La mujer sigue representándose a menudo bajo los mismos tópicos y estereotipos, asociados al mundo de las emociones, la pasividad, la maternidad y la sexualidad, asegura un estudio universitario sobre la construcción del género en la ficción televisiva.
El trabajo “Construcción de género y ficción televisiva en España”, realizado por la Universidad Carlos III de Madrid sostiene que, aunque cada vez son más numerosas las ficciones sobre mujeres trabajadoras, siguen siendo éstas las que, en su mayoría, sustentan y preservan el orden en el ámbito doméstico, sacrificando en ocasiones para ello su crecimiento profesional, según un informe publicado por el diario español El Mundo.
"Las mujeres suelen representarse también como personajes conflictivos, dependientes e inseguros, en algunas de las series analizadas, más ligadas a lo emocional que a lo racional, y cometiendo por ello algunas negligencias en su trabajo. No obstante acaparan puestos profesionales anteriormente ocupados por los personajes masculinos y normalizan una situación aún incipiente en la sociedad, de tal modo que el telespectador pueda ir familiarizándose con nuevos modelos, evitando el extrañamiento ante determinadas transformaciones", indica la profesora de Comunicación, Elena Galán, autora del estudio.
Aunque en general, las series reflejan nuevos modelos sociales donde con frecuencia los personajes, masculinos y femeninos, viven en entornos individuales (singles), sólo tienen tiempo para el trabajo (donde pasan la mayor parte del día), y su ámbito personal se ve muy reducido.
Galán señala que la situación actual de la ficción televisiva es bastante diferente y hay cambios respecto a la de hace algunos años.
"Ahora la mujer se convierte en protagonista de muchas series de ficción, como consecuencia de su mayor poder adquisitivo y por los cambios sociales acaecidos, donde ya puede decidir aquello que le interesa, vivir sola y comprar lo que desea".
Dos de los ejemplos de esta corriente que suponen el ’boom’ de la tendencia en España se pueden encontrar, en series como ’Sexo en Nueva York’ o ’Mujeres desesperadas’, que interesan a un nuevo modelo de mujer, que trabaja fuera de casa y demanda otro tipo de argumentos.
El estudio subraya que el estereotipo negativo existe y se transmite en la escuela, en la familia, en las instituciones educativas, a través de los chistes, los medios de comunicación, en el cine, en la prensa y las revistas, unas veces de forma pretendida, otras como reflexión y crítica.
"Los medios de comunicación como altavoces y mediadores de la realidad deberían cuidar el modo de tratar la información, los argumentos de las series, los modelos que presentan, pues siguen siendo instrumentos de socialización muy influyentes", advierte la profesora de Comunicación.
Para la autora del estudio, el estereotipo se confunde a menudo con el prejuicio y se olvida que puede transmitir también modelos de socialización positivos que normalicen determinadas situaciones aún no asumidas por la sociedad, como la homosexualidad femenina o la inmigración.
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