La política peruana está llena de “luchadores anti-corrupción”, “esclarecidos intelectuales progresistas”, “líderes por los derechos humanos”, la mayoría son fabricaciones mediáticas que se barnizan por mamarrachos en forma de libros, conferencias sosas y de tenores resobados por lugares comunes y financiadas por ONGs particulares y con la clara intencionalidad de posicionar íconos, figuras y figurones que diría González Prada. Entre esos ¡qué duda cabe! Niño Diego García Sayán descolla en proporción al abultado presupuesto que dedica al culto de su vanidad inane.

El asesor del Banco Central de Reserva que gana por un trabajo que nadie conoce casi S/. 20 mil soles al mes, Niño Diego, también aprovechó la marea para declarar sus afanes “anti-corrupción”. Interesante para cualquier revista poner de relieve algunas de las hazañas de este Narciso de juguete. Debo sí, puntualizar, que estas críticas son reiteradas y antiguas, desprovistas de cualquier pesca electoral o afán oportunista.

Cuando la inmoral y profundamente anti-derechos humanos dictadura de Fujimori, la chacrita productora de dólares, la ONG privada de Niño Diego García Sayán, la Comisión Andina de Juristas CAJ, contrataba con el Poder Judicial para asesoramientos. ¿Qué, le enseñaba de derechos humanos al fujimontesinismo? Y se dice que en estos enjuagues comerciales, como interlocutor, estaba Walter Albán, el actual y precarísimo Defensor del Pueblo no ratificado hasta en cuatro oportunidades por el Congreso.

Durante el paniaguato Niño Diego García Sayán ocupó el ministerio de Justicia. Desde allí presionó a la Cancillería para que fletara misiones de embajadores a propiciar por Latinoamérica, su candidatura a juez de la CIDH. Advertí entonces que la ambición del susodicho era legítima pero que tuviera la elegancia de ¡financiar esa campaña con su dinero y no con el de los contribuyentes!

En este gobierno, Niño Diego García Sayán adviene a la Cancillería y mientras que en Chile, en junio-julio del 2003, pulverizaban a Aerocontinente, con mañas mil, Niño Diego condecoraba a Soledad Alvear, titular de RREE del país del sur, en Lima. Pregunté entonces: ¿qué, aquí se premia a quienes aniquilan esfuerzos empresariales peruanos en Chile? ¡Por supuesto, Niño Diego se calló en siete idiomas! ¡Es valetudinario el sujeto!

Niño Diego García Sayán amenazó a cierto periodista con hacerle un juicio penal porque consideraba que su honra había sido mancillada y ordenó a un procurador de la Cancillería a iniciar la querella. El retrucó que el ministerio no podía emprender una acción de carácter personal y privado. ¿Saben qué le ocurrió al correcto empleado?: ¡terminó de patitas en la calle por orden directísima de Niño Diego!

El exhibicionista Niño Diego García Sayán mandó a hacer un libraco de algo así como 300 páginas y en 250 de ellas, hay fotografías de él. ¡La megalomanía hecha vanidad y un embeleco auto-lanzado a figura nacional! Ciertamente hay que recordar su traidor comportamiento impulsando que el Perú adhiera a la Convención del Mar que colisiona directamente con el Artículo 54 de la Constitución.

Niño Diego García Sayán es un fraude monumental por donde se le mire. Fue un canciller de juguete. Tiene prensa adicta que fleta con muy buenos avisos y contactos específicos que le echan incienso porque de otro modo seguiría siendo el oscuro personaje que en realidad es. Dicen que entre sus sueños de opio está el ser presidente del Perú. Aquí hemos tenido hasta a un japonés como jefe de Estado. ¿Puede una ficción llegar sin apoyo popular genuino ni diplomas fabricados en cocinas pro domo sua, a Palacio? ¡Aquí sucede cualquier cosa!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!