Rospiglisi, erigido en juez que acusa, insulta y también cierra casos, a su regalado gusto, tiene aún que explicar por causa de qué favoreció la firma de convenios con la entonces empresa fantasma Pro-ética del inefable José Ugaz, en febrero y abril del 2002. Para eso fue citado a la Comisión de Fiscalización. Que él vociferara y apostrofara, y que un coro de medios panegirista le brinde el conveniente eco ¡es otra cosa!

El asunto de la licitación y la porquería de uniformes que fletó el Ministerio del Interior es un tema que ya está en el Poder Judicial. Eso se resolverá en las instancias correspondientes mientras que los pobres policías padecen la tela bajo las solares inclemencias que azotan al país. Nadie, que se sepa, salvo Rospigliosi, ha mostrado este acápite como pretexto.

¡Justo cuando el ministro está contra las cuerdas y no responde ni uno solo de los cuestionamientos que Mufarech le espeta públicamente, con razón o sin razón, Rospigliosi dice que él considera que ya todo está cerrado! Y hoy se descubre un oportuno como asqueroso complot contra............ ¿adivinen quién?: el ministro del Interior. La carambola no puede ser más perfecta y oportuna: ¡se va Mora y hay quienes se solazan con su caída y, contrariu sensu, se debe respaldar a Rospigliosi! El billar político es impecable. A la par que cínico.

De repente las casualidades son de ese jaez: cortantes y fácticas. Dependen de lo que va ocurriendo y sobre eso no podemos gobernar los humanos. ¡Ni siquiera los periodistas! ¡Ah, eso sí! Hay gente sincera que ni sospecha que es apenas herramienta en manos de cirujanos tramposos y mercenarios de causas bastante cuestionables disfrazadas de principios o ideas orgánicas.

Los golpistas no son los miembros de algunos partidos de la oposición. Los petardistas son otros que jalan los hilos de las operaciones desestabilizando finamente cualquier mesa o plataforma. ¿A quién conviene un derrumbe político?: ¡a todos los que, con fondos externos o internos, se auto-titulan como los opinantes y salvadores de nuestro accidentado zafarrancho político! No es ninguna casualidad que la amalgama polícroma que se ha visto detrás del apoyo a Rospigliosi, juntara en su haz multiforme a perro, pericote y gato.

Yo creo que sí hay, no una, sino múltiples guerras sucias. Y los fautores no son los que a veces figuran como acusados en las carátulas de los medios. Son otros, como otras son sus motivaciones inmediatas de gloria y poder morboso. Ni siquiera hay entraña patriótica para, de ese modo, arribar a conclusiones ricas por la diversidad de sus fuentes, ¡NO!, lo que hay es proclama de patotas, chisme de gavillas, mediocridad de imbéciles a quienes sólo interesa parecer importante, aunque el país, su gente y destino estén enfilados directamente a irse al tacho de la historia.

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.