No puede pasar inadvertido que en momentos en que el TLC “sí o sí” anemiza y los gringos están preocupados en cosas importantes, PPK, primer ministro y terrorista número uno, declare que hay un rebrote violentista en el país. La coincidencia es descarada, los hechos son macizos, la mentira tiene patas cortas y el polaco flautista no tiene a qué echar mano para disimular sus naufragios. PPK es el único terrorista en Perú.

Curiosas las tríadas que soliviantan estas tierras del Señor. PPK, TLC, y sin ir muy lejos, podríamos también agregar LAP (Lima Airport Partners, firma en la que el señor PPK también tuvo participación notable). La globalización nos ha vuelto tan sólo capital letters (letras mayúsculas). Y en este caso particular, los jinetes vendepatria del apocalipsis son variaciones de una sinfonía traidora y de muy mal ruido para las grandes mayorías pobres y desposeídas.

Del Apra hasta hoy se espera una definición antimperialista y combativa sobre el TLC. ¡No el agua de borrajas o el claroscuro meditabundo que no dice nada y que ha sido la tónica hasta hoy! Pero los días pasan y el matrimonio con el establishment sigue determinando una alianza cómoda para no agitar los escenarios y dar pruebas de buena conducta. El milímetro que falta para la traición a secas, es cuasi imperceptible.

De la derecha momia no se puede esperar sino complicidad y anuencia abusiva. Para estos elementos, el TLC constituye su quincena y su negocio de futuro porque ellos serán los capataces y escribas abogángsters que redactarán los nuevos contratos, conceciones o privatizaciones. Cuentan con los medios en que pagan la publicidad y practican un onanismo de circuito (yo te elogio, tú me elogias y viceversa) que adocena hasta la náusea cualquier posibilidad democrática.

Voces lúcidas de un marxismo que aspira a superar su increíble vocación divisionista y electoralista, están presentes en la protesta, salvando el honor de sectores sinceros que aún no columbran con precisión que el enemigo es el reaccionario agazapado bajo disfraces modernos y no el amigo o prójimo que también pelea contra la injusticia desde otras trincheras.

PPK no es bobo. Sabe muy bien que los vientos de fronda que su presencia despierta, son muy agitados y no puede levantar los cargos que se le han formulado. A pesar que tiene más de 50 esquiroles en todos los medios de comunicación, no le va a ser fácil minimizar las marchas ciudadanas y la evidente impopularidad que su TLC, sus trapisondas y entuertos, alimentan.

Un idiotita dice que “hay cálculo político”. ¿Y qué esperaba, que todo el mundo asintiese el contrabando que perpetran contra el pueblo peruano? El TLC es más un tratado político para defender los fueros nacionales que un convenio comercial de predicamente norteamericano inflexible y ortodoxo. Con una salvedad: nuestros “negociadores” han sido muchas veces, más gringos que los originales. ¡Estos sinverguenzas no tienen sangre en la cara y menos corazón peruano!

La marcha de hoy contra el TLC “sí o sí” es el voto del pueblo con los pies. Decía Piérola: ¡cuando se cierran las puertas de la legalidad, se abren las de la violencia! Discurseó Haya de la Torre el 8 de diciembre de 1931: “Esperar, sí, pero no en la falsa expectativa de aquel que aguarda que las cosas caigan solas”. Las victorias del pueblo tiene que ganarlas el pueblo y sus representantes más sinceros.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!