Ha anunciado el viceministro del TLC, oficialmente de Comercio Exterior, Pablo de la Flor, que el presidente Toledo viajaría el próximo 10, apenas pasado el comicio, a Washington, la capital del imperio, a firmar el TLC con Gringolandia. Pero, advirtió, que la decisión estaba sujeta a “la disponibilidad de la autoridad comercial estadounidense”. ¿Más pruebas en demostración del vasallaje oprobioso y repugnante del jefe “negociador”? ¿Y si no tienen tiempo para recibir al jefe de Estado de una republiqueta latinoamericana, se quedan en la puerta de alguna oficinita? De rodillas, con alma de esclavos, sin vergüenza propia o ajena, esta clase de funcionarios regaladores alegres de lo que no es suyo, sí que merece juicios de residencia exhaustivos y milimétricos. ¡No nos vayamos a dar con sorpresas desopilantes!

Como si el mundo se acabara o el diluvio adviniese, la desesperación del gobierno del señor Toledo por firmar el TLC con Gringolandia rebasa cualquier expectativa. No parece un acuerdo comercial de Estado a Estado y que compromete el porvenir jurídico, político, medioambiental, cultural del Perú, sino la compadrería de un grupo de privilegiados que se ha propuesto, sí o sí, resolver, antes de emprender la prudente retirada, el cierre del negocio. ¿A cuento de qué tanta prisa? Por lo menos dos de los tres principales candidatos a la presidencia han dicho que no debe firmar el gobierno o el Congreso ningún acuerdo de esta naturaleza.

Se oblitera por parte de los grupos políticos y por los “politólogos, analistas, ensayistas, estrategas” que hay debajo de cada piedra del Perú, hablar de lo que pueden significar los tribunales ad hoc para la resolución de contenciosos entre el Estado peruano y las empresas que se instalen en el país bajo el paraguas del TLC. El razonamiento es muy sencillo: si las firmas foráneas demandan al Perú y sufragan o respaldan o presionan a los tribunales ¡ningún fallo favorecerá al Estado demandado sino a los demandantes! En buen romance: ¡la ley la ponen quienes pagan y ponen el billete verde para tirios y troyanos! ¿Tan difícil de entender es esta arriesgada arista?

¿Puede llamar la atención que Pablo de la Flor haya sido uno de los más protervos gonfaloneros del TLC con Estados Unidos? ¡De ninguna manera! Hasta poco tiempo atrás este señor era representante del estudio o grupo de Eugenio Tironi el principal ideólogo del TLC de Chile con Gringolandia. Como aquello puede ser “comprometedor” ya no aparece tal trabazón en ninguna parte. Y menos en Internet. De lo que sí hay seguridad es que de la Flor será uno de los futuros capataces de cualquiera de las empresas por venir al Perú. De modo que algunos guardan pan para mayo con dinero de los contribuyentes.

Cuando un gobierno se muestra, no dispuesto a negociar sino a entregarse desdorosamente a través de las expresiones chabacanas y humillantes que sus alfiles dan en las citas internacionales, hay la señal evidente que estamos ante una claudicación política y económica que alguien está impulsando. ¿Por qué tanta prisa para firmar un TLC que luego, difícilmente, va a poder ser revisado? Aquí hay un intríngulis que merece no una sino muchas y extenuantes reflexiones creativas y críticas. Ciertos grupúsculos vendepatrias están llevando al Perú, de las narices, a un acto irresponsable que compromete a los 26 millones de compatriotas.

Por toda defensa, los ministrejos y viceministrejos, arguyen que los miembros del actual Establo han estado involucrados en las “negociaciones”. ¿Cuáles negociaciones? ¡Sí siempre han estado de rodillas, abandonando a Ecuador y Colombia y produciendo asquerosos momentos estelares de traición abominable! El Establo y sus episódicos y olvidables inquilinos, son miembros de la corporación de la que hasta el caballo de Calígula sentiría vergüenza de formar parte como advirtió certeramente Manuel González Prada. ¿Quién le hace caso a un Establo también claudicante y cobarde que no puede ¡ni siquiera! interpelar al ciudadano norteamericano PPK por el vergonzoso tema Camisea?: ¡nadie, simplemente nadie!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!