Narran las crónicas que Lourdes Flores y Valentín Paniagua, atacaron a Ollanta Humala y le tildaron de ser un candidato “anti-sistema”. Por lo tanto, deducen, en su archiconservadora y hasta reaccionaria concepción política que hay que parchar cuanto existe y que es en buena cuenta un esquema profundamente divisor, racista, formal, inequitativo, pleno en asimetrías monstruosas entre 100 mil personas y el resto que son 26 millones de peruanos. ¿Qué tanto se jalan los pelos si el sistema pseudo democrático peruano es en síntesis una genuina porquería?

Que Humala deba aclarar y profundizar muchas de sus expresiones, es decir sustanciar su prédica para que sus simpatizantes encuadren mejor sus aspiraciones o con el propósito de saber bien a qué apunta, es un hecho ineludible que debiera estar preparando el líder político. La simpleza de sus asertos a la fecha, no suplen ¡en modo alguno! la savia imprescindible de cualquier plan de gobierno, aunque sólo consiga de repente un significativo grupo parlamentario.

¿Puede ser democrático un sistema en que menos del 5% de la población sea la que gane más del 85% y, además, gobierne en nombre de oligopolios financieros o pandillas políticas solventadas con dinero de afuera y en nombre de una democracia para la que sólo tienen talleres, fórums, folletitos y demás adefesios que no solucionan nada y más bien prolongan una agonía larguísima y fatigosa? Un ejemplo patético: ¿representa el Congreso al pueblo? Quien responda que sí, es marciano o jupiteriano o no vive en Perú. El Parlamento es la epidermis de un andamio fragilísimo y profundamente anacrónico y envejecido, aún a pesar de contadas excepciones sinceras y honestas.

Otro patético escenario: ¿son verdaderos voceros del pueblo los partidos? ¿O son más bien clubes electorales en que la pitanza de lo que se lleva en el bolsillo decide el puesto en la lista a parlamentario o la preferencia de todo tipo? Además, la multitud de leyes sobre partidos no suplanta las viejas y groseras prácticas de la pantomima, del caballazo, del úcase dictatorial. Son muy pocos los escogidos, porque los grupos políticos repiten ¡exactamente! las viejas y esclerosadas como abyectas fracturas de la sociedad peruana.

¿De qué democracia hablan los políticos cuando las leyes se hacen con nombre y apellido y para beneficiar a transnacionales? Un caso: la ley de prestaciones alimentarias que el fujimorismo delincuencial NO aprobó y que sí lo hizo este Congreso, está hecha para que el monopolio de Sodexho, empresa francesa, aproveche de un negocio financiero en vales de alimentación y con suministros escogidos por esa empresa gala. ¿Es democracia embutir a los trabajadores, so pretexto de aumentos salariales, caminos exclusivos, amañados, enfilados y atados a amarres sospechosos desde las más altas esferas? Y, sin embargo, de lo antedicho, nadie dice nada, porque a “nadie” conviene que se conozca mucho de este asuntito que podría costarle al Estado, es decir a todos nosotros, la pequeña suma de más de US$ 200 millones de soles.

Cuando Lourdes Flores y Valentín Paniagua, en un afán sumamente idiota de empequeñecer la postulación de Humala, le llaman con desdén “candidato antisistema”, reconocen que el sistema de que ellos viven y sobreviven, está canceroso y profundamente envilecido. En lugar de mellar a Humala le hacen un enorme favor. Es que, a estas alturas, ya no pueden negar la presencia, aún en vías de consolidación, de Humala a quien hay que reclamarle, con toda energía, que nos aclare sus ideas y compromisos de una buena vez.

En síntesis –y lo dicen quienes son tributarios pro domo sua del mismo- este sistema es una real porquería insuficiente y profundamente antidemocrática. ¡Y esto hay que cambiarlo radicalmente! ¡De eso no hay duda!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!