Tal parece que la mentira se ha convertido en su caballito de batalla para aparecer ante la opinión pública como el mejor ministro de la gestión del presidente Alejandro Toledo. Y es que el titular de la cartera del Interior, Fernando Rospigliosi Capurro, no reparó en la situación que le pondrían ante las autoridades internacionales, sus abruptas declaraciones en torno a los muy bien publicitados casos de narcotráfico que lo han llevado a merecer las felicitaciones de los más altos funcionarios del Estado.

Su primera aparición ante la prensa, fue en junio del 2002, cuando en este puerto la Dinandro, anónimamente como es su trabajo, en una espectacular operación simultánea con Ayacucho, Trujillo y Lima confiscó más de tonelada y media de clorhidrato de cocaína valorizada en más de 70 millones de dólares, que iban a ser entregados al cartel de Tijuana, al cual pertenecían, según sus propias declaraciones, 15 peruanos, 10 colombianos, 1 guatemalteco y solo un mexicano, dicha intervención, fue denominada "Operación Chimbote", a la fecha nunca más se supieron las conclusiones de tan sonado caso que no hizo más que evidenciar la falta de seguridad en el litoral peruano, especialmente en aguas chimbotanas. Sin embargo, medios de comunicación mexicanos, recopilaron los datos oficiales, emitidos por la Oficina de Comunicaciones del Ministerio del Interior, y que fueran publicados por diarios capitalinos, así como las declaraciones del Procurador general de la República mexicana, Rafael Macedo, demostrando su preocupación al respecto.

El 9 de septiembre del 2003 en un inmueble ubicado en un distrito residencial, al sur de este puerto la Dinandro vuelve a hacer su trabajo interviniendo la mencionada residencia y decomisando 1,083 kilos de clorhidrato de cocaína, valorizados en aproximadamente 76 millones de dólares. Fernando Rospigliosi, apasionado de los flashes y luces de cámaras, con bombos y platillos anuncia a la prensa nacional que la droga incautada pertenecía a una organización vinculada al "cartel de Guadalajara" cuyo cabecilla, según el ministro peruano, es el mexicano Manuel Rivera Niebla y que la droga tenía como destino México, donde sería entregada al cartel en mención, para ser distribuido en los EEUU, indicando también que en la Procuraduría General de México, había un expediente de extradición del mencionado capo.

Según informaciones oficiales salidas del Ministerio del Interior y publicadas en el diario La República, pintan a este cartel como una siniestra organización mexicana a la que se le atribuye la producción del 50% de la droga que se comercializa en el mundo. Cabe precisar que el Departamento de Estado de los Estados Unidos, según cifras, sostiene que México no tiene una producción potencial de drogas, llegando en el año 2000 a sólo el 1% de producción de heroína y el 0% de cocaína; en el año 2001 y 2002 llegó a un 49.7% de sólo marihuana, y actualmente produce el 0% de la producción mundial de éxtasis; por lo que se torna difícil creer que una simple organización ligada al cartel de Guadalajara pueda controlar la mitad de producción como lo afirma el ministro del Interior.

Peor aún si este famoso cartel, desapareció a fines del año 1989 con la detención de su líder Miguel Angel Félix Gallardo y la aparición del que fuera y aún hace lo posible de mantenerse cartel de Juárez, manejado actualmente por el hermano y el hijo de Amado Carrillo Fuentes, conocido como el Señor de los Cielos, por el transporte de droga en aviones de su propiedad.

Desde la caída de Félix Gallardo, nadie heredó este cartel, mucho menos las pequeñas organizaciones intentaron reactivarlo, muy por el contrario, fue sustituido por redes minúsculas, que tomaron el nombre de las ciudades de donde cuyos líderes eran oriundos.

Las declaraciones de Rospigliosi, a la prensa peruana y extranjera, pueden hacerlo aparecer ante las autoridades mexicanas, como que sus investigaciones en torno al narcotráfico están estancadas a fines de la década del ochenta; o en todo caso, es que oculta informaciones confidenciales y privilegiadas que deberían ser de conocimiento de sus colegas mexicanos así como de la DEA. Y esto es muy preocupante y algo complicado para el ministro.

Para nadie es desconocido que el pasado 11 de marzo, la guardia costera de Estados Unidos y la DEA intervinieron la embarcación Grinchi donde procedieron a decomisar 15 toneladas de droga, de las cuales sólo cuatro toneladas salieron de este puerto, no sólo se decomisó siete como aseguró Rospigliosi Capurro, el resto del cargamento fue embarcado en Colombia y Ecuador, para ser entregados en las Islas Galápagos a barcos mexicanos que, según el ministro, estaban destinados al cartel de México ¿?.

Parece ser que también en este caso el servicio de Inteligencia de la Dinandro, volvió a fallarle al ministro en cuestión, porque si tenían informaciones confidenciales desde hacía dos meses atrás, esperaron que la Grinchi salga de Chimbote, para comunicar de su salida a la DEA para su intervención, pero... ¿y de donde salió este nuevo cartel?

¿O... es que la creación o reactivación imaginaria de carteles en México, dan credibilidad, para ser considerado como uno de los mejores ministros en este gobierno que precisamente cae en popularidad por falta de eso mismo?: credibilidad.

El ministro Fernando Rospigliosi, tiene el deber moral y legal de explicarle al pueblo, la verdad de sus operaciones antinarcóticos, una vez hecho público.

Eso espera Chimbote.