Para cierto sector, auto-nombrado juez de veredictos sociales en Perú, el humalismo representa al fascismo y el aprismo al desorden y al caos partidario, con insultante grosería se los llama cáncer o sida o diabetes. Nótese que con maniquea habilidad, el sector del cual proceden los “magistrados” es excluido no tan gratuitamente. Como no tiene nada de inocente comprobar que son quienes han detentado el poder o más bien han sido sus testaferros en los medios de comunicación, en las grandes empresas, en la burocracia, en el Congreso, en el gobierno, en todos los sitios posibles y pasibles de gestionar contratos, licitaciones, manejos, trampas leguleyas y abusos tradicionales en un ambiente de profundo, pero no admitido como hipócrita racismo, y de innegable división entre los que tienen mucho (minoría de minorías) y los que tienen nada o casi nada, la inmensa mayoría de los peruanos.

Los de abajo están en los inmensos grupos electores que dieron su voto por Ollanta Humala y Alan García. ¿Hay alguna razón de fondo? ¡Muchas razones! Ambos grupos provienen del bajo pueblo y de una clase media cuasi exterminada. Son los excluidos del sistema que tienen casi nulo acceso a la banca o a cualquier forma de tribuna que les permita expresar sus protestas o reclamos. El sistema no llega a ellos sino en forma de dictados abusivos que jueces inmorales consagran cada quince minutos en forma de veredictos o a través del apaleamiento sistemático que propina la policía cuando los poderosos los llaman a sofocar huelgas como la ocurrida la semana pasada en Minera Yanacocha que fletó la llegada de 150 integrantes del Escuadrón Verde para “poner en vereda a la cholada” como dijo insolentemente un funcionario de Yanacocha. Sólo la intervención atinada del colega periodista Iván Salas Rodríguez, consiguió que la sangre no llegara al río y se arrancara el diálogo a la empresa.

¿Qué derecho tienen quienes siempre han sido los símbolos del poder, no cualquier poder, sino el más abusivo, anticholo y represivo para denostar y despreciar a quienes forman otros grupos electorales que, según los guarismos, son más del 60%, es decir una inmensa mayoría de gente con menos recursos y facilidades? ¿Qué hay de la derecha reaccionaria?

La derecha reaccionaria integrada por los testaferros, los serviles orgánicos, los elementos funcionales y correas de transmisión del poder, no consideran siquiera la mínima posibilidad de cuestionar porqué han perdido con su candidata Lourdes Flores Nano y apenas si llegan al 24% del conteo electoral. Ensoberbecidos hasta la médula, clima en que viven orondos desde hace muchos años, hoy se dan el lujo de hacer notorios sus odios hacia quienes votaron por otras preferencias. ¡Ni una demostración humilde de comprensión al repudio popular. Mucho menos un mea culpa! En cambio, prefieren discurrir por caminos que atizan el odio. Si los derechistas reaccionarios que viven en el culto al individualismo, al exitismo fabricado en escuelas económicas de muy dudosa proyección social hacia las mayorías se creen con el deber de menospreciar y hacer pública su patanería con el resto del país, es un asunto de ellos. ¿No se han preguntado acaso que quien siembra vientos, cosecha tempestades? ¿O creen que la gente los quiere o ama? Cada acto del poderoso constituye una bofetada para los más pobres.

¿Quién o quiénes dijeron de todo y en mil y un variadas formas apostrofaron a Humala desde los medios de comunicación? Todos los que integran, sin saberlo de repente, la derecha reaccionaria y antipopular. Se equivocaron cabalmente. Pueden llamarle fascista, generalote, bruto o lo que su imaginación (que no es muy fértil que digamos) dicte, pero Ollanta no sólo ganó la primera vuelta sino que puede triunfar, en dificilísima lid, en la segunda, contra el señor García Pérez. De repente hasta hay que agradecer esta clase de burradas porque siempre logra todo al revés de lo que se propone.

El escritor español de origen peruano, Mario Vargas Llosa, a quien todos reconocemos un talento político excepcional como perdedor, implora porque se entiendan Lourdes Flores y Alan García para armar un frente contra Ollanta Humala. Curioso razonamiento porque la semana pasada el aprista dijo bien claro que no se debe hacer amalgamas en contra de nadie. ¿No lee Vargas o está perdiendo facultades? Pedir lo que alguien ha negado expresamente, sólo puede ser un frívolo ejercicio de la más cabal estupidez. Y hasta los escritores padecen de estas fiebre de cuando en vez.

Si ganara Ollanta Humala, acaso resultara un ejercicio interesante que ofreciera la presidencia del consejo de ministros a García Pérez, así las dos fuerzas electorales mayoritarias, aliarían poder social desde las bases y una custodia permanente de lealtad a las promesas. Como también ocurriría alguna fórmula de mejor protestar ante cualquier desviación que sus ministros, burócratas o congresistas pretendieran inocular en su acción pública. Si ganara García, algo similar a la inversa con Humala. Y que la derecha reaccionaria asuma su papel de oposición con Unidad Nacional. En un juego democrático debe respetarse el aporte de todos. El fujimorismo también tiene grupo parlamentario, de modo que tendrán tribuna en el Congreso que allá por 1992 fue cerrado por el delincuente japonés Kenya Fujimori.

Mientras que una derecha miope, racista, frívola hasta la médula, persista en esta clase de demostraciones aberrantes, más se alejará de cualquier camino de entendimiento y avivará el fuego de un odio que ella misma ha sembrado desde siempre y que ningún mohín cortesano aplacará cuando el volcán social lance, primero sus fumarolas, y después sus ríos de lava. Aún estamos a tiempo de enfriar calenturas ociosas e improductivas para el país. Es hora de asumir retos.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!