Uno de los indicadores más reveladores de los proyectos post electorales del New Labour es la forma en la cual un posible pase del Reino Unido al euro sirve para distraer la atención del escándalo de las asesorías jurídicas del Ministerio de Justicia antes de la Guerra de Irak. Para apreciar toda la significación de este desvío de la atención, hay que recordar que convertir a Gran Bretaña en una de las líderes de Europa era la idea central del proyecto de Blair de 2007 y que para ello había que adoptar el euro. Pero para poder permanecer en el poder hubo que abandonarla. Hoy día, luego de esa negación Tony Blair haría mejor en buscar el medio para abandonar su puesto de la forma más honorable. Lo mejor sería lo antes posible.
La situación actual lo confirma. Los trabajadores habrían podido plantear la cuestión europea y evitar el atolladero iraquí, pero los malos análisis de la situación lo echaron todo a perder. Cuando Tony Blair llegó al poder en 1997, era admirado en nuestro país y en Europa, y utilizaba la popularidad que despertaba en ambos contextos para fortalecer su legitimidad. Sin embargo, se negó a adoptar el euro, rechazando enfrentar a los euroescépticos cuando estaba en posición de fuerza. Por último, adoptó el lenguaje del adversario («veto», «soberanía», «línea roja», etc...) y priorizó la «relación especial» con Europa. Por consiguiente, siguió a los Estados Unidos al lodazal iraquí y abogó por americanizar la economía europea.
Debido a esa política, los franceses podrían rechazar el Tratado Constitucional, no por razones de soberanía como en Gran Bretaña, sino porque no quieren lo que consideran un viraje «neoliberal». Se trata de una mala apreciación del texto, pero el color de la Comisión Barroso no los tranquiliza. Si Francia acepta el No, la Unión Europea se fragmentará y Francia y Alemania se acercarán; si Francia acepta el Sí, los laboristas deberán organizar un referendo que no pueden ganar. De todas formas, Blair parecer decidido a alejar a Gran Bretaña de Europa. Pero, cuando Alemania haya terminado de digerir el coste de la reunificación, la economía europea resurgirá y se verá la fragilidad de la economía británica.

Fuente
The Guardian (Reino Unido)

« A dream jettisoned, like ballast, to keep him afloat », por David Clark, The Guardian, 2 de mayo de 2005.