Bush II no tiene nada que ofrecer a América Latina que no sea más de lo mismo y así lo va a confirmar su presencia en la próxima Cumbre de las Américas, a celebrarse en noviembre en Argentina.
El bárbaro de la Casa Blanca llegará a la reunión con muchas promesas pero sin alternativas a las políticas que ha impuesto Washington. Estas seguirán consistiendo en aumento exponencial de la deuda externa, privatizaciones, saqueo salvaje de los recursos naturales, intento de revivir el ALCA y su correlato militar en el Plan Colombia, Iniciativa Andina y Plan Puebla Panamá.
Como consecuencia, pérdida de soberanía por los Estados nacionales, crecientes índices de desempleo, pobreza y exclusión, cero posibilidades de desarrollo endógeno y acentuación de la dependencia hacia Estados Unidos. Pero también, cada vez más combativos movimientos sociales capaces de derrocar gobernantes entreguistas y antipopulares, gobiernos renuentes a asentir dócilmente a los deseos de Washington y la articulación de instrumentos de integración latinoamericana que tiene por ahora como vértices a Venezuela, Cuba, Brasil, Uruguay y Argentina.
Es este el contexto que explica las recientes giras por América Latina del secretario de Defensa Donald Rumsfeld, tres en los últimos diez meses. Lo que le queda a Estados Unidos para hacer frente a la díscola marea popular que se levanta en la región es fomentar la división en los movimientos sociales mediante el reclutamiento e infiltración de agentes, la subversión de los gobiernos que no son de su agrado- como lo viene haciendo en Venezuela- e insistir en el objetivo de subordinar los ejércitos latinoamericanos para utilizarlos como verdugos de sus pueblos. Esto incluye la presencia de militares estadounidenses en los países hasta llegar a enjaezar sus fuerzas armadas a los planes del Pentágono, como ocurre en Colombia.
En noviembre de 2004 Rumsfeld fue derrotado en la reunión de ministros de defensa americanos cuando catorce de ellos votaron contra su propuesta de crear una fuerza multilateral para intervenir en Colombia y para combatir el terrorismo en la región. Sin embargo, lo que no logró en el marco colectivo lo ha continuado fomentando mediante la presión individualizada sobre los gobiernos más débiles.
Este es el caso de su visita hace unos días a Paraguay y Perú, donde ya hay tropas estadounidenses. Ambos países son fronterizos con Bolivia, asiento de una gran rebelión popular que tiene posibilidades de acceder al gobierno en diciembre próximo en la persona del líder indígena Evo Morales, algo que Washington hará todo lo posible por evitar. De Morales dijo Rumsfeld que obedece las instrucciones de Venezuela y Cuba, gobiernos a los que culpó de los levantamientos indígenas y populares que derrocaron a los presidentes Gonzalo Sánchez de Lozada y Carlos Mesa. Ironías de la vida, el jefe del Pentágono fue puesto en su sitio nada menos que desde la colina del Congreso en Washington por el diputado demócrata de origen latino José Serrano.
Por razones de espacio no puedo reproducir íntegramente su gráfica declaración, así que me limito a unos fragmentos: “El secretario Rumsfeld –afirmó Serrano- está siguiendo la descuidada y peligrosa línea que esta administración ha mantenido siempre hacia Cuba, aunque ahora ellos han añadido a Venezuela a su ecuación… Las causas reales de estas sublevaciones (como las de Bolivia) son problemas como el hambre, la carencia de empleo y oportunidades inadecuadas de educación. Si esta administración es seria sobre la prevención del descontento en América Latina… la solución es respetar a nuestros vecinos latinoamericanos y promover ayuda social y económica a la gente. La ’solución’ de la administración de condenas generales y acuerdos comerciales sesgados nunca funcionará”, remató Serrano.
Los dos países visitados por Rumsfeld también son fronterizos con Brasil, crecientemente rodeado de tropas estadounidenses, presentes asimismo en Colombia y Ecuador. Este despliegue castrense se propone asegurar el control del petróleo y el gas bolivianos y peruanos, del acuífero Guaraní, de la biodiversidad amazónica y de los movimientos populares de Bolivia y Ecuador; y amenazar a Venezuela y al gigante latinoamericano por su protagonismo en el fomento de la integración regional. En cuanto al viaje de Rumsfeld, su superobjetivo era lograr el aislamiento del gobierno popular y antimperialista de Hugo Chávez, un sueño de Bush que está por convertirse en pesadilla.
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