Fui el número dos del Centcom desde el 11 de septiembre de 2001 hasta la guerra de Irak, período en el que me reunía con Donald Rumsfeld dos veces al día. Tras los llamados a su renuncia, creo que es mi deber decir algunas verdades sobre su persona.
Contrariamente a o que se ha dicho, Donald Rumsfeld escucha las opiniones contrarias a la suya, pero para convencerlo hay que dar muestras de convicción y brindar buenos argumentos. A veces es difícil dialogar con él, pero en la conducción de la guerra da la palabra a los generales. El general Myers y yo obtuvimos de él lo que considerábamos necesario.
La crítica de que no enviamos bastantes tropas a Irak olvida que tampoco podíamos quedar al descubierto en otros teatros de operaciones y poner nuestras tropas en peligro en otras partes del planeta. Hay que entender que en una guerra no se puede prever todo. Sadam Husein abrió sus prisiones, llenó las calles de criminales y eso tenemos que enfrentarlo nosotros hoy. Colectivamente, tomamos decisiones que hubieran podido ser mejores, lo que se debe en gran parte a que fuimos engañados por los análisis de los exilados iraquíes, pero eso no quiere decir que no previmos nada sobre el desarrollo posterior a la invasión.

Fuente
New York Times (Estados Unidos)
El New York Times aspira a convertirse en el primer diario mundial por medio de sus ediciones extranjeras.

«A General Misunderstanding», por Michael DeLong, New York Times, 16 de abril de 2006.