origen de la insurrección de Chávez contra el sangriento "demócrata" preferido de Wall Street. En la derecha, presentan al Coronel, como la extensión de Fidel Castro. Pero no pueden vencer la realidad, Chávez, es el presidente que goza de la más activa simpatía popular en su país y en el continente, incluido el pueblo de Estados Unidos. Y sin duda una de las causas de su popularidad internacional, es la constatación de que la CIA se opone a él. Aspecto al que se suma el que no pudo vencerlo en el golpe del 11 de abril del 2002, diseñado como una versión actualizada del pinochetazo del 11 de septiembre de 1973, en el curso del cual, ni siquiera los 2.000 allanamientos ejecutados en un día, pudieron detener la insurrección popular que lo restituyó en el poder. Y que tampoco pudo vencerlo en el sabotaje petrolero más agresivo de la historia.

Usando los medios de comunicación que se prestan en muchos casos por dinero, la CIA, por primera vez desnuda los rostros de la miseria, como si ésta fuera el producto del último gobierno y no el resultado del despiadado saqueo de la riqueza petrolera venezolana por el capital transnacional. Denuncia también la violencia de la delincuencia en el mismo sentido, como si no hubiese sido producida por el mismo capital transnacional y las oligarquías locales. A la vez ignora lo que el gobierno bolivariano está haciendo: la entrega de tierras a los campesinos, la alfabetización masiva de quienes el viejo régimen mantuvo en la ignorancia, sus programas de salud, la recuperación para el beneficio de su país de la industria petrolera y lo que la gente siente y las estadísticas revelan, una disminución de la delincuencia.

Ahora preparan un nuevo asalto contra la democracia en Venezuela, que es un nuevo atentado contra la autodeterminación y la soberanía de América Latina.

En éste camino han enviado espías para entrenar en el manejo de armamento, a los policías de las gobernaciones y municipios dirigidos por la oposición, como si Venezuela avanzara a una guerra civil. Han introducido ilegalmente aviones de la CIA. Y están fomentando la "desobediencia civil", tratando de utilizar la convocatoria a la firma para el referendo revocatorio pedido por la oposición -una nueva figura de la democracia bolivariana-, en una provocación sangrienta a su conocido estilo. Aquí se olvidan también que el pueblo venezolano, constituye en la historia la mayor reserva de heroismo, la que hizo posible la independencia del colonialismo del otro imperio, del español.