La majadería ostensible del alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio, que procura impedir el mitin del Apra en los días siguientes, es un tema entre una posición injusta e inequitativa del burgomaestre y un partido político, muy respetable, como cualquier otro. De eso no hay duda. Empiezo preguntando ¿qué tiene que ver la flamante Defensora del Pueblo, Beatriz Merino, en una cuita particular y política? ¿O es la primera factura que tiene que pagar al haber recibido el apoyo multánime del aprismo en el Congreso?

En el norte del Perú hay un dicho que encaja muy bien en la situación presente: las cosas claras y el chocolate espeso. A Beatriz Merino –y sé de valiosas compañías que le respaldarán en este esfuerzo- la eligió el Parlamento para que defienda al pueblo en causas en que el Estado abuse, trasgreda, ofenda, victime u ofenda al colectivo nacional merced a inconductas, trapacerías leguleyas, estafas de todo calibre. La bronca que hay entre Castañeda y las huestes de Alfonso Ugarte no pasa de ser un asunto singular y que tendrá que ser resuelto entre ellos.

Que el Apra presente el testimonio favorable de la Comisión Andina de Juristas, prestigiosa institución que hacía contratos con el Poder Judicial del régimen delincuencial de Kenya Fujimori y cuyo socio principal, el caviar Niño Diego García Sayán, cobra US$ 5 mil dólares como asesor del BCR sin que se sepa hasta hoy cuáles son los sabios consejos de un abogado supuesto defensor de los derechos humanos, deviene en una impostura de marca mayor. ¿No hay, para los apristas, mejores testimonios, pulcros e inmaculados, que los de la farsesca chacrita particular productora de dólares del nefasto ex ministro Niño Diego que mientras pulverizaban a Aerocontinente en Chile, él condecoraba a Soledad Alvear, canciller de ese país, de paso por Lima en mayo del 2002? ¡Qué clamorosa falta de imaginación la que tienen los apristas actuales!

En Perú, país en que la hipocresía es parte de nuestra identidad nacional, no pueden sino desconcertar los enormes aplausos que la flamante Defensora Merino estimulaba para su precarísimo antecesor Walter Albán. Este individuo a quien debía anunciársele públicamente una auditoría integral de su gestión y la de todos sus cófrades en el país, resulta premiado con palmas inmerecidas y ahora es el personaje que nunca fue porque siempre estuvo ausente cuando las papas quemaban en la Defensoría. ¿Entonces, pasó Beatriz Merino por el aro convencional perdonavidas que caracteriza, sin excepción, a todos los regímenes burocráticos del Perú? Lamentable destino y más de lo mismo si así fueran las cosas.

Muy interesante las opiniones en custodia o búsqueda de mayor presupuesto para la Defensoría que ha hecho Merino. Los autos no caminan sin gasolina, principio físico ineluctable. Sin embargo, sería interesante que cuanto anunció referido a recursos internacionales para los recursos hídricos y su relación con el pueblo, los aclare doña Beatriz in extenso y punto por punto. ¿Está hablando de privatizaciones y de grandes negocios para las transnacionales como lo impulsaba “desinteresadamente” el señor Walter Albán?

En mi majestuosa ignorancia creí que la Defensora novísima iba a encargarse de una profilaxia intensa, escoba o matamosca en mano, al interior de su casa. Sin embargo escucho que habla de grandes planes que acaso también tengan vectores más valiosos y más autorizados que la Defensoría.

Y encima, ahora parecen que le están pasando, los del Partido Aprista, una factura de pago que cobra sus 28 votos, pocas semanas atrás, para asumir una responsabilidad que ojalá no le quede grande ni ajena. Estos primeros días, son por decir algo prudente, bastante desafortunados.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!