La totalidad de los movimientos políticos peruanos afronta la coyuntura electoral bajo el supuesto falso que esa es la democracia que el Perú necesita. Así, no plantea ninguna clase de temas de fondo, sino maquillajes, afeites, con pleno apego al mantenimiento del status quo en que 200 mil cogotudos viven muy bien y 26 millones de peruanos, lo hacen muy mal. Por ejemplo, es importante notar que la captura del Estado es una etapa imprescindible en cualquier ejercicio político. Sin embargo, no implica aquello que se llegue al poder.

¿Está el poder en los palacios de gobierno de cualquiera de nuestras naciones latinoamericanas? Me atrevería a sostener que el gobierno, es decir la administración del poder, suele estar en manos de las castas provisionales que se turnan esta clase de régimen mal llamado democrático. Pero, que se sepa el poder mayestático siempre reposa en las empresas transnacionales que manipulan sus inversiones y a qué precio las introducen en cualquier país y para ello cuentan con tecnocracias, mayoritariamente vendepatria, y con cómplices vernáculos que no juegan a un desarrollo local sino tan solo a ser parte de una gran cadena mundial que nos engrilleta a ser países de exportación primaria sin valor agregado.

Hecha la distinción entre poder y gobierno, hay que reconocer que el juego electoral apunta al gobierno que puede tenerlo cualquiera. Carentes, los partidos o movimientos, de planteamientos geo-políticos modernos, de cabal aprovechamiento a favor de las mayorías del ineluctable proceso globalizador que no es un cartabón único sino que difiere según las zonas, la democracia deviene en papel o ley que no se cumple porque, precisamente, no hay cuestionamiento al modelo perverso que se instala vía TLCs, con tribunales propios para los litigios, y a través de diseños como el Plan Colombia que tiende a militarizar y a aterrar a vastos sectores civiles inermes bajo el pretexto de una lucha a muerte contra el narcotráfico. ¡Cómo si esta tara no fuera la principal suministradora de fondos a múltiples empresas que no tienen el menor empacho en recurrir a estos dineros sucios y anónimos!

En consecuencia, los comicios del 2006, a tenor de la pobrísima exposición programática o ideológica de quienes quieren ser parlamentarios o gobernantes, no tiene sino el pronóstico lamentable de más de lo mismo. En buen romance, los conservadores aunque se vistan de ropajes multicolores, siguen perpetuando un modelo injusto, racista, excluyente, favorecedor de los poderosos y legalmente hecho contra los más pobres.

Es impresionante destacar que los partidos políticos han declinado la lucha ideológica. Si el Estado es una herramienta y no un fin en sí mismo ¿qué esperan las fuerzas antimperialistas en juntar pareceres y trabajar por un Estado que logre promover reglas de juego más equitativas en una suerte de coordinación para un desarrollo nacional que involucre a trabajadores, Estado, empresarios y capital? Los apristas llamaban a esta opción: el Congreso Económico Nacional. En realidad, importa poco cómo se nomine a este espacio, pero no hay desarrollo posible si no participan quienes gestionan la producción de riqueza.

Hoy ocurre todo lo contrario. Las empresas imponen sus esquemas de desarrollo y cuándo “regalarán” gestos paternalistas y paliativos para “demostrar” que pueden hacer obras sociales. Para variar, muchas de estas firmas industriales o mineras escogieron el peor camino al sobornar y comprar con muchos dólares, conciencias y asentimientos que no consideraron la preservación del bien común que es el amplio y enorme territorio y mar del Perú.

Mientras que no existan ideas de carácter político y estratégico, cualquier justa electoral sólo será tapadera contemporánea y cínica al perverso diseño actual en que los pobres siguen –y seguirán- siendo pobres y los ricos, una minúscula facción insolente, antichola y profundamente desvinculada a cualquier proyecto nacional. Se puede ser empresario peruano y generar riqueza. Lo que no se puede aceptar es que existan quienes se solacen en la creencia que trabajar para los de fuera es un camino válido o leal para con la historia y el pueblo.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!