El locutor-canciller Oscar Maúrtua acaba de informar a la opinión pública que a él le entregaron unas resoluciones y que él solo las leyó. Defiendo el derecho inalienable de don Oscar a hacer todas –pero todas- las idioteces que él crea conveniente. Básicamente su carrera de cortesano anuente y cosmético, fotocopiador entusiasta y maquillador de gestos y caricaturas al interior de Torre Tagle, es esa durante más de 30 años. ¡A lo que no tiene derecho el locutor-canciller es a creer que todos en el Perú quieran el privilegio de compartir semejante estado de debilidad mental! ¡No es así señor!

Si ese criterio tuviera pizca de sensatez o alguna buena voluntad, entonces, haciendo un ejercicio, de repente benéfico, supongamos que hubiera recibido, el locutor-canciller Oscar Maúrtua de la Romaña, la orden de su fusilamiento. Descarto lágrimas o pesares, pero, él habría leído el documento, con o sin número, porque él no participa en esas decisiones. Sólo en Perú un locutor funge de canciller y repetidor loro de cuanto le ponen en sus delicadas manos que en 48 horas, antes que dejara la vice-cancillería, firmó 70 resoluciones, heredadas de su predecesor Manuel Rodríguez Cuadros ahora en Ginebra.

Que el locutor-canciller se enfrente al congresista Rafael Rey, es también potestad de él. Nunca destacó Maúrtua por ser un analista genial y más bien siempre se le encontraron virtudes para el encomio desmedido y edulcorado para las pseudo-glorias grises y acartonadas que aún viven en ciertas madrigueras del ministerio de Relaciones Exteriores. Pero, se mete en honduras de las que va a salir muy mal parado. Rey es un cuadro político. He discrepado públicamente con Rafael, pero es un hombre preparado que apenas si ha dicho el 3% de lo que sabe de andanzas de ciertos imitadores de príncipes que pululan en la diplomacia. Y, ¡cómo no! en Ecuador, años atrás ocurrieron múltiples cosas.

Hay un hecho que tiene que aclarar el locutor-canciller Maúrtua. ¿Cómo así que cambió la suspensión por seis meses, que él mismo impuso cuando presidió la Comisión Disciplinaria, al ministro Augusto Cornejo, por una simple y ramplona “amonestación verbal” a este mal diplomático? O sea que ¿la vice-cancillería sí sirve para perdonar vidas, recibir favores, acomodar herencias pesadas y continuar con el manejo frívolo, dispendiador e inmoral de que han hecho gala múltiples cancilleres de muy reciente recordación? ¿Qué va a decir? ¿que a él le pusieron los documentos y los leyó y simplemente firmó esta inconducta flagrante y barbaridad sin precedentes que está causando un inmenso malestar en Torre Tagle?

El ahora locutor-canciller Oscar Maúrtua le enmendó la plana al vice-canciller Armando Lecaros quien fuera desaforado en mala forma por Rodríguez Cuadros. La mecánica es simple: Maúrtua sucedió a Lecaros y también al efímero y olvidable McM (Mono con Metralleta) Olivera. Pero, hay pocas dudas que Maúrtua se acomodó al establishment muy rápido y se dice que su puesto lo debe a cierto ex nefasto transitorio presidente que llamó muy rápido para anunciar su “respaldo” a la decisión presidencial.

En Cancillería existió una esperanza de profilaxia aguda. La idea de sacar a escobazos a los mercaderes del templo, a los falsos valores, a los hampones que regalan, vía tratados y convenios, territorio y derechos del Perú y que son acogidos por diarios absolutamente enfeudados a proyectos anti-nacionales, todo esto quedó sólo como iniciativa trunca y frustrada. La cobardía excelsa, la guerra de pañuelazos, las cartas de amor internas y públicas, aniquilaron lo que pudo ser un gran momento sincero. No fue así, por desgracia, el curso de lo acontecido.

Ahora le toca al locutor-canciller Maúrtua explicar una serie de hechos. Ignoro si persistirá en su vocación difusora de la idiotez. Mejor sería que se la guarde como mérito propio que nadie le discute ni pelea. Total ¡un intrascendente más!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame de hablar a media voz!