En Kohler, Wisconsin, la fábrica de elementos de plomería y de tinas de baño KBF emplea 2 000 obreros en condiciones de trabajo particularmente duras, que los sindicatos denuncian periódicamente. Después de numerosos accidentes, el sindicato United Auto Workers (UAW) hace saber a la dirección que, de no llegarse a un acuerdo, los trabajadores de la fábrica se pondrán en huelga el 5 de abril de 1954. La dirección recurre entonces al gobernador en busca de ayuda ante «la amenaza bolchevique». Técnicos del FBI son enviados a la fábrica para instalar barreras de alambre de púas, miradores de vigilancia y reflectores, equipamiento prestado por el departamento de prisiones del Estado. El director del FBI obtiene para la fábrica un préstamo -cuyo monto se deducirá de los impuestos- que le permite comprar a precio especial una serie de equipos «de protección de obreros», como granadas lacrimógenas, fusiles de mazorca, revólveres y 75 000 balas. 120 guardias armados son contratados. La huelga durará hasta septiembre de 1960, cuando el Nacional Labor Relations Borrad obligará a la fábrica Kohler a establecer negociaciones, a reintegrar a los 1 400 huelguistas y a pagarles 4,5 millones de dólares en sueldos a título retroactivo.