Lo primero que quiero hacer en nombre de ETER es agradecer la convocatoria
de que fuimos objeto por parte de la UTPBA y de la FELAP para coorganizar
este Congreso. No tenemos ninguna otra cosa que decir antes que esto. Y para
ETER es un orgullo esa convocatoria, en tanto y cuanto, parte de una organización
sindical, de unas organizaciones del gremio de periodistas que a lo largo de
todos estos años han mantenido sus convicciones, que no han sufrido quiebres
ideológicos, que no han trasuntado por posturas ambiguas. Como otras experiencias
que a lo largo de estos años hemos conocido y que terminaron devaluadas,
precisamente por carecer de algunos de los elementos constitutivos de la seriedad
y la convicción ideológica. Esto es lo primero que queremos decir, el orgullo de
que la UTPBA y la FELAP hayan convocado a ETER.

En segundo lugar, quiero remitirme a la experiencia anterior del Primer Congreso
a finales de la década de los ‘90, cuando a pesar de las miles y miles de personas
que pasaron por las instalaciones montadas al efecto en el predio municipal.
A pesar de la presencia de importantes invitados internacionales, de foros, de actividades
de todo tipo, se sufrió una ignorancia mediática, o por lo menos gran mediática,
que no aspiramos a que sea corregida en esta oportunidad.

Desde aquél momento, desde el momento del último Congreso, la concentración
multimediática avanzó hasta niveles que ni siquiera, diría yo, los sectores
más lúcidos de la intelectualidad, del pensamiento y la observación comunicacional
pudieron prever. Porque hemos llegado al punto en que el dominio de la información
y la opinión en términos estructurales, en términos hegemónicos, lleva a
que ni si quiera podamos seguir hablando de multimedios.

Hoy hablamos -y por cierto que no se trata de un fenómeno meramente localde
megacorporaciones que, entre otros negocios, manejan medios de comunicación.
Manejan, además, telefonía celular, manejan industria editorial, manejan industria
del entretenimiento, manejan todo lo que querramos imaginar como para
asegurar, sin equivocarnos, que hoy hablar de los medios de comunicación en términos
de aquellos que concentran el discurso hegemónico, sea hablar de la información
como elemento de mercancía, a un punto que no habíamos conocido nunca
en el país.

Esto significa, entre otras cosas, y no la menor, que estamos aquí, que inauguramos
el Congreso para hablar de lo que no se puede hablar en los medios. Para
discutir de lo que no se puede discutir en los medios. Para proponer lo que no va
a circular en los medios. Para cuestionar lo que no va a circular por los medios.