Durante todo el invierno y la primavera de 1932, Estados Unidos -inmerso en la Gran Depresión- se ve sacudido por revueltas a causa del hambre. El diputado Patman introduce entonces una ley que propone conceder una compensación a más de 80 000 «caras rotas», veteranos de la Primera Guerra mundial que viven en la miseria y no tienen medios para curar sus heridas o sus trastornos psicológicos. Frente al rechazo del gobierno, 20 000 veteranos se congregan en Washington. Durante seis meses acampan en edificios desalojados y en parques de la ciudad. En julio de 1932, como el Congreso rechaza la ley, el presidente Hoover ordena al general Mc Arthur destruir los campamentos de los Bonus Marchers. El ejército interviene brutalmente y deporta a los que oponen resistencia, causando cerca de 30 bajas. Frente a la tensa situación social, Hoover pide al Congreso que aumente la paga del ejército: «Tenemos que garantizar la lealtad del Ejército: éste tiene que tener la barriga llena. Al ritmo que van las cosas, vamos a tener quizás que pedirles pronto que disparen sobre la multitud para aplastar una revolución».