Las manifestaciones de los grupos antiglobalización durante las reuniones de primavera del FMI en Washington se acompañaron de bailoterapia y uno que otro grito, aislado, de guerra. Atrás quedaron los años violentos con manifestaciones agresivas, cuando los delegados internacionales debían reunirse de madrugada y tenían que salir a la calle bajo fuerte custodia para evitar ser agredidos.

«El movimiento antiglobalización está madurando», sentencian algunos activistas; «las protestas fueron light y se notó el toque multiétnico», dijo otro; esto es los manifestantes eran globales y mostraban la diversidad del mundo actual. Así las cosas, la presión pasó de «ultra» y agresiva, a musical, amena y en línea con la primavera. Para algunos radicales hasta lució solidaria con los organismos multilaterales.

Los globalizadores a ultranzas observan en la manifestación con bailoterapia el fin de los movimientos antiglobalización y el desgaste por el esfuerzo de años anteriores. La verdad es que el mundo avanza aceleradamente a un punto intermedio donde los más radicales, los manifestantes permanentes, comienzan a reconocer aspectos positivos del proceso de mundialización y las posibles ventajas que los países pequeños, bien organizados y con acuerdos regionales, pueden lograr del proceso. Igualmente, los fanáticos del mundo global y el pensamiento único reconocen que deben corregirse aspectos referidos al predominio corporativo y la excesiva libertad que gozaron durante los años noventa los denominados gobiernos corporativos.

La vigilancia de las grandes corporaciones, así como la necesidad de reglas contables e informes transparentes sobre sus gestiones ha aparecido en la agenda de los organismos multilaterales y la mayoría de las grandes economías.

La discusión sobre los acuerdos regionales de comercio, finanzas y servicios financieros ha reconocido, también, la existencia de niveles diversos de desarrollo económico y social, que obliga a los países ha desplazarse a diferentes velocidades en el mundo global. Estos aspectos obvios, en la actualidad, son de difícil aceptación por los globofilos y constituyen puntos de desencuentros en las reuniones multilaterales.
Igualmente, la velocidad de crecimiento y desarrollo alcanzado por las dos potencias emergentes en Asia, China e India, con diseños de políticas cambiarias y monetarias propias alejados del pensamiento único y reafirmando la utilidad de políticas económicas sectoriales y protecciones temporales para ciertas áreas económicas y sociales, ha derivado en una moderación de las posiciones extremas que aseguraban el éxito solo a aquellos países que aplicaran modelos irrestrictos de apertura.

La bailoterapia de Washington, puede ser, también un síntoma que indica que, finalmente, los grupos antiglobalización comprendieron que sin presentar alternativas válidas o programas coherentes frente al liberalismo absoluto, terminarían como movimientos anecdóticos que solo servirían para animar las clases de economía. Creo que los radicalismos, de lado y lado, han comenzado a ser vistos como piezas de museos, que sirven para eso, para recordar el pasado.

Caracas, Alia2