Evaluación del desenlace del referendum

El referendum del 15 de agosto se realizó. El electorado habló. Fue un gran acontecimiento. Fue un gran avance. Pero, como algunos predijimos, no fue el final de la historia. “Así como la actual crisis política venezolana no puede ser resuelta a balas, tampoco será resuelta sólo a votos” habíamos advertido antes del evento, en nuestro anterior artículo antrior titulado “Señales para una purificación nacional” Tal verdad se mantiene vigente.

Ventajismo aparte, generoso petro-gasto aparte, a fin de asegurar adeptos, el gobierno terminó ganando en el ejercicio electoral como tal “en buena lid” -según la evidencia disponible prevaleciente. La oposición incurrió en gran error al “quemar naves” con su apresurada y altisonante inicial denuncia de fraude, sin suficiente sustentación.

Se pretendió desconocer inexplicablemente la consistente evidencia previa de diversas reputadas encuestadoras que aseveraban que el Chavismo podía ganar, y con buen margen. Como lo había resumido una de ellas, Datanálisis, por boca de su vocero Luis Vicente León (mas bien simpatizante de la oposición): “El chavismo tiene con qué ganar”. Se pretendió desconocer el impactante diseño de la campaña del “No” (mas allá del mero gasto), superior al de la campaña del “Si” según lo admitieran incluso algunos calificados analistas de la propia oposición. Y, para completar, se pretendió desconocer reglas de juego asumidas por la propia oposición con el Consejo Nacional Electoral (CNE) y el Centro Carter y la OEA, al abjurar de éstas de la noche a la mañana. No saber perder se paga caro. Al igual que desconocer que a veces pediendo se puede ganar y a veces ganando se puede perder, pues en la política “llueve y escampa”.

Sin embargo, el gobierno podría también pagar caro desconocer la gran magnitud y significado de la porción de los votantes que no quiso apoyarlo (cerca de un 40%) que sumada a los que se abstuvieron (un 23% del electorado) dio un cúmulo mayor que el del “No” a nivel de todo el electorado. En cuanto el primer sector, no debe desconocerse el gran capital político acopiado en la oposición en torno a la llamada Coordinadora Democrática, reflejado en la proeza de haber logrado unificar expresiones de todo el espectro político del país (de la derecha a la izquierda) y social (desde estratos altos a populares -aunque es obvio que el peso de éstos últimos nunca fue tan significativo como en el chavismo). Lo anterior, en forma sostenida y frente a un gobierno poderoso. El liderazgo plural y horizontal tiene más mérito que el liderazgo monocromático y piramidal. En la Naturaleza lo que priva es la diversidad y ella es superior en fuerza que la monoversidad. Como no debe desconocerse la irritación que ha quedado por el ventajismo electoral favorecedor del gobierno antes de la elección así como las dudas que han quedado en muchos sobre la plena pulcritud del proceso. Teniendo en cuenta, en todo caso, que, en los tiempos en que vivimos, todo lo que es verdad se conoce mas pronto que tarde, y todo lo que es mentira también.

En cuanto al sector del abstencionismo, no fue un abstencionismo cualquiera. Fue un abstencionismo más razonado y consciente que lo normal. Un abstencionismo que desafió a las compulsiones e incluso intimidaciones de la polarización de ambos lados. Un abstencionismo en buena parte deseoso de elevar los temas y buscar la reconciliación nacional. Un abstencionismo “tercer-ladista” a lo Gandhi, comprometido con el cambio mayor, pero no avalador de la violencia o extremos ni de un bando ni otro. Un abstencionismo que en buena parte se rehusó a caer en “dilema del si o el no”, por considerar que era maniqueísta ó se quedaba corto. Lo que no quitó que muchos de su miembros pudieran haber apoyado el llamado al referendum en la esperanza de que ayudara a dirimir en forma pacífica el conflicto, y que por tanto consideraran ofensivo que se les hubiese calificado como parcializados a favor de la oposición por la simple invocación de tal mecanismo constitucional (como se quiso implicar burdamente desde el gobierno y el CNE al considerar a todos los que pidieron el referendum como del bando de la Coordinadora). Un abstencionismo, en suma, que tenía su propio respetable mensaje. Un sector que seguirá contando en mucho en lo viene.

Luego de conocerse los resultados oficiales del CNE en verdad hubo poca manifestación en la calle en favor o en contra. Lugar común fue interpretar lo anterior como una evidencia de que los del “Si” estaban “contra el suelo”; o que los del “No”, “avergonzados por un triunfo fraudulento”. Una vez mas, cabe una lectura mas profunda y compleja que la de cualquier interesado análisis polarizado. Como se vio de las semanas anteriores y de la ejemplar civilizada convivencia entre chavistas y no chavistas en las largas y lentas colas para votar, la mayoría de la población se había hermanado en el logro de la paz y el entendimiento nacional como el anhelo mas supremo, ganara quien ganara, y estaba esperanzada por las promesas de inclusividad mutua de cada bando que se observaron antes del plesbicito. Estrechamente relacionado con lo anterior estuvo, por diversas razones -incluyendo una sensata negociación- un papel de colaboración mayor o de tregua por parte de los medios de comunicación. Ante el abrupto y escandaloso impasse entre los resultados anunciados por el CNE y el inmediato grito de fraude por la oposición, dicha mayoría se sumió por tanto en desconcierto y depresión inmovilizadora ó en una especie de huelga de brazos caídos -según como se le quiera ver- mas que la sola estrecha preocupación de quien había ganado o perdido, frustrada por no haberse logrado aún la anhelada común paz y entendimiento. Sea como sea, en la caracterización de lo más importante en juego, la población superó al liderazgo beligerante. El pueblo de Venezuela se creció, en verdad, en todo sentido, durante el referendum del 15 de agosto. Los verdaderos líderes deben tomar nota.

Cabe reiterar en esta evaluación, algo que hemos venido sosteniendo en anteriores apreciaciones: En la crisis venezolana los dos polos han tenido aciertos y desaciertos. Y, aunque ante la acrimoniosa confrontación cueste creerlo, se han estimulado mutuamente para un desempeño superior de cada uno y de un todo del que ambos son parte. Han tenido un papel que cumplir y deben seguirlo cumpliendo en forma más constructiva, si hemos de sumar -en vez de restar- para el logro de un nuevo país. Lo anterior en reivindicación de la ley de la Naturaleza que nos dice que en el Orden Natural “los polos son complementarios no antagónicos”, como lo muestra el emblemático diagrama del Yin y el Yang. Y que, por tanto, lo más importante es el equilibrio y complementación entre los mismos, en vez de su supresión. Sabios son los gobernantes que sepan reconocerlo.

Antes del referendum y a la luz de la confrontación, se evidenció que el mayor acierto del Chavismo había sido su planteamiento sobre lo imperativo de un profundo cambio ante el insustentable orden actual; y su mayor error, el haber querido imponerlo “a troche y moche”. Y se evidenció que en cuanto a la oposición su mayor acierto fue organizarse para resistir los abusos del Chavismo; y su mayor error, no reconocer la flagrante insustentabilidad del actual orden (nacional y mundial) y el imperativo de un cambio profundo. Toda verdadera revolución, por otro lado, debe partir del reconocimiento de que “la revolución mas importante es primero que todo revolucionarse a si mismo” y que “el mejor maestro es Fray Ejemplo”. Lo contrario es castillos de naipes e incoherencia. Podría decirse incluso que en el Orden Natural por lo normal no hay tal cosa como “revoluciones” sino evoluciones y ciclos: el día no emerge de la noche por un decreto o ruptura, le sucede luego de una especie de proceso gradual -aunque en determinadas circunstancias puedan darse “saltos cuánticos” por acumulación de factores.

A la luz de los resultados del referendum y de la fallida diatriba oposicionista en torno a los mismos, es evidente que el formidable liderazgo del Presidente Chávez ha salido fortalecido tanto a nivel nacional como internacional. Chávez ha sido sistemáticamente subestimado por sus enconados detractores, como ha sido subestimado el acierto de algunos de sus programa de gobierno como “las misiones” (la de alfabetización, la de los “médicos barrio adentro”, etc) en llegarle al corazón del pueblo, aunque estas distan de haber sido perfectas y aún confrontan importantes interrogantes en cuanto a su sustentabilidad.

La nueva etapa. ¿Es otro país posible?

Por otro lado, descomprimida un tanto la polarización, ahora viene la exacerbación de las contradicciones o “depuración” dentro de cada polo, para probar su solidez y capacidad de contribución. Del lado de la oposición, evidentemente que las contradicciones se han manifestado más inmediatamente por la inculpación post-derrota y su desacertado manejo de la denuncia de fraude. Pero del lado del gobierno sus conocidos bemoles de incompetencia en demasiado de sus cuadros administrativos, las crecientes denuncias de corrupción, y los feudos de poder con fines estrechos que se han venido configurando en su seno, empezarán a manifestarse mucho más y demandando atención. La absolutamente deplorable nueva matanza en la Plaza Altamira protagonizada por seguidores del chavismo, que empañara tanto el triunfo en el referendum, fue una demostración de peligrosas fuerzas virulentas que se mueven del lado del gobierno, toleradas o aupadas ya por demasiado tiempo. Luego de atribuirle el diablo a la oposición como slogan de su campaña ante el referendum, es imperativo que el gobierno se ocupe de sus también propios serios diablos antes de que éstos lo rebasen a él mismo. El enfrentamiento del problema de la incompetencia podría beneficiarse mucho si el gobierno se abriese mas a aprovechar “nueva sangre” calificada antes oposicionista, de lograrse un clima de distensión y diálogo mutuamente aceptable, en aras de los más altos intereses del país. El enfrentamiento del cáncer de la corrupción exige una cruzada vigorosa y creíble para poner coto a la impunidad, y donde la lealtad -mal entendida- no pueda seguir siendo “patente de corso” o excusa para escudar ningún hecho punible. Y, finalmente, ya sin poder invocar el impasse con al oposición como factor preponderante, el gobierno tendrá que probar su eficacia para atender los grandes problemas del país como la desocupación y la pobreza, la inseguridad y el alto costo de la vida. Los mismos son de una naturaleza tal que lo más sabio y sensato sería una gran sumatoria de esfuerzos, que convoquen a lo mejor del lado chavista, de la oposición y del tercer lado -lo que implica un proyecto nacional mínimamente compartido y el pleno rescate de la convivencia.

Mas allá de todo lo anterior, persisten dos grandes temas donde habrá de probarse que tan consecuente es la voluntad de cambio y que tan vigoroso el compromiso nacional para lograr realmente un nuevo país. Se trata del tema del petróleo y el tema de los medios de comunicación, respectivamente. En análisis anteriores nos hemos referido a ellos como claves tanto para entender la crisis vivida así como para su verdadera solución.

El tema del petróleo como indicador

En cuanto al tema del petróleo, lo hemos caracterizado antes como “el gran karma nacional” (en el sentido de la gran causa de muchos efectos) y en términos de una “petroadición” (ver nuestro anterior artículo titulado “El petróleo como epicentro de la Crisis: Lecciones de un gran karma nacional”). En esto no hemos dicho nada muy original. Distinguidos predecesores como Juan Pablo Pérez y Arturo Uslar Pietri dijeron lo mismo. Y nos hemos basado además, al igual que ellos, en los 100 años de experiencia que nuestro país ha tenido con el “oro negro” ¡De los cuales tales personalidades concluyeron que, en vez de mas desarrollo, en el sentido de una mayor auto-sustentación, cultura productiva y valores morales y cívicos superiores, el país había terminado con menos desarrollo! Esta historia se ha repetido en general en todos los países petroleros mono-productores del mundo, países de los más diversos regímenes -incluyendo “conservadores” y “revolucionarios”. Ante tamaña evidencia, ha tenido que concluirse que el problema no ha estado en cómo se ha aprovechado o no la riqueza del petróleo sino en el petróleo mismo como fuente de riqueza. En este sentido, sin dejar de reconocer los aportes del petróleo al progreso del mundo, el decálogo de su cara oscura ha sido demasiado grande. Su fabulosa renta (pocos a partir de la misma han mantenido a muchos en base a una plusvalía gigantesca entre el “costo de producción” y el precio de venta), ha inhibido o suprimido todos los otros sectores productivos, ha creado dependencia de los desvaríos del precio del petróleo, ha arrollado culturas tradicionales auto-sustentadas, ha incentivado el consumismo desenfrenado, ha causado alto endeudamiento externo, ha inducido a la corrupción y el relajamiento ético-moral, a la desigualdad social, ha sido causante de innumerables conflictos políticos intestinos y guerras a nivel nacional e internacional (en los cuales se ha mostrado además la alta vulnerabilidad de las grandes instalaciones de la industria de hidrocarburos), y ha producido destrucción y contaminación ambiental masiva.

En relación a este último aspecto, tan desatendido tradicionalmente por la industria petrolera, en nuestro país ha estado a la vista el gigantesco ecocidio del Lago de Maracaibo (en cuya cuenca, a pesar de lo anterior, se siguen dando hasta hoy mas concesiones para la explotación), así como los graves efectos a nivel planetario de problemas como la contaminación marina, atmosférica y el calentamiento del planeta -por lo cual el principal jefe científico del propio gobierno inglés los ha tildado como “una amenaza peor que el terrorismo” y hasta Fidel Castro ha hablado de la “fatal era del petróleo” al inaugurar la Conferencia internacional de Desertificación en la Habana. El “oro negro” se ha puesto en contra de los muchos mas valiosos “oro azul” (las aguas) y “oro verde” (los bosques) y la vida misma. Hasta el mismo Presidente Chávez reconoció lo siguiente en la antesala de la II Cumbre de la OPEP en Caracas, en la inauguración de un seminario internacional sobre el futuro energético del mundo que quien esto escribe ayudara a organizar: “La primera y mas valiosa de las energías que hay en el mundo son los seres vivos, mas que el aceite de piedra o petróleo o sus derivados,; los seres vivos, el ser humano, los animales, las plantas, la vegetación, de ellos depende la vida en el planeta, no del petróleo”. Cabe añadir que, contrariamente a lo que alegan los petro-dolientes, el petróleo no esta ocioso en el subsuelo del planeta “esperando a ser explotado”. Tal sustancia viscosa, de centenares de millones de años de antiguedad, ha estado cumpliendo bajo la corteza terrestre delicadas funciones de equilibrio geológico, sísmico y hasta térmico-climático. Ninguna creación de la Naturaleza de esa magnitud está ociosa en el equilibrio ecológico.

En un plano mas espiritual, habría que destacar que la llamada riqueza petrolera, por mal habida a expensas de la destrucción o desquiciamiento de la vida tanto humana como del vital medio ambiente, mal puede, por tanto, erigirse en fuente de vida y mucho menos de combate a la pobreza -como tiende a sugerir el actual discurso oficial en nuestro país, lo que rayaría en un riesgoso “populismo petrolero” creador de erradas expectativas. Como ha dicho Leonardo Boff: “Es imperativo oir tanto el grito de los pobres como el grito de la tierra que sustenta la vida”; sin ello no habrá solución real a los problemas del mundo. Y hace falta asumir esto con un sentido de responsabilidad universal e interdependencia responsable, y no a través de estrechas y ciegas concepciones de “soberanía nacional”. Esto debe ser reconocido por todos los países, sea cual sea su tamaño y poder; desde los Estados Unidos que apenas con menos de un 5% de la población mundial causa cerca de un 50% de su contaminación atmosférica del planeta por su voraz consumo energético e industrial, hasta un país petrolero como Venezuela de cara a un mar Caribe al cual puede afectar la contaminación de nuestra industria de hidrocarburos -para no hablar de la responsabilidad de nuestra producción en efectos de alcance planetario.

A pesar de todo lo anterior, durante el actual gobierno se ha anunciado una nueva y vasta extensión de la producción petrolera y gasífera, que ahora se piensa incluso extender a las aguas territoriales frente a nuestras costas, en una extensión de 400.000 kilómetros cuadrados, o ¡casi igual a lo que los intereses petroleros han identificado como el “territorio de explotable” en tierra firme! Así se ha anunciado con grandes vítores desde el actual gobierno. Dentro de lo anterior, en lo inmediato se ha previsto llevar la producción petrolera a 5 millones de barriles diarios en 5 años y se anuncia en remitidos gubernamentales en todos los grandes diarios nacionales que el país tiene reservas de petróleo ¡para 285 años! Se otorgan nuevas controversiales explotaciones de gas y petróleo en zonas como la plataforma deltana y Golfo de Paria, contigua al Delta del Orinoco, región altamente vulnerable desde el punta de vista ecológico y al mismo tiempo altamente valiosa desde el punto de vista biótico-cultural (como asiento de manglares y aguas seminales de vida incluso para buena parte del Mar Caribe, así como de ancestrales culturas indígenas y vernáculas de aleccionadora tradición de auto-sustentación para el sabio aprovechamiento y custodia de tan valiosa región -todo lo actual estaría amenazado por la arrolladora parafernalia gasífera-petrolera a instalarse en toda la zona). Aprovechando la creciente demanda del gas por considerársele menos contaminante en su combustión que el petróleo (no así en su ubicación, extracción y procesamiento que pueden ser tan contaminantes y tan riesgosos o mas que el petróleo), se habla de convertir al país en gran potencia gasífera mundial con planes de grandes gasductos desde Venezuela a Colombia, Panamá, Estados Unidos, Brasil, y de exportación incluso a mercados lejanos como China e India.

Se promete a ese insaciable consumidor de energía que es Estados Unidos (donde la gente se ha acostumbrado incluso a depender hasta de cepillos de dientes eléctricos!) “suministros seguros” por parte de Venezuela; concesión que comprometería y gravaría nuestra autodeterminación y patrimonio territorial en forma inaceptable, y que fuese resistida en los tiempos de la vilipendiada IV República (a pesar de las presiones de los Kissingers y otros del momento y de que figuráramos en ese entonces, por la confrontación de la OPEP con el Norte industrial de los setentas, en planes de invasión militar -como seguramente figuramos ahora). Irónicamente, entre los prominentes interlocutores actuales trasnacionales para tan generosos fines suplidores figuran empresas como la Chevron-Texaco. La misma de la cual la actual Asesora de Seguridad Nacional de George Bush, Condoleza Rice, fuese conspicua Directora antes de incorporarse a su gobierno para ponerse al frente de la actual beligerante política exterior de ese país, por la cual ha tenido severos encontronazos con el gobierno venezolano actual (desde cuyo mas alto nivel llegó incluso a tildársele como “analfabeta retrógrada”, en algún momento de máxima pasión); para no hablar del conocido controversial historial de daños ambientales y a las culturas indígenas que Texaco ha dejado en la floresta amazónica del Ecuador, por lo cual ha sido incluso objeto de demandas en las cortes norteamericanas. Se ha anunciado además la creación de una plétora de empresas con otros países de la región latinoamericana, como Petrosur, Petroamérica, Petrocaribe, etc, para la integración de grandes planes conjuntos de explotación transporte y suministro, motorizados y financiados por PDVSA.

Al margen de quien se quede con cuanto de las tajadas del ingreso petrolero, y al margen de -hay que reconocerlo- los fines mas sociales-públicos del gasto de petrodólares durante el gobierno bolivariano, en sus descomunales planes de expansión, la apertura petrolera petrolera-gasífera del gobierno de Chávez no se diferencia mucho de la vilipendiada IV republicana-Calderista Apertura de la PDVSA de Luis Giusti, que adversáramos por ello en su momento, en coincidencia con las posturas públicas del entonces candidato Chavez. Luis Giusti llegó a decir que para los planes de expansión de su PDVSA “el cielo era el límite”. Algo que no parece muy distinto de lo actual -aunque en cuanto a la producción de petróleo como tal su administración quería llegar a 10 millones de barriles- incluso a expensas de defenestrar a Arabia Saudita y a la OPEP. El actual Presidente de PDVSA Alí Rodríguez, en su carácter de primer Ministro de Energía del gobierno de Chávéz en 1999, hizo duras críticas a la apertura de la PDVSA de Luis Giusti por su “carácter inconsulto, cupular y anti-democrático” y porque se pretendió “vender con una campaña publicitaria como si fuera un producto” (El Nacional, 14-3-99).

La verdad es que la actual Apertura no se ha caracterizado por lo contrario. ¿Ha habido un verdadero debate o consulta nacional sobre sus grandes planes, comprometedores del curso nacional por décadas (o siglos si hemos de creer al alarde de las reservas para ¡285 años!)? ¿Se ha discutido con la sociedad las implicaciones de declarar toda la plataforma marina continental de Venezuela, de 450.000 km2, territorio para la explotación gasífera y petrolera, con todos los riesgos que ello puede comportar para el medio ambiente marino, nuestro patrimonio territorial y los deberes de custodiarlo responsablemente como patrimonio del planeta? (En Costa Rica, por el contrario, se ha planteado la moratoria de la explotación de hidrocarburos en su mar territorial como política de estado a fin de proteger los recursos marinos) ¿Y qué decir del espinoso asunto de las concesiones en la región Delta-Paria? ¿Y los continuos grandes planes de expansión petroquímica, cuyos procesos y productos están cada vez mas cuestionados en el mundo por sus efectos o riesgos para la salud y el medio ambiente? ¿Se ha tenido en cuenta la opinión e intereses de las poblaciones locales a ser afectadas por los megaproyectos de explotación, algunas de las cuales como las de campesinos, pescadores e indígenas han tenido con frecuencia una trágica experiencia con los mismos donde quieran que éstos se han erigido? ¿Y qué decir de los grandes planes de suministro o explotación con clientes o socios diversos en el continente? ¿Por qué no se ha contemplado en los grandes planes de PDVSA y el MEM la inversión en nuevas fuentes ecológicas de energía (como la solar, la del viento, mini-hidro, biomasa-ecológica, de las mareas marinas (portentosa, por cierto, en la zona Delta-Paria), ó la muy revolucionaria y promisoria fuente del hidrógeno, para citar sólo algunas opciones, en todas las cuales tenemos abundantes materias primas)?

¿No es justo que, así como se piden referendums, consultas y debates con los pueblos antes de decidir sobre la apabullante propuesta del ALCA de Estados Unidos, o se elogia el referendum en Bolivia sobre los planes gasíferos-petroleros de su gobierno, en vista de la gran incidencia de ambos en el futuro de los respectivos pueblos, debe haber también un similar serio debate y consulta nacional en nuestro país sobre la gigantesca expansión gasífera-petrolera que pretende el gobierno nacional ? Es irónico que entre los que hoy exigen tal tipo de debate se encuentren figuras como Luis Giusti, quien ha declarado ahora desde su trinchera de opositor: “ya es hora de que el pueblo venezolano... exija al gobierno actual y a cualquier futuro gobierno explicaciones claras acerca de sus planes y propósitos y aprenda a exigir rendición de cuentas y a no dejarse engañar”(El Nacional, 3-3-02). ¿Lección aprendida, fariseismo, o simple aplicación del adagio bíblico “con la vara que midáis seréis medido”? Lo importante es la verdad de fondo.

A todo lo anterior cabe añadir algo más: La industria petrolera, esté en manos de quien esté (trasnacionales, tecnócratas o gobiernos), ha probado ser consistentemente anti-democrática e incubadora de autoritarismo. Así lo muestra abrumadoramente la evidencia internacional histórica (entre la cual destacan estudios empíricos comparativos como los de Terry Karl y Michael Ross). Por la sencilla razón de que las inversiones requeridas para la explotación petrolera y gasífera son gigantescas así como gigantesco es el ingreso producido, ello conlleva una inherente concentración de poder económico en los operadores. Y toda concentración de poder económico es, a su vez, inherentemente anti-democrática. En los países petroleros quién controle el petróleo tiende a controlar la política. Como muestra de lo anterior está el zigzagueo que ha seguido la crisis política venezolana de los últimos tiempos. Sin el petróleo la asediada revolución venezolana no habría sobrevivido; y cuando perdió el control de éste, durante los intentos oposicionistas defenestradores de abril del 2002 y diciembre-enero del 2002-03, estuvo muy cerca de ser derrocado. Si se es sincero con el ideal democrático hay que salir de la insana y hegemónica riqueza petrolera que, como la experiencia histórica ha mostrado, no ha reconocido, a fin de cuentas, ningún otro amo que su propio interés. No infrecuentemente el petróleo ha terminado devorando a sus mas conspicuos detentadores. Hasta el Padre de la Industria John D. Rockefeller terminó diciendo: “Toda la fortuna que he logrado no ha compensado la ansiedad que he sentido en el negocio petrolero".

La hegemónica dependencia del “oro negro” tiene la misma lógica del paradigma minero y de allí no en vano la vinculación semántica del petróleo con el oro. Simón Rodríguez, el venerado maestro de Simón Bolívar, predicó en contra de la economía minera heredada de la Colonia, por su carácter inducidor de dependencia y por su naturaleza depredadora, abogando más bien por la concentración en los recursos naturales renovables. De lo anterior, son testimonio sus siguientes señalamientos: “El“La plata y el oro halagan la avaricia y al cabo empobrecen al minero: porque sus vetas se pierden o se agotan, y él sigue buscándolas como perro hambriento, que, después de haberse tragado el bocado, se queda olfateando el lugar donde lo halló... Perú debe pensar menos en buscar minas que en buscar aguas”. Por otro lado, Uslar Pietri, uno de los mas insignes historiadores que ha tenido Venezuela, en su carácter de orador de orden ante el parlamento venezolano en la ocasión de una histórica conmemoración del sesquicentenario de la muerte de Bolívar en 1980, resaltó en tan magna oportunidad la riña entre la Venezuela petrodependiente y la soberanía genuina por la que luchó Bolívar, al enfatizar los siguiente al cierre de su discurso: “un torrente ciego de riqueza se ha desbordado sobre nuestra tierra ...riqueza incontrolable, no producida por nuestro esfuerzo, no dirigida por nuestra voluntad..La ola del petróleo nos aleja y nos aliena de Bolívar. No permitamos que al accidente geológico del petróleo nos cambie y desvíe hasta el punto de convertir a Bolívar en un remoto accidente histórico..A las puertas de la Soberanía Nacional está el Libertador. ¡No lo hagamos esperar!". Ante todo lo anterior, resulta irónico que se pretenda hacer descansar una acción nacional e internacional que hoy invoca a Bolívar y a Simón Rodríguez en una riesgosa dependencia del “oro negro” como “palanca de poder” o “base revolucionaria”.

Cabe señalarqueen el tema de la petroadicción (que ahora pretende ser reforzado con el de la “gas-adicción”), el gobierno y la oposición han estado “en la misma cama”. Los planes de la oposición, de haber ésta accedido al poder, contemplan hasta una cuadruplicación de la actual producción, con la misma historia sin fin del petróleo como “motor de la economía nacional”. Y cuanto ha habido críticas al actual gobierno por su febril política de concesiones no ha sido para cuestionar un erróneo paradigma sino para señalar que “el trozo del pastel que le ha quedado a Venezuela de los contratos con las transnacionales ha sido muy pequeño” (¡).

A la mono-ideología de la petroadicción-gasadicción como fatal opción, replicamos con la consigna del Foro Social que “Otro país y otro mundo no sólo es imperativo sino también posible”. Que la vida y la sustentabilidad en el planeta vienen primero. Que debe saldarse la -por tanto tiempo postergada e imperdonable- “deuda ecológica” del petróleo, a fin de sanear o restaurar -en todo lo que sea posible- la devastación y contaminación dejada por la industria petrolera, y ello incluso prioritariamente a seguir dando insensiblemente mas concesiones en las zonas mas afectadas. Que la promesa de las energías-renovables ecológicas, que por lo demás son por naturaleza mas descentralizadas, democráticas, y menos vulnerables que los hidrocarburos, es real y viene en camino con una imparable revolución tecnológica. Que si, a modo de ejemplo, la pequeña Islandia, en sociedad con corporaciones tan emblemáticas de la era del petróleo como Shell y Daimler-Chrysler, se ha propuesto convertirse en 35 años en la primera economía del mundo propulsada por la alternativa del hidrógeno, e incluso con capacidad de exportar tal energía considerada como una de las mas próximas a sustituir el petróleo, Venezuela, con mucha mas opciones para hacerlo, también podría proponérselo. Que la verdadera revolución es el cambio del paradigma energético, a nivel nacional e internacional. Y que si los países petroleros fuesen mas inteligentes y sensatos, por sus propios intereses y los del planeta, se embarcarían ya, antes de que sea demasiado tarde, en una transición ordenada y gradual y resuelta a tal fin, utilizando los recursos petroleros como palanca de inversión y empezando a recortar los planes de expansión en hidrocarburos (lo opuesto a lo actual), en un plazo de tiempo determinado serio -que hemos estimado podría frisar en los 30-40 años. Lo contrario es arriesgarse a ser arrollados por el carro de la historia. Y que, finalmente, es posible otra economía no basada en el petróleo mucho mas sana, diversa y sustentable -para lo cual nuestro país está excepcionalmente dotado. La Venezuela post-petrolera como meta imperativa y posible es un deber fundamental insoslayable de toda verdadera revolución en nuestro país y para el país todo como proyecto de cambio.

El tema de los medios como indicador

El tema de la responsabilidad (o irresponsabilidad) social de los medios de comunicación también ha estado en el tapete central de la crisis política venezolana, como en ningún otro lugar del mundo; llamando a todos la atención sobre su carácter estratégico y crucial. En la confrontación venezolana los actores políticos han tendido a confinarlo a la lucha por el poder. Del lado del gobierno se ha tendido a denunciar a los medios privados por haber asumido un “rol político proselitista”, por “golpismo político”, por ser “instrumento de la oligarquía”. Del lado de los medios se ha denunciado al gobierno por “totalitario”, y “grave amenaza a la libertad de expresión”, al tiempo que los medios se han auto-presentado como “paladines de la libertad y la democracia” y “abanderados hacia una sociedad mas democrática y de paz”.

Sin embargo, no se ha llegado suficientemente a lo más importante del asunto: el papel de los medios como escuela de anti-valores. Salvo honrosas excepciones, hasta un examen superficial de la actual programación cotidiana y tipo de cuñas de la TV nacional, el medio mas influyente, revela una desoladora prominencia de valores de violencia, consumismo materialista, desenfreno sexual, pornografía, propagandas engañosas o confundidoras, y burda chabacanería, con frecuencia sin mucho respeto por la mente particularmente susceptible de los niños y jóvenes. La TV comercial hasta irrespeta olímpicamente normas como la de la prohibición de la propaganda licorera, a través de conspicuas cuñas para la indirecta promoción de la cerveza. La violencia incluso revolotea en “programas de opinión”, como uno del lado oposicionista al gobierno titulado “Alo Ciudadano”, de estilo burlón pugnaz, a pesar de su afán de presentarse como fino, de “encuestas de preguntas entubadas”, y que siempre termina con una ruidosa rotura de cristales a los gritos de un vociferante animador. El gobierno, para no quedarse atrás, ha aupado desde el canal del estado otro programa a contrapelo del anterior con el “espelucador” título de “La Hojilla”, intimidador artefacto que abunda como ornamento entre los animadores, y donde la implacable descalificación personal de los adversarios es frecuente.

Cabe recordar la definición de violencia emitida desde la Organización Mundial de la Salud: “El uso intencional de la fuerza física o el poder, en amenaza o en hecho, en contra de si mismo, otra persona, o en contra de un grupo o comunidad, el cual resulta o tiene alta probabilidad de resultar en herida, muerte, daño psicológico, maldesarrollo o privación”. Definición dada en el Informe de la OMS sobre la Violencia y la Salud del 2002, que califica a la violencia como “flagelo universal que rompe la fibra de las comunidades y amenaza la vida, la salud y la felicidad de todos". Nótese la reivindicación de anterior con enseñanzas clásicas como la gandhiana, que predican “la no violencia en la acción, la palabra y el pensamiento” para que sea real; que advierten incluso que toda violencia termina revirtiéndose contra los propios perpetradores (“el que a hierro mata a hierro muere” -dice el viejo adagio); y que señalan que la no violencia es más poderosa que la violencia para ganar las almas y corazones.

Retomando el inventario, en la programación televisiva también se observan “concursos de competencia” a veces con nombres bastante violentos como el de “la guerra de los sexos”; escenificando todo tipo de frívolas o degradantes actividades entre seres humanos, a veces involucrando la crueldad contra inocentes animales.

En suma, la TV local se ha convertido en una especie de degradante circo romano, que propende a la idiotización de la población y a sembrar en ella anti-valores de violencia e individualismo irresponsable. Una muy pobre base para construir la sociedad democrática y de paz de la cual los medios han dicho ser abanderados.

Tal problemática se manifiesta también en los otros tipos de medios, pues se trata de un modelo global para captar a los “consumidores”.

Así, también podemos observar atónitos como un supuestamente muy circunspecto diario como El Universal no muestra mucho escrúpulo para seguir publicando en lugares destacados propagandas para la venta de útiles escolares con una mujer semidesnuda como señuelo, a pesar de la reiterada protesta en defensa de nuestros niños y jóvenes de una ONG para que cese de hacerlo (donde ha estado el Ministerio de Educación?); para no hablar de las páginas con avisos de servicios pornográficos de un diario como Ultimas Noticias, que nos preguntamos qué le aportan a su pretensión de erigirse como nueva referencia ejemplar en el periodismo nacional. Todo lo anterior, ante la mirada leniente de las autoridades competentes, que quizás han tenido “cosas mas importantes” que atender, o han estado confundidas por algunas iniciativas insólitas desde el lado del mismo gobierno como la que pretendió desde la bancada oficialista restituir formalmente las cuñas de tabaco y alcohol prohibidas en la televisión (un legado desde la vilipendiada IV República), pretensión que felizmente no progresó ante la presión de los sectores políticos y sociales que aun creen en la defensa de la salud pública y la protección de la población más vulnerable (aunque, a juzgar por la actual campaña propagandística cervecera disfrazada, pareciera que la misma actuase con alguna “patente de corso”-). Todo lo anterior también ante la mirada leniente de la Iglesia y otras instituciones religiosas y de custodia de la moral y ética elementales. Así como la omisión de auto-regulación y elemental responsabilidad social de los medios. Y la ausencia de la protesta beligerante de la apabullada y alienada ciudadanía misma. Y, finalmente, la falta de opciones para otro tipo de medios con un contenido mas edificante.

Se nos dirá desde los medios que ese es el modelo mundial; que ellos necesitan de tal tipo de programación “llamativa” para tener “rating” y, consecuentemente, mas anunciantes -ingreso para sustentarse; que “eso es lo que el público quiere”; que las cuñas comerciales que ellos muestran son cosa de los anunciantes; etc, etc. Igualmente dijeron los emperadores de Roma para justificar sus circos romanos, pero ello no frenó la decadencia y el colapso del Imperio, sino por el contrario lo alimentó aún mas, favoreciendo un perverso “círculo vicioso” -en vez de virtuoso.

Contestamos, por tanto, al igual que el caso del petróleo, y parafraseando al Foro Social, que “Otro país y mundo es imperativo y posible”. Con otro tipo de programación en los medios, otro tipo de anuncios comerciales, otro tipo de medios mas responsables y sensibles, normas y valores de regulación y auto-regulación que funcionen, a fin de proteger a los ciudadanos y en particular a niños y jóvenes de tanto improperio y agresión; y, en definitiva, a fin de contribuir realmente a la formación de un nuevo ser humano, de un nuevo ciudadano, y de un nuevo país; en ejemplo también para el resto del mundo.

El tema de los medios es otro tema clave para que la revolución y para que el país todo pruebe realmente su autenticidad, su compromiso, su coherencia. Recordando que, como dijo el Libertador: “Son ciudadanos virtuosos más que leyes los que hacen las repúblicas” y que “Moral y luces son nuestras primeras necesidades”.

En suma, a fin de estar a la altura de la tarea, no habrá verdadera revolución, verdadero profundo cambio, a menos que haya un cambio en los patrones de consumo y producción, un cambio de valores, un cambio de la visión del mundo, un cambio de conciencia, un cambio, en definitiva, de civilización, en la dirección del no dañar y la no violencia, vale decir en la dirección de la compasión y el amor. El asediado mundo actual requiere no menos de eso para poder sobrevivir y reflorecer. Un cambio que reivindique y ponga en el centro la superior identidad espiritual y ética del ser humano y su vocación inherente para vivir en armonía con sus semejantes y la Creación.