La actual crisis muestra el carácter de rapiña del capitalismo: mientras millones de seres humanos se ven condenados a la desocupación, a la miseria, unos cuantos empresarios y banqueros salvan los muebles gracias al Estado, y vuelven a atacar con sus negocios especulativos.
Un gran despliegue mediático se desenvuelve alrededor de la crisis financiera que sacude al mundo capitalista. Es un nuevo espectáculo, la trama dramática sobre el desplome de los grandes conglomerados bancarios, hipotecarios y de inversión norteamericanos, así como el alza y la baja de las bolsas de valores, las estatizaciones de los grandes monopolios, han sido manejados de forma tan virtual que parece otra gran producción hollywoodense, con la cual falsean la verdad sobre esta crisis y pretenden que este es un problema “entre grandes”, y que solo lo resolverán ellos y no como en realidad sucederá: que serán los trabajadores y los pueblos a quienes se haga pagar las grandes pérdidas de estos multimillonarios salvatajes imperialistas.
No está muy lejano para la memoria de los ecuatorianos el gran atraco producido en 1999 a los dineros del pueblo y del Estado, perpetrado por el tristemente celebre Jamil Mahuad, representante de los delincuentes de cuello blanco que huyó de la ira popular hacia los EE.UU, país que hoy es centro y protagonista de otro atraco similar, con la diferencia de que éste tiene un carácter planetario.
Las explicaciones de algunos analistas solo dan cuenta de una parte del fenómeno, se queda en explicaciones tecnicistas que nadie entiende, pues tampoco les interesa que esto suceda. Se habla de que el sistema financiero colapsa, que el mundo entra en una recesión, que esta crisis financiera puede acarrear problemas en la economía real. Las iniciales alzas en las bolsas de valores producen y hacer ver una euforia porque supuestamente el problema pudiera superarse, sin embargo, al siguiente día la desesperación les invade por las súbitas caídas.
Ellos reconocen que esta crisis es la más grande de la historia, luego de la crisis de los años 30, donde también colapsó la economía mundial, quebraron miles de empresas grandes y pequeñas y una ola de desocupación, de hambre, miseria se desparramó por todo el mundo capitalista. Pretenden calmar al mundo señalando que es una crisis que será pasajera, que es cuestión de tener tranquilidad y que con la inyección de unos cuantos billones de dólares el sistema volverá a la normalidad. Algunos incluso señalan que es la responsabilidad de unos pocos, y en esto tienen razón, pues son unos pocos multimillonarios que jugaron con el dinero de otros y perdieron, y esas pérdidas las pagarán la mayoría de trabajadores del mundo.
En la sociedad capitalista reina la propiedad privada sobre los medios de producción –las fábricas, la tierra, la maquinaria, las materias primas son mercancías, al igual que lo es la fuerza de trabajo. En el sistema capitalista, en su etapa imperialista, es mucho más aguda la contradicción entre capital y trabajo, entre la producción social de la riqueza y la apropiación privada de la misma.
Esto quiere decir que en el mundo capitalista actual se han incorporado miles de millones de trabajadores a la producción de mercancías y capitales. Los procesos de tecnificación y automatización de la producción han hecho que en menor tiempo esta producción crezca a niveles impresionantes. Toda esta riqueza producida es apropiada, concentrada y acumulada en pocos monopolios internacionales, en pocas familias que dominan todas las áreas de la economía mundial y que cuentan con la protección de estados imperialistas donde tienen su asiento.
La tecnificación de la producción y la elevación de la productividad, la disminución de los salarios, la división del trabajo, se traduce en una tendencia permanente a la producción en gran escala que supera de manera permanente las posibilidades de la demanda solvente -es decir que la gente pueda y esté en condiciones de comprar y consumir todo lo que se produce-. Sobre esta base, es una ley del capitalismo que el mercado se amplíe más lentamente que la producción, con lo que el estado permanente de la sociedad capitalista es el de la sobreproducción anárquica de mercancías.
Es decir, hay una gran cantidad de mercancías (alimentos, semillas, maquinarias y otros bienes de consumo) que están atiborradas en las bodegas de los monopolios, aunque existan millones de gentes que tienen necesidades de esos productos, sin embargo no tienen el poder adquisitivo para comprarlos. Esta sobreproducción de mercancías y de capitales da origen a las crisis económicas del capitalismo.
Estas crisis se expresan en una caída tendencial de la tasa media de ganancia. Toda crisis acarrea una reducción brusca de la producción, el descenso del valor al por mayor de las mercancías y la cotización de las acciones en las bolsas de valores y la disminución del comercio exterior e interior.
En estas crisis se pone de manifiesto el carácter de rapiña del capitalismo, ya que mientras millones de seres humanos se ven condenados a la desocupación, a la miseria y a la hambruna, se destruyen inmensas mercancías que no encuentran salida: trigo, leche, carnes, casas, computadoras, etc.; se cierran y se vuelven chatarra fábricas enteras, astilleros, minas, altos hornos, se destruyen siembras de cereales y de cultivos agroindustriales.
En la actual crisis financiera se ha puesto al orden del día el fenómeno conocido como “sobresaturación del capital”, que es una masa de capital sobrante que no encuentra una aplicación productiva. Es un elevado nivel de sobre acumulación de capital que no encuentra suficientes posibilidades de inversión y que conlleva a la catástrofe.
Estos capitales excedentes, improductivos, pueden preservarse provisoriamente del derrumbe total de su propia rentabilidad sólo a través de la exportación de capitales o mediante la “actividad” temporal en el mercado de valores.
La incorporación de grandes masas de trabajadores a la producción no es suficiente cuando tienen bajos salarios que no les alcanza ni les da solvencia para el consumo. Por ello, uno de los mecanismos recurrentes del capitalismo ha sido el crédito. (Por ejemplo los créditos para la vivienda, para el consumo diario, para inversiones pequeñas, etc.) Pero así como ayuda a dar cierto cause a la circulación de mercancías llega a un punto en que no así a la realización de la plusvalía, pues los préstamos, los créditos y demás formas del capital ficticio se vuelven insostenibles porque la base material de estos prácticamente no existe, esta base es el capital real en sus diferentes formas, principalmente en dinero circulante.
Actualmente el capital ficticio se ha diversificado y ampliado (acciones de todo tipo, buszatilización de la deuda pública y privada, aseguradoras, fondos de retiro, tarjetas de debito, de crédito, etc.) aumentando los riegos de colapsos financieros sin precedentes que darían la pauta o acelerarían la crisis general del capitalismo.
Una forma de poner en circulación estos capitales excedentes se puso de moda en los años ochentas con la privatización de los servicios públicos y de las empresas estatales como parte de la política neoliberal que ha dominado por más de tres décadas la economía mundial, afectando principalmente de los países dependientes.
En los EE UU los monopolios financieros tienen un amplio entrelazamiento, esto hace que la quiebra de un sector tenga el efecto dominó, es decir, afecta al resto de monopolios. Se conoce que la quiebra de colosos como Fannie Mae o Freddie Mac, operaban en 130 países, y en todo el territorio norteamericano. Se especula que las quiebras de estos monstruos financieros devendría en la quiebra de alrededor de 5 ó 6 mil bancos en EE.UU, sobre todo los de carácter regional, por severos problemas crediticios.
Estos pulpos financieros tienen intereses en todas las áreas de la economía. Un ejemplo de ello es el monopolio Carlyle Group, envuelto en toda clase de negocios, hasta en la guerra de Irak. Esta corporación, con apenas 700 millones de dólares de fondos propios de inversores, hizo inversiones tomando préstamos bancarios por 22 000 millones de dólares, esto es: 32 veces su capital. Se sabe que consorcios tan o más grandes hicieron inversiones por más de 65 veces su capital. Estos negocios se realizan de manera virtual, son compra y venta de papeles y otros títulos realizados por Internet, millones de operaciones se realizan diariamente, y millones de millones de dólares se mueven en este campo virtual. Es un verdadero casino donde tahúres profesionales hacen apuestas con un dinero que no tienen y que si pierden no importa, pues los gobiernos les garantizarán asumiendo sus deudas y entregándoles más plata.
Según la Reserva Federal, las instituciones financieras se sobre endeudaron. Entre el 2005 y el 2007 subieron de 10 billones (millones de millones) a 16 billones de dólares. Es decir que no solo la gente común no puede pagar sus préstamos hipotecarios, sino los grandes monopolios financieros no pueden solventar sus pasivos.
En estos días el gobierno norteamericano ha salido en auxilio de estos delincuentes. Se ha producido la estatización más grande la historia, se les ha entregado a estos monopolios cantidades enormes para que sigan haciendo sus negocios, mientras a la mayoría de trabajadores seguramente les ejecutarán sus hipotecas, quedarán sin casa, sin dinero y con más deudas. Millones de trabajadores de la construcción, la mayoría inmigrantes, quedarán sin trabajo, se reducirán las prestaciones sociales de salud y educación. Pero aún hay más: esta estatización establece que el billón y más de dólares lo pagará el conjunto del pueblo norteamericano, e igual cosa sucederá con la mayoría de trabajadores y pueblos del mundo.
Según algunos analistas, si el proceso de recesión de EE UU se prolonga, la posibilidad de una crisis económica está a las puertas de producirse con todas y sus devastadoras consecuencias para los pueblos.
En el Ecuador
Para América Latina la situación puede volverse compleja, por el anclaje de su economía al mercado norteamericano. Según la CEPAL, México y Centroamérica serán las afectadas por la menor demanda de sus manufacturas y por la reducción de las remesas de sus migrantes. Aún peor sería la situación para Haití, Nicaragua y Jamaica donde las remesas representan el 23% y el 33% del PIB.
Según el mismo informe, Bolivia y Ecuador serán también afectados, pues las remesas provenientes de los migrantes representan el 10% del PIB.
En el Ecuador, los datos del Banco Central establecen que hay una caída del 6,6% de las remesas en el segundo trimestre de este año, es decir, más de 50 millones de dólares menos que el primer trimestre.
Otro aspecto que puede incidir en la economía nacional es la baja del precio del petróleo, que hoy se cotiza en alrededor de 80 USD por barril, a lo que se suma el castigo por la calidad de nuestro petróleo, lo que lo ubicaría en un precio de 63 USD aproximadamente, que evidentemente tendría repercusiones en el presupuesto para el próximo año.
Elsa Viteri, ministra de Finanzas, ha minimizado por el momento los efectos de esta crisis, señalando que el gobierno cuenta con un colchón presupuestario de 6 000 mil millones de dólares y 1 800 millones en la cuenta del gobierno.
Referencias:
– El inminente riesgo de crisis económica. Revista Revolución, Cuestiones de la lucha de clases. México 2008.
– Demasiada tarde para dar marcha atrás en la crisis. Mike Whitney. Traducido para Rebelión por Germán Leyens . www.rebelion.org.
– CEPAL. www.eclac.org
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