El 29 de marzo de 1971, una corte marcial declara que el teniente Calley es el principal y único culpable de la matanza de My Lay, en la cual su compañía había asesinado, tres años antes, más de 500 civiles vietnamitas indefensos. Centenares de personas fueron concentradas en un foso y ametralladas. Los niños heridos que trataban de salir del hueco fueron abatidos. Una treintena de mujeres que salían de un refugio con los brazos en alto, son asesinadas con sus bebés. Lejos de tratarse de una crisis de locura criminal que afectaba soldados sádicos, la operación se llevó a cabo de manera sistemática y ordenada, y se prolongó por varias horas. Para desentenderse del asunto, el ejército estadounidense no cesó de insistir en que la responsabilidad de los soldados era individual. En cuanto a Calley, afirma que recibió orden de «hacer una limpieza en la ciudad». Ninguno de los demás participantes de la matanza resultó inculpado. El único sentenciado en el proceso fue Calley para quien se pedía cadena perpetua, pero resultó liberado por orden del presidente Nixon, tres días después del veredicto. En 1974, fue discretamente beneficiado por una medida de gracia.