En momentos en que el país llora la caída de sus pedestales de flamígeros hombres de prensa a quienes ahora persigue el fantasma del desempleo aunque gran parte de lo que hayan dicho sea inane, insignificante y sólo menú cotidiano de un sistema que mira a sí mismo para dar la medida de su mediocridad, se produce una situación incómoda, real no inventada en que dos juzgados penales al alimón que tienen a un mismo estudio de abogados, Ugaz, y una empresa sufragante, Lima Airport Partners, LAP, pretenden cazar a un periodista y, suponemos, que meterlo, en castigo, a la cárcel. El pretexto no puede ser más escandaloso: los textos, denuncias, documentos, contenidos en el libro que presentara César Hildebrandt en su programa en Radio San Borja en el 2007: ¡Estafa al Perú! ¡Cómo robarse aeropuertos y vivir sin problemas! http://www.voltairenet.org/article148321.html

En efecto, un juzgado amenaza con leer la sentencia de un primer juicio y el otro declararme reo contumaz y eso significa fletar el pasaporte para la captura. No obstante que hay la solicitud de acumulación de juicios por la simple razón que en ambos escenarios los demandantes son Jaime Daly Arbulú y Lima Aiport Partners, el primero, gerente general de la segunda y las monsergas esgrimidas como ofensas muy parecidas, la jueza responsable no resuelve, no contesta y tendrá que asumir la elusión de sus deberes en perjuicio del debido proceso. ¿Será demasiado pedirle actuar con honor a los jueces nacionales? ¿Sayones, sicarios o alabarderos de la justicia y la dignidad? Según la Constitución nadie puede ser acusado dos veces por el mismo crimen y menos juzgado por tales premisas. Pero aquí hay jueces que se burlan de las leyes y que optan por el camino más simpático de dar en la yema del gusto a sus patrocinadores o simpatizantes, reales o fortuitos.

¿Y qué hacen las organizaciones de derechos humanos? ¡Nada! Es decir actúan como si la paz total fuera el paraíso peruano porque aquí a nadie por razón de sus escritos o libros se les persigue. Y aquí hay un caso flagrante que es publicado en el 2007, que compila textos desde el 2000 pero del que recién se dan cuenta el Estudio Ugaz –de cuya intelectualidad nadie puede tener duda- y la firmita Lima Airport Partners. Entonces no se les ocurre mejor idea que plantear juicios y más juicios. Y por esas cosas del destino se cruza la prisión de Magaly Medina que crea el precedente nefasto para el encarcelamiento de sus protagonistas. Los jueces sin luces, carentes de idoneidad hasta la más mínima, se dejan llevar de las narices.

El 25 se fija la fecha de la lectura de sentencia del primer juicio. El 24 la última llamada a declarar en el segundo juicio con la amenaza insolente de ordenar la captura como si se tratara de criminales. Me atrevería a decir que los ladrones de la fe pública, los abanderados del hedor nacional, los bárbaros Atilas, no están en el lado del periodismo y que aún habiéndolos no compiten en número ni repugnancia con los que visten toga para impartir injusticia y suciedad en lugar de equilibrio y sensatez. ¿Quién lanza la primera piedra? ¿No está hecho este país por curas y abogados?

¿Y qué hay de la solidaridad? Conmovedores son los testimonios de hombres sencillos y de mujeres que demuestran con la venta de vacas y gallinas el envío de muchos soles que sirven para avituallar a los amigos abogados que pelean palmo a palmo y en desventaja evidente una liza que deberá ganarse aunque sea a largo plazo. Emocionantes han sido los aportes de personas a las que apenas conozco pero que buscaron con la única condición pétrea del anonimato, cómo sumarse al esfuerzo que se lleva desde las playas de la incomprensión de una Lima gris que es capaz de gritar por sus cadenas y celebrar sus esclavitudes. ¡Qué asco dan todos los que a la hora suprema de mostrar la solidaridad de los hombres libres, prefieren el grillete intelectual que los libra del compromiso pero los hunde en la cobardía sempiterna y manchada del que jamás podrá limpiar su conciencia!

En esta pelea nos ha tocado la parte más modesta: la de simples protagonistas porque el odio de otros así lo ha querido. Ni hemos torcido una sola línea de cuanto hemos escrito y nos reafirmamos en sus comas y puntos y tampoco vamos a escenificar el ridículo de peleas inventadas. Aquí todo es real. El peligro de la cárcel está a milímetros. El hedor que rodea la miopía del accionar societal no acierta a comprender que así comienzan las cerrazones y las caídas hondas del alma.

Dijo muy bien don Alfonso Benavides Correa en el prólogo del libro brillante del embajador Félix C. Calderón, Las veleidades autocráticas de Simón Bolívar:

“Será una trágica constante, al cabo de años de apostolado, de no evadir los temas esenciales del drama, luciendo el coraje moral de estar contra los mandarines, tener, sin prensa adicta, un atardecer escéptico por el silenciamiento?”

Y contesto desde el hondón de mi conciencia que por nadie más doy respuesta:

¡Los muertos que vos matasteis, gozan de buena salud!

¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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