Quiere el destino que el día en que se da a conocer el obsequio entregado a la empresita concesionaria del Aeropuerto Jorge Chávez, Lima Airport Partners, LAP, del área de 9900 metros cuadrados cedidos por el ministerio de Transportes y Comunicaciones, me toque tomar contacto con el segundo juicio penal a que me ha sometido la firma del señor Jaime Daly Arbulú, gerente general y perseguidor sañudo de periodistas. No olvidó declarar a Andina el susodicho que “Las construcciones que vamos a realizar en estos terrenos demandarán una inversión de casi 800 mil dólares, tanto en mejoras como en ampliaciones del Terminal”. ¿Y para quién don Jaime serán las ganancias?

Hay derecho a preguntar ¿qué corona tiene LAP? Cualquier cristiano que desee poner un negocio y escoge determinado sitio por las ventajas objetivas del mismo: proximidad a complejos comerciales, flujo de clientes, cercanía a distritos importantes, etc, tendrá que hacer su flujo de caja, estudiar si los fondos le alcanzan para alquilar el área o escenario en que piensa cumplir sus designios empresariales. Si el MTC, es decir, el Estado, cedió 9900 metros cuadrados a LAP, es imprescindible que la ciudadanía conozca el detalle de en qué condiciones, ¿a quién compró y con qué dinero?; ¿quién vendió y a dónde fue a parar el fruto de esta transacción?; ¿es una nueva addenda además de las 4 que ya tiene el contrato de concesión del Aeropuerto Jorge Chávez? Si alguien obtiene una graciosa ventaja esa es LAP porque no le cuesta ni un centavo.

El señor Daly Arbulú ha asombrado a todos con su lucidez intelectual y sus capacidades analíticas desde que se hizo caso del liderazgo inconfundible del Jorge Chávez. Ha dicho aquél con galanura de prohombre: “La entrega de estos terrenos nos permitirá ampliar nuestra infraestructura aeroportuaria y es una muestra del compromiso del gobierno para con el desarrollo de la infraestructura de transporte del Perú”. ¡Qué lástima que Daly Arbulú no hiciera recensión de las muy devotas expresiones que emitiera en El Mercurio el cesante embajador Hugo Otero que dijo: “La Iglesia chilena ha tenido la sabiduría de permitir que el Cristo Morado salga de la Catedral, y que peruanos y chilenos nos unamos en la fe para seguir al Cristo y compartir momentos muy profundos. Ese es el mayor mensaje: la unión chileno-peruano en el Cristo Morado”. Poco faltó para que estas dos lumbreras juntaran –sin haberse puesto de acuerdo- la potente luz de sus fanales doctrinarios en transportes y fe.

A la imbecilidad hecha biblia cotidiana y modus vivendi de algunas empresas no hay cómo contestar. Tampoco hay muchos que pregunten. La mudez de políticos, periodistas, analistas, exégetas, internacionalistas, estrategas, empieza a forjar columnas marmóreas en el inmenso océano bestial que es hoy el Perú. Entonces, mientras que el hombre de la calle tiene que pagar, hay algunos benditos a quienes la suerte, sin concesión o mayor entuerto, favorece a rajatabla. Y si hay incómodos, basta con enjuiciarlos y los mercenarios capaces de firmar cualquier demanda crecen como zancudos en aguas estancas. Y aunque parezca asombroso algunos de estos insectos usan bigote, manejan cuatro por cuatro y dicen dirigir organizaciones de nuevos gángsteres con dólares y euros de bobos que no saben en qué gastar sus dineros.

¿Qué corona tiene LAP?

¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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