“Me llama a una profunda preocupación y reflexión porque este grupo (de ministros) ha ido a rogar, a hacer un lobby piadoso, a pedir que, por favor, nos ayuden y flexibilicen su posición. Entonces, ¿para qué hemos tenido nueve meses de negociación? Para terminar poniéndose de rodillas”, dijo David Waisman refiriéndose al viaje emprendido por Alfredo Ferrero, ministro del TLC y Asuntos Foráneos, oficialmente de Comercio Exterior, PPK, Manuel Manrique y otros a Washington, a dar testimonio de buena conducta ante el gobierno de Estados Unidos.

¿Miente Waisman? Mi impresión es que ha sido muy sincero y al serlo interpreta lo que muchos piensan sobre este particular. ¿No es Alfredo Ferrero, el ministro del TLC y Asuntos Foráneos, oficialmente de Comercio Exterior, el que dijo que “no había que politizar el vídeo de Lan Chile” un par de meses atrás? ¿Con qué autoridad moral habla quien no tiene la más mínima trabazón con Perú y sí con las políticas del país del norte?

Han sido varias las rondas de “negociación” y esta palabreja fue envilecida desde el principio porque el presidente Toledo tuvo la mala idea de expresar que el TLC con Estados Unidos se aprobaba “sí o sí”. ¿Qué negociación es aquella que anticipa resultados y a favor no del Perú sino de los que están al otro lado? La impostura no puede ser más vergonzosa. ¿Y qué ha dicho el “jefe del equipo negociador” Pablo de la Flor durante todo este tiempo?: que todo va bien, que hay mucho optimismo, que se esperan resultados sorprendentes y demás monsergas propias de quien sabe muy bien que con cualquier resultado, él ya tiene su puesto de trabajo porque será contratado por las transnacionales para supervisar su estancia en Perú.

Siempre Perú y su “equipo negociador”, distinguióse por claudicante, por mantener una singularidad al margen de Ecuador y Colombia que generó no pocas reprensiones y censuras de estos países y el sello tributario, servil, humillantemente vasallo con Estados Unidos lo puso Perú y de eso hay expresiones públicas abundantes vertidas por de la Flor y por Ferrero. Basta con recordar que ambos se tiraban de los cabellos cuando a fines del año pasado, presionaban por la firma del TLC porque su amigote Robert Zoellick, dejaba el cargo en la administración norteamericana. ¿Amor al chancho o a los chicharrones?

Un ejemplo práctico. ¿Qué ocurriría con cualquier empresa transnacional amparada por el TLC en Perú? En caso de conflicto, se crearían tribunales ad hoc, con capacidad para emitir resoluciones con fuerza de ley. Y esto tiene una importancia capital, porque no hay ninguna garantía que la jurisprudencia peruana sea respetada y sí más bien avasallada por los intereses de esas firmas que trabajarían, ciertamente, con los bufetes de abogados peruanos especialistas en coimear, abusar, tergiversar, profanar, lo que fuese con tal de justificar los pingues dólares. ¿No era que la ley del Perú está por encima de cualquier otra legislación? ¡Con el TLC, eso no existe más!

Además, en casus belli, lo ocurrido con Tintaya y Yanacocha, sería apenas un gesto tímido, un piece of cake, porque entonces, los medios televisivos, escritos o hablados, estarían las 24 horas emitiendo mentiras, distorsionando casos, enfrentando vanamente a los peruanos, con el avieso propósito de lograr el triunfo de las causas de estas empresas que sí saben pagar muy bien la publicidad. ¿Faltan demostraciones de esto último?

Waisman ha dicho una verdad monumental y es imposible que voces como las de Vega Monteferri, Woodman Pollit o Ferrero, sin eco ni estatura patriótica de ninguna especie, puedan acallar.

Y, por último, si no le creen a David Waisman, ayer mismo, el ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, advirtió que en el caso del TLC no debía apurarse una mala negociación por parte de los países andinos. Y conste que Clinton no habla por sí solo como no lo hace nunca un ex jefe de Estado de Gringolandia.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!