Ya es más que obvio el crecimiento de la protesta ciudadana contra el régimen que preside Alejandro Toledo. Por cierto, la oposición política o la que así gusta de denominarse, también milita por estas avenidas y, además, uno que otro ha empezado a solicitar el adelanto de elecciones cuando no la vacancia del jefe de Estado por una u otra razón. Pregunta directa: ¿cuál de estos bullangueros participaría en una transición, en buena cuenta, se agarrarían la papa caliente que es el gobierno?

A otros seduce el cambio del gabinete. Le llaman de salvación. ¡Como si cambiando rostros y estilos se corrigieran los palos de ciego en que incurre la improvisación que es el gobierno Toledo! Si el esquema es el mismo, se podría juntar a los más brillantes hombres de ciencia y leyes en el Perú, y ¡todo seguiría igual y hasta peor que hoy! ¡El gabinete no es un carrusell!

Abstraigámonos de la afición privatista y concesionadora a ultranza que profesan algunos ministros irredentos y transnacionales como Pedro Pablo Kucsynski y Jaime Quijandría. Olvidémonos del anodino e intrascendente comodín Javier Reátegui. Procuremos una mirada de relansina con el de Vivienda, Carlos Bruce, a quien alocan las cámaras de televisión y los micrófonos de toda índole. En conjunto, no recordemos siquiera a Carlos Ferrero, un mediocre a quien se le reputaron posibilidades que no tenía ni jamás manejó salvo en las notas de prensa que él mismo repartía a diestra y siniestra.

Entonces miremos a los patoteros que andan pidiendo la vacancia o el adelanto de elecciones. ¿A quién o quiénes elegiría el pueblo?: ¡a los mismos que hoy están desprestigiados, oxidados por su mediocridad y huérfanos de cualquier solvencia moral u ideológica! Por razones más que elementales y bajo el deprimente adagio que “peor es nada”. ¿No es acaso un segurísimo salto al vacío porque es más de lo mismo?

Ha poco y por una crisis política que en realidad es la agenda del mandatario Toledo, éste recurrió al gabinete que hoy preside Ferrero. Y se calmaron las aguas merced a la tregua normal que en estos casos adviene. ¿No será que esta es la válvula mágica para quitar la espoleta a los estallidos protestantes y de rugido popular? Pareciera ser que cualquier nuevo gabinete traería consigo expectativas y la prensa alienta, con maña y cálculo, el clima político. Y todo depende de a quién o quiénes convengan las treguas o respiros. ¿Es así cómo quieren gobernar los que sucedan a la actual administración? ¿con parches y paliativos y no soluciones de fondo? ¡Qué disparate!

¡No se necesita de un nuevo gabinete, sino de una nueva actitud que involucre, en puntos mínimos, al gobierno, oposición y demás instituciones! ¡El Acuerdo Nacional nació como un mamarracho y nunca será otra cosa que reuniones de tíos y tías sin ninguna representación real o mayoritaria!

Mientras tanto, hay que desconfiar muchísimo de los estridentes. ¡Berrear y gritar es fácil! El dicho criollo habla de que una cosa es con guitarra y otra con cajón.

¡Atentos con la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!