El presidente argentino Néstor Kirchner buscó esta semana en Beijing, junto al mandatario chino Hu Jintao, la llave para abrir a los productos argentinos un mercado de "apenas" mil 300 millones de consumidores.
Cada uno de los presidentes habló tres veces. Hu prometió apoyo a la Argentina en la discusión de la deuda frente a los organismos multilaterales de crédito. La Argentina apoya a China en su reclamo de soberanía sobre Taiwan. China, lo mismo con las Malvinas. Los dos países optan por el multilateralismo, un modo de señalar una crítica al unilateralismo de los Estados Unidos. La Argentina quedó en evaluar positivamente el reconocimiento de China como una economía de mercado, imprescindible para la entrada de ésta a la Organización Mundial de Comercio. Hu calificó de asombroso el crecimiento de la economía argentina, con más de 10% en el primer trimestre.
Kirchner intenta -con políticas preactivas- cambiar la tendencia general de los negocios con China que impera desde 1977. Si la relación con China es sólo soja, dice el razonamiento, la Argentina se consolidará en su situación marginal dentro de la economía mundial, porque siete firmas controlan el complejo sojero, y la relación está desojada sólo por la presencia de los tubos sin costura de Techint, que ocupan el 14% del mercado chino. Hasta ahora, Argentina no supo aprovechar la escala china. En 1990 exportaba por 500 millones de dólares, cuando el trigo vendido a China iba reemplazando el grano que se vendía a la Unión Soviética a punto de sucumbir.
En el 2003, las exportaciones fueron de mil 700 millones. Pero incluso con esa operación de más que triplicación, en 1990 la Argentina representaba el 0,43% del comercio exterior de China y en el 2003 el 0,54%. China ya es primer productor mundial de tomates, duraznos, peras y manzanas.
Kirchner destacó que China es uno de los cuatro principales socios comerciales de la Argentina y el primero en la región Asia-Pacífico. Enmarcó la búsqueda de un acercamiento dentro del Grupo de los 20, la llamada "clase media del mundo", y dentro del Mercosur, pero destacó que Argentina no sólo debe asociarse a China como abastecedor de materias primas. "Será por ello importante el acuerdo en materia de biotecnología agrícola y bioseguridad", adelantó dentro de la estrategia de reconocer a China su estatus de economía de mercado, que Beijing necesita para la OMC, a cambio de la efectivización de acuerdos concretos que hasta ahora estaban sólo en las buenas intenciones.
Kirchner marcó el interés por participar en la construcción de centrales nucleares y reactores de investigación, y en la venta y transferencia de tecnología para la fabricación de Cobalto 60, la provisión de agua pesada a las centrales de potencia chinas y la provisión a las centrales de potencia de combustible nuclear. También mencionó como objetivos el avance en un acuerdo de servicios aéreos y la mejora del parque ferroviario.
"En rubros como combustibles, agroalimentos, manufacturas de origen agropecuario o industrial, sobre un mercado importador de 30 mil millones de dólares estadounidenses, sólo unos 800 millones corresponden a productos argentinos", graficó Kirchner.
Hubo una promesa verbal de Hu de dar a la Argentina un tratamiento turístico preferencial. En rigor, consistiría en ubicar al país dentro del pelotón de 56 naciones que ya gozan de ese favor en China. El sueño es contar con parte de los 40 millones de chinos de alto nivel adquisitivo que, según las proyecciones, se convertirán en el mayor contingente turístico del mundo en los próximos años.
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