La policía de Nueva York (NYPD) publicó, el 15 de agosto de 2007, un estudio de 90 páginas sobre la Radicalización en Occidente: la amenaza que crece entre nosotros (Radicalization in the West: The Homegrown Threat). A partir del estudio de numerosos casos en Estados Unidos y en el extranjero, los criminólogos estadounidenses han comprobado cómo se desarrolla el proceso mediante el cual un ciudadano común y corriente puede convertirse al Islam y transformarse en un temible combatiente de la Yihad. Así esperan ser capaces de detectar a los individuos que podrían cometer atentados y ponerlos bajo vigilancia.
Pero la metodología de la NYPD no tiene absolutamente nada de científica. La mayoría de los casos estudiados no han sido objeto de acciones judiciales ni han sido juzgados y se conocen únicamente por entrevistas, supuestamente realizadas por «expertos», o por artículos de prensa. Los criminólogos trabajaron con un material sesgado y sus conclusiones no son más que la expresión de los prejuicios que vehicula la prensa dominante. O sea, se trata de un trabajo seudocientífico que no puede menos que recordarnos el mito de la «quinta columna».

Este documento, cuyo contenido provoca una inquietud totalmente justificada entre la comunidad musulmana en Estados Unidos, se ha enriquecido con una contribución especial deAlain Bauer (texto en francés) (p. 13). El ex número 2 del binomio SAIC/NSA en Europa, y más tarde Gran Maestro del Gran Oriente de Francia, convertido en consejero de Nicolas Sarkozy, afirma en el informe que sus propios trabajos y los de la NYPD permiten llegar a tres conclusiones que son a la vez «descubrimientos» (sic):
 Desde el 11 de septiembre de 2001, «el campo de batalla se ha extendido a más de dos docenas de Estados entre los que se encuentran Afganistán, Egipto, Indonesia, Irak, Kenya, Pakistán, Arabia Saudita, España, Tanzania, Túnez, Turquía, Reino Unido, Estados Unidos y Yemen».
 «El terrorismo es hoy el problema central de seguridad para nuestros gobiernos. Incluso se puede decir que el terrorismo se ha convertido en una guerra. El terrorismo de Estado de la guerra fría, ya sea de carácter político o ideológico, casi ha desaparecido».
 «Los civiles, las ciudades, les empresas y la población en general se verán más afectadas aún de lo que fueron por los atentados del 11 de septiembre y la alerta sobre el ántrax aquel mismo año».

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