La ingeniería de bajo y ramplón costo, minimizando gastos y empleando materiales de muy dudosa calidad, empiezan a resentir la estructura del gasoducto que atraviesa los departamentos de Cusco, Ayacucho e Ica. En días pasados se han producido fugas contaminantes y hasta las autoridades gubernamentales debieron reconocer que estos hechos criminales se están produciendo. Y no tendría nada de extraordinario el asunto si fuera como consecuencia del desgaste de una obra añeja, ¡pero no, este gasoducto no llega ni a los 5 años!

El proyecto Camisea fue una estafa desde el momento en que entraron empresas de muy endeble contextura en el ramo energético o gasífero como Pluspetrol que luego metió de contrabando a Techint y la hizo partícipe del consorcio con la complicidad silenciosa y traidora de las autoridades del gobierno de Toledo y bajo la mirada atenta y detallista de Jaime Quijandría, el ex ministro de Energía y de Economía, hoy en el Banco Mundial. Desde que se violara la cláusula 8.6 en torno a las regalías y a su porcentaje en favor del Estado, la crónica de una larga mentira empezó su andadura delictuosa.

En el 2002 nos internamos en La Convención y estuvimos en varios distritos y concejos menores, charlando con los lugareños, dialogando con trabajadores, entrevistando a ingenieros y procurando tomar un contacto directo con todo lo relacionado a Camisea. Pluspetrol nos buscó afanosamente en varias oportunidades, siempre le quitamos el cuerpo porque sospechábamos cuáles eran sus intenciones que sí funcionan con los comprables. Y de este interesante periplo resultó un vídeo: Valle de La Convención, Cusco: Tierra de Nadie, que sólo pudo ser pasado en Arequipa, Quillabamba y Cusco. La televisión nacional lo ignoró, ¡sólo Dios sabe porqué!

Denunciábamos la muerte de obreros por la negligencia de las empresas que pagaban mal y no cumplían las mínimas reglas de protección para trabajos de esta naturaleza; señalábamos la destrucción del medio ambiente en campos, ríos y ecosistemas que obligaban a la migración humana y animal hacia otros lugares, produciendo aberraciones como la demolición de las cabeceras de los cerros, graves daños contra los puentes de la zona y siempre bajo la mirada muda de las autoridades gubernamentales.

Amén de lo antedicho, aparecía un fenómeno increíble: un racismo de nuevo cuño que se evidenciaba en el maltrato a los habitantes de las zona; la creación de discotecas exclusivas y una diferenciación abusiva en los ingresos entre trabajadores extranjeros, blancos y patanes y humildes peruanos que aspiraban tan sólo a laborar en buena ley y cobrar como todos. No fueron pocas las veces que tuvimos que ponernos enérgicos contra tanta matonería.

Hoy las poblaciones comienzan a sufrir los estragos de malas obras. ¿Cómo es posible que un gasoducto que no tiene un lustro de existencia, ya genere fugas contaminantes y que esto no cause mayor revuelo en nuestras adormecidas castas políticas ignorantes y desvinculadas con el interior del país? El criterio electoralista, superchería que iguala democracia con sufragio –y punto- prevalece con nefasta influencia en estos suicidas carentes de sensibilidad social con lo que no sea útil a sus reelecciones. ¡Qué disparate!

El Frente Regional Ayacucho se ha expresado porque “todas las organizaciones ambientales y ecologistas, como el CONAM, CAR, el Colegio de Biólogos, el Frente de Defensa del Pueblo, la Iglesia y los medios masivos, se pronuncien frente a este grave problema que pone en serio riesgo el medio ambiente y a la población”.

Nunca más justo y perentorio ese reclamo. Y siempre imperativa la necesidad militante de condenar todos los negociados que se han hecho en nombre del pueblo peruano.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!