Las contundentes pruebas del engaño perpetrado por Baruch Ivcher sobre su nacionalidad y que al final lograran un fallo con nombre propio y un aguinaldo gracioso de S/ 20 millones de soles prueban varias cosas. Entre otras, que la Corte Interamericana de Derechos Humanos, tan proclive a culpar al Estado peruano de cuanto crimen hay sobre la tierra, ha hecho el ridículo más impresionante y abyecto en este caso. La pregunta, al margen de la no infalibilidad de esta organización es: ¿ha sido la única vez que metió la pata cuando se refiere al Perú o está infectada del vicio de la insuficiente investigación, el prejuicio político y la mediocridad demostrada in extenso en el caso de Ivcher?

Allá por los años 70, hubo una serie televisiva en que un comediante cubano, Leopoldo Fernández, Tres Patines, hacía desternillar de risa con sus desopilantes ocurrencias, entre caribeñas y estrambóticas, al auditorio. El hombre, casi siempre reo, peleaba con el Tremendo Juez que en el paroxismo de la desesperación ordenaba: ¡Secretario, póngale 5 mil pesos de multa! A lo que Tres Patines retrucaba: ¡cosa más grande en la vida, chico! Siempre era culpable Tres Patines e importaba poco el contoneo de la voluptuosa Luz María Lananina o los argumentos del reo, el veredicto siempre ocurría del modo inequívoco por el cual TP purgaba condena o pagaba indemnización. La Corte de San José siempre culpa al Estado peruano y ahora hay fundadas razones para pensar que sí incurrieron en gravísimo yerro porque en el caso Ivcher las pruebas son muy sólidas. ¿Por causa de qué otorgar a la Tremenda Corte palabra sagrada que NO tiene?

A propósito de caricaturas jurídicas, leo la excusa no pedida, que equivale –como lo saben quienes algo de derecho mastican- a confesión, de Niño Diego García Sayán, el rábano caviar ultra chilenófilo que integra la Tremenda Corte (a costa del dinero de los contribuyentes que fletaron las campañas que se hizo otorgar cuando ministro de Justicia y titular de Torre Tagle), cuando afirma que no tiene nada que ver con el fallo que los de San José dieran a favor de Ivcher. Sacar del sarcófago al timonel de la Comisión Andina de Juristas, fábrica particular y propia de dólares abundantes y copiosos) para que diga ridiculeces de este jaez no enriquecen el debate. El país es testigo de la alta intelectualidad de los miembros de la CAJ, uno de ellos, Renzo Chiri, en un rapto de producción de alto nivel, ha planteado que a los militares enjuiciados por presuntas violaciones contra los derechos humanos, se les exija que den garantías patrimonias o inmobiliarias. ¡Hay estúpidos que ya no tienen calificación humana!

Muy bien, dadas las circunstancias, ¿basta con enunciar y denunciar la comisión del delito de engaño de Ivcher al Estado y la constatación del ridículo de la Tremenda Corte? Tengo la impresión que no es así. Por años de años, aquél se hizo rodear de una pandilla de individuos que se hacían llamar periodistas y luchadores por la libertad de prensa. Ninguno de ellos sigue al lado del empresario televisivo. Por discrepancias principistas (lo sé de buena fuente), en casos específicos, hay quienes declinaron seguir con él. En otros, fueron echados de un puntapié en el fundillo. Y así se terminaron los viajecitos, las propinas, los banquetes, las borracheras en nombre de la “libertad de prensa y la democracia”. ¡Cuántos crímenes se han cometido en nombre de estas santas avenidas! No es mala idea, sindicar a todos los hueleguisos y chacales que estuvieron de cómplices de imposturas.

¿Cómo quedan las organizaciones de nuevos gánsteres que predican a troche y moche la personalidad vaticana –por infalible- de la Tremenda Corte ante su violenta patinada? Decir que el Estado peruano fue engañado no es sino verdad parcial. Pero ocultar o disimular la caída de muelas de la Tremenda Corte no sería sino más de la misma mentira que otorga a sus resoluciones calidad de palabra celestial o bula divina (que se compraban, no lo olviden) o certificación de calidad a la máxima potencia. El fallo a favor de Ivcher y en contra del Estado peruano, así lo demuestra aplastantemente.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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