Ayer, en veredicto a todas luces desproporcionado, se condenó al señor Percy North, ex funcionario de la discoteca Utopía, por la muerte de 29 jóvenes, años atrás. Los padres de aquellos infortunados parecieron satisfechos, no sé si por encontrar un chivo expiatorio que NO devolverá a la vida a sus queridísimos hijos o porque ellos tienen un particular sentido de la justicia que no comparto. También un fin de año, en pleno centro de Lima y por fechas similares, en Mesa Redonda, cayeron muertos casi 400 peruanos en un incendio pavoroso. ¡Para ellos, en su recuerdo y en su imborrable presencia anónima y popular, rindo un homenaje solitario, desde la tribuna alternativa que es Internet, pero en rescate de aquellos ciudadanos de abajo a quienes nadie hoy recuerda, como si no hubieran sido parte también del Perú! ¡Una muestra más de la aberrante discriminación que se practica con alevosía en el Perú!

Nótese la desproporción y la equivalencia. Fueron casi 400 las víctimas en Mesa Redonda pero en el centro de la capital y 29 los de Utopía. Unos y otros fallecieron trágicamente, pero la estulticia noticiosa peruana sólo da cuenta de un juicio y de un pobre hombre a quien le están clavando 15 años de pena privativa de la libertad. Como si se tratara de un espectáculo en que se quiere demostrar una “justicia” para los de arriba, los medios se refocilan en las lágrimas de unos cuantos, sólo por la circunstancial razón que ellos sí han tenido dinero para pagar el mantenimiento de un juicio del que los principales criminales huyeron y están felices y de vacaciones, mientras que North paga por el resto.

¡Esta es la historia del Perú! La epidermis de la patria es la que se muestra en libros y tratados. El hombre de a pie, el de abajo, por razón de la geografía en que vive, de su lejanía de los medios, por su color y por su carencia sempiterna de recursos económicos, padece el ostracismo, la deportación dentro de un mismo país y el designio inaceptable de tener que vivir y hasta morir, en las garras del anonimato que dicta el poder porque aquí sí son importantes 29 fallecidos y en cambio, ¡casi 400! ni siquieran motivan una lágrima. ¿Y qué diferencia había entrambos grupos?

¡Vergüenza debía causar a los medios de comunicación el ser partes militantes de este abyecto diseño social que tiene más de artificio que de realidad! Sin buscar culpables, muchos ni siquiera se dan cuenta de lo que está ocurriendo, esta es una demostración del porqué millones han votado por Ollanta Humala y por Alan García y en menor proporción por la señorita terca Lourdes Flores, contumaz en su actitud de no querer entender que fracasó ¡una vez más! Los de abajo detestan a los de arriba porque éstos no sienten al Perú sino como parte accidental y fortuita de sus vidas. ¿Cómo es que nadie, hoy, se acuerda de los muertos en Mesa Redonda?

Estos odios, rabias contenidas, frustraciones consuetudinarias, son peligrosas para la construcción de cualquier Estado. La democracia de que hablan los políticos sólo existe en su sobre de pago y en sus instalaciones, desintalaciones y demás adefesios. Esta democracia consagra la discriminación y la vuelve basura arropada que los medios de comunicación entregan perfumada y maquillada para las efímeras fiestas. Mientras tanto el pobre sigue engrilletado a su pobreza sin siquiera aspirar a la esperanza de creer que eso puede terminar ¡algún día!

Y los contendientes para la segunda vuelta harían bien, el uno, en abandonar sus pretextos bobos para no debatir; y el otro, declinar esa soberbia de creer que tiene la mesa servida. El final será de fotografía, acaso demasiado reñido. ¿Podrán los dos y el resto de agrupaciones políticas, encaminar hacia buen puerto, un país sentado sobre cien mil conflictos-volcanes sociales a punto de erupcionar?

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!