El gobierno del presidente George W. Bush tiene, entre sus principales hipótesis de conflicto, a algunos países de América Latina que han logrado concretar políticas alejadas de los mandatos del Departamento de Estado, tradicional fuente de decisiones para los gobiernos del continente.

Esa es una evidencia que se acentúa y, sin duda, preocupa a varios gobiernos que ven en la cúpula gobernante de los EEUU la decisión de derivar su política exterior agresiva a su llamado “patio trasero”, con el fin de imponer gobiernos que no contraríen sus intereses.

En el encuentro contra el “Terrorismo, por la Verdad y la Justicia”, que se realizó en La Habana, se alertó del peligro real de un magnicidio contra el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Ello fue denunciado por el vicepresidente de ese país, José Vicente Rangel, que habló ante los delegados de 69 países que participan en el evento. “Si matan a Chávez —dijo— el gobierno de EEUU será el principal responsable”. El objetivo es hoy, sin duda, Venezuela, país que provee a los EEUU del 15 por ciento del petróleo que consume y que además tiene bajo su suelo las reservas mayores que existen en el mundo. Es un bocado demasiado importante para el presidente George W. Bush, integrante de una “petrofamilia”, que ha impulsado la política exterior de su país para controlar, sin medir en víctimas ni costos, ese elemento no renovable cuya producción está ingresando en un período de ocaso.

En La Habana, como es obvio señalar, se avanzó en iniciar trabajos a favor de una concientización continental que tenga en cuenta la actual coyuntura, y que determine acuerdos para denunciar en todos los ámbitos los principales elementos de la política encabezada por el presidente de EEUU. Para ello se han analizado las acciones terroristas llevadas adelante en nuestro continente que, históricamente, han sido el producto de la política impulsada por EEUU, que ha determinado una suma gigantesca de víctimas.

“Debemos transformar el Cóndor en una gigantesca Ave Fénix”, dijo Castro en un momento de la discusión, simbolizando en la frase la respuesta que se está construyendo para defender la integridad del continente, dejando a los pueblos libres de zozobras, para así permitirles construir su futuro.

Es evidente que la situación en América Latina se abre en varios planos de análisis. Cuba, sin duda, es un país que se ha mantenido enhiesto por años, pese al bloqueo y las agresiones. Es un vecino molesto para EEUU, pero consolidado que, además, parece haber comenzado a resolver problemas vitales. Muchos de ellos son visualizados con preocupación por quienes vivimos en sociedades de consumo, sin advertir que en nuestra visión manejamos otros parámetros de vida, diametralmente distintos a los del pueblo cubano. Si se llevan a dólares los sueldos que cobran los trabajadores cubanos, por ejemplo, quienes venimos desde otros países quedamos sorprendidos. Sin embargo, cuando vemos la otra parte de la realidad, advertimos que la cubana es una sociedad austera, pero con elementos esenciales resueltos.

Los servicios públicos tienen un costo que está en relación con los ingresos de la gente. Por el suministro de agua se paga 0,50 pesos cubanos por mes, algo similar ocurre con la energía, que tiene una incidencia en la economía familiar que no tiene comparación con lo que vivimos los uruguayos. Las comunicaciones telefónicas nacionales tienen un precio insignificante, pero no así las internacionales, que se incrementan por el costo de las conexiones con diversos satélites europeos. El combustible para ser utilizado en automóviles particulares se debe pagar en divisas, siendo el del transporte colectivo una de las carencias más importantes que se observan en la capital cubana.

La atención de la salud es gratuita, como también la educación. Y no sólo eso. No hay un solo niño en edad escolar que no concurra a un centro de enseñanza además de haber logrado la isla - como se enorgullece el propio Fidel Castro - tasas de mortalidad infantil que son menores a la de los propios EEUU.

Niños que son provistos con ropas adecuadas, calzado, libros, etc. Tampoco existe la desnutrición infantil, ni se repite en la isla el drama que se verifica en la mayoría de los países del continente, que es la muerte de niños por carencia de alimentación.

Son claros y oscuros de una sociedad particular y de un gobierno que sigue creyendo como beneficioso el sistema de partido único y que, además, no admite la disidencia política, de la que se defiende con firmeza. Sin embargo, veamos el caso uruguayo, en que funciona una democracia representativa formal pero en la cual más de un millón de personas se encuentran sobreviviendo por debajo de la línea de la pobreza.

La centralidad de la estrategia de Bush no está dirigida hoy justamente contra Cuba, país con el cual mantiene una vinculación que podría calificarse de “neutralización” mutua, sino en contra de otros intereses, esenciales en nuestra época, como la riqueza petrolera de Venezuela.

Por eso la cita en la capital cubana es un primer y decisivo paso. En la medida en que el terrorismo de Estado (Plan Cóndor y otras variantes históricas y presentes) se vehiculiza en una alianza criminal entre la ultraderecha norteamericana y su instrumental CIA, los ejércitos de distintos países, el fascismo y la mafia anticubana, sean denunciados, repudiados, juzgados y erradicados, en su esencia de filosofía de dominación, emergerá un futuro de justicia y reales posibilidades de redención de nuestros pueblos. Es el comienzo de un trabajo por la independencia del hemisferio, poniendo punto final a los asesinatos y desapariciones alentados e impulsados por la CIA en América Latina durante más de 50 años.

Un posible intento de magnicidio en contra del presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, podría considerarse como una prolongación en el tiempo de la Operación Cóndor. El vicepresidente venezolano, Rangel, en su intervención especial ante el plenario advirtió que en la preparación del posible magnicidio están vinculados paramilitares colombianos y sicarios cubanos residentes en Miami, y tras ellos, moviendo los hilos, está la CIA.

“Ese sería un crimen de la CIA, un crimen del gobierno norteamericano, un crimen del presidente Bush, y de su equipo de gobierno”, puntualizó.