La Universidad Técnica de Cotopaxi (UTC) vivió una verdadera fiesta en conmemoración de sus trece años de fundación. Estudiantes, maestros y amigos disfrutaron de conferencias, jornadas académicas, deportivas y artísticas.

La UTC es una muestra de aquello que el trabajo organizado y la lucha pueden conseguir. Al llegar, nos encontramos con vistosas instalaciones, un flamante edificio moderno, de estilo europeo. Pero solo cuando conversamos con los estudiantes y autoridades, descubrimos cuánto ha costado la construcción, no solo del edificio, sino de la universidad misma.

Uno de los principales problemas que atravesó en su inicio la UTC es no contar con instalaciones para recibir clases, un colegio de la localidad le prestaba algunas aulas. Producto de la lucha y la incansable labor de las autoridades y los pueblos de la provincia es que se le entrega las instalaciones donde antes funcionaba una cárcel, instalaciones que quedaban aún insuficientes. Docentes fundadores de esta Alma Mater recuerdan que en ocasiones hasta tenían que dictar clases en la vereda.

Ahora se han superado estos obstáculos, producto del trabajo coordinado y la lucha de los estudiantes y autoridades. El campus es uno de los más modernos del país y de América Latina, y está en plena construcción. Para el próximo año se tiene prevista la entrega de un nuevo bloque y de las instalaciones de lo que será un teatro, estructura necesaria para albergar la intensa actividad artística y cultural de los universitarios.

Francisco Ulloa, rector de la UTC, expresó a continuación que “la universidad no debe estar al margen de los acontecimientos del país, por lo que asume una posición de apoyo a la nueva corriente que recorre por América Latina. Es tan importante trabajar en esta corriente porque no son simples cambios de apariencia los que se están produciendo, es un cambio efectivo, de época, en el que la universidad jugará una papel fundamental”.

La educomunicación debe ser utilizada para el cambio y la participación


Como parte de las actividades de celebración del XIII aniversario de la UTC se realizó el Foro sobre ‘Edu-comunicación’, organizado por la Carrera de Ciencias Administrativas Humanísticas y del Hombre, con su especialidad de Comunicación Social, y la dirección de Relaciones Públicas de la institución. En él participó Mary Ann Linch, peruana especialista en el tema, Franklin Falconí, editor General del periódico OPCIÓN y docente de la UTC; y Fernando López, decano de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Central del Ecuador.

Lorena Álvarez, jefa de producción de Radio Latacunga y profesora del área de Comunicación Social en la UTC, fue la moderadora,

Mary Ann Linch propuso que comunicación no es solo aquella que se realiza a través de los medios, sino una actividad permanente que se da en las escuelas, en los hogares, y que fomenta la participación. Así, se tienen experiencias como las de Brasil, República Dominicana, etc., donde la Educomunicación ha fomentado participación comunitaria a través de medios impresos y audiovisuales, lo cual enriquece la movilidad social. “La Educomunicación debe servir para entender los procesos mediáticos, que los niños sepan qué y cómo ver a los medios, debe servir para la emancipación, la participación, la humanización”, dijo.

Fernando López, por su parte, subrayó que tanto la comunicación como la educación deben ser vistas como derechos humanos fundamentales; no pueden ser vistos como una mercancía. “La educación debe servir para entender el mundo, contraponiendo con la perspectiva de aquellos que promueven el fin de la historia y han cambiado los textos de historia, de filosofía, de política por el marketing. Por lo que la universidad debe formar estudiantes capaces de entender su realidad, de relacionarse e interactuar con la comunidad, no periodistas google que buscan la información desde su escritorio”.

En un afán de crear un escenario más favorable para que la comunicación sea efectivamente educativa es necesario democratizar los medios de comunicación, por lo que debe haber una auditoría de las frecuencias y del espacio electromagnético de radio y televisión, posición que se ha asumido en la UTC y que López la planteó como parte esencial de las propuestas que llevará su facultad a la Asamblea Nacional Constituyente.

Franklin Falconí, en una explicación más profunda, rebatió a aquellos intelectuales que creen que la Educomunicación es la simple aplicación de nuevas tecnologías a los procesos educativos, pues quienes plantean esto miran a la educación como un mero proceso de adaptación del individuo al medio, o como un mero flujo de contenidos que debe mejorar en sus formas, mientras que la educación es, en esencia, un proceso social que refleja y concreta los objetivos de reproducción ideológica, política y económica de una formación social determinada.

“Independientemente de que en su seno se desarrollen propuestas para los de abajo, por lo cual por un momento se convierte en un escenario de disputa, la educación reproduce las condiciones de explotación, las inequidades del régimen económico y social vigente, que en este momento es el capitalismo”, dijo.

Por ello, Falconí planteó que la educación debería ser tomada como un escenario de lucha, en el que los pueblos deben proponerse algunos objetivos, tanto en el plano filosófico, político, sociológico, psicológico y pedagógico, entre los cuales destacó la defensa de la soberanía, la asunción del materialismo científico como método para interpretar la realidad y para transformarla, la comprensión de que siendo el ser humano, en el aspecto psicológico, resultado de su entorno, hay que adaptar las condiciones del entorno para generar mejores condiciones de vida en el individuo, desarrollar aquellas corrientes y propuestas renovadoras, que nacen en lucha contra lo viejo, ideas emergentes que actúan independientemente de la voluntad de los poderosos, una corriente a favor de las clases trabajadoras. Planteó éstos y otros aspectos que ubican a la lucha de clases como el eje fundamental para la comprensión de las diferentes visiones sobre educación.