Uno de los adefesios más repugnantes usado por quienes han estado en el poder religioso o político, ha sido la especie aquella que designa un milagro. En pueblos como el peruano de secular religiosidad acrítica no parece difícil encontrar eco y hasta asombro frente a estos discutibles hechos. La dictadura delincuencial de Fujimori logró que algunas vírgenes de madera lloraran y otras tonterías por el estilo. ¿Milagro o pura estupidez?

La pregunta se refiere más bien al porqué los medios de comunicación, casi sin variaciones, presentan el suceso como uno de certidumbre cuasi prodigiosa. No se olvide que hay en el menú político múltiples escándalos que involucran a las más altas autoridades del régimen toledista. ¿Se trata de una cortina de humo?

A nadie escapa que la ética es un asunto inexistente en un altísimo porcentaje de la administración gobernante. El lucro preside cualquier iniciativa. Y el rentismo de hasta centavos está detrás de las compras, de los contratos, de las licitaciones, de los puestos burocráticos o de las añagazas compadreras que protegen a amigotes casi siempre débiles mentales pero partidarios y militantes de Perú Posible.

Por tanto, un esperpento como el “milagro” de Barrios Altos sólo puede obedecer a propósitos confusionistas que tienen poco o nada que ver con la supuesta santidad de que se quiere revestir el hecho que aparentemente no va más allá de cierta cucufatería inane y ociosa. Que la gente crea cualquier cosa no es raro en el Perú. Que se convierta en “noticia” solemne y sospechosamente importante, sí que revela un tufo pestilente que nos devuelve a épocas superadas.

Cualquier observador imparcial podría preguntarse si es ¿esta la inteligencia nueva que impera en Perú? Porque de nueva poco tiene y sí en cambio de tradicional, manipuladora y burdísima. ¿Quiénes son los fautores de esta maniobra ridícula? Si hay que respetar al pueblo construyendo la democracia, hay que erradicar esta basura del menú cotidiano en medios de toda índole.

La prensa peruana tiene una altísima cuota de responsabilidad sobre la que no responde. Los políticos y las instituciones conexas, se llevan todas las reprobaciones, y la prensa ¡bien gracias! Pero hay múltiples delincuentes ocultando las reales falencias y taras nacionales porque así conviene a las patotas empresariales que embuten literalmente “noticias” a sus seguidores. Y las más de las veces, con nociones y mentiras de todo calibre.

¡Es hora de actuar y rechazar enérgicamente las imposturas y los mamarrachos!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!