Continúa siendo el artista de los juicios duros y lapidarios, alguien para quien lo popular debe esquivar toda facilidad y renovarse día a día.

Astor Piazzolla, el más polémico, el más controvertido de los músicos argentinos ha decidido anclar en París, tal vez de manera definitiva. Contradictorio como siempre, el hombre que dividió en dos la historia de la música ciudadana y el que la proyectó con mayor intensidad a nivel internacional, prefiere el semianonimato que le garantiza la vida parisina y una promesa de retiro en una playa, en comunicación con la naturaleza, a la explosiva vida pública, que acostumbra depararle Buenos Aires.

"Vivo aca, en París, para que no se me muera la gallina de los huevos de oro", dice Piazzolla para justificar su residencia en la capital francesa, en la isla de Saint Louis, antiguo barrio exclusivo de nobles, que agruparon allí sus castillos, al resguardo que le brindaban las aguas del Sena y la presencia imponente de Notre Dame.

"Probablemente este sitio sea el que ocupaban las caballerizas de los palacios construidos de cara al río", comenta el músico, mirando a través de la ventana.

Comienza ya el otoño, sin esperar el almanaque, para envolver a París entre el intermitente caer del agua y la espesa bruma y Piazzolla explica que "No soy aqui una vedette ni un astro. Me conocen solamente los músicos y la gente que gusta de la música. Soy un compositor y un ejecutante de minorías aca y en Buenos Aires".

El artista graba con frecuencia en Francia, Italia y Alemania, opina que "si seguía en Buenos Aires me estaría limitando a hacer las cosas para la Argentina solamente. Aquí es de otro modo. Por eso digo que no puedo dejar morir la gallina de los huevos de oro".

Piazzolla acaba de escribir la música de un filme alemán que se llamará el Tango a través de Alemania, "Lo va a dirigir un joven de la nueva generación alemana, Luzt Mommartz. Me habló de la película diciendo que la única música adecuada para su filme es el tango. Se trata de la historia melancólica, violenta y triste de un alemán que advierte que esta llegando al cabo de su vida. Es como un poema de Nietszche -compara- cuyo protagonista quiere ser, finalmente, feliz y libre".

La película no tendrá practicamente relato. "La imagen -dice- se adaptará a lo que ya he escrito. Lo que he compuesto es pensante y antipopular. Bueno, en realidad -admite-toda mi música es antipopular. Yo solamente soy popular entre la gente que piensa. Los que no lo hacen, me tienen sin cuidado".

Comenta Piazzolla que ahora compone nada más que conciertos. "Música instrumental, diferente. Yo creo que solamente un loco al que le gusta la música, va a un concierto. Escribí ya, entre otras, seis piezas para guitarra. Lo hago pensando que lo hecho aquí por los argentinos y uruguayos ha terminado con la escuela española de Segovia."

Después el autor de Adios Nonino opina sobre la música popular actual, "existe una decadencia total. Y ello ocurre no sólo en Buenos Aires, sino también aca, en París, en Roma y en Berlín. Todo lo que se difunde es lo no pensante. Los mismos temas y orquestaciones. Por eso a veces pienso que no estamos tan mal. Sin embargo, sostengo que tenemos que dar una imagen más nacional, con músicos y poetas argentinos, que escriban de acuerdo con el país. ¿De qué me vale ser argentino, si escribo como un gringo?".

"A veces me han ofrecido, aquí en Europa, hacer la música de películas con la exigencia de que debía escribirla en otro estilo. Me pedían que hiciera árabe o australiano, que compusiera como ellos. Y no podía ser. Yo creo en la música de Buenos Aires, que es una derivación del tango, que es tango, pero de hoy".

Tras afirmar que no es un "estancado" sostiene que no se puede seguir componiendo al estilo de El Choclo o de Caminito. Para graficar aún más su punto de vista, afirma que "Yo amo mucho a Gardel, pero para mí, se terminó. Se terminó en el sentido de que no se puede repetir lo que él hizo. El tango ya no es un morocho del treinta engominado. Tammpoco se puede reiterar el tango del cuarenta. Para mí fue la mejor època, pero también pasó. Ahora lo que vale es seguir adelante. Los que escriben como entonces, es porque están estancados, clavados en esa època. Yo la recuerdo, se me cae un lagrimoncito, pero me lo seco y peinso en lo actual".

El drama, es para Astor, la gente joven "que no tiene nada que decir". No estudian, "aprenden simplemente un instrumento electrónico y le dan para adelante. Yo les aconsejo más conservatorio y más sentido nacional".

Luego se pone serio "este mundo esta retorcido -dice- Si te parás, te pisan. Vos no sabés lo que es una compañia de discos. El cincuenta por ciento de ellas editan música de rock, el veinticinco se dedica a la clásica y del otro veinticino, sólo la cuarte parte es música popular. Estamos peor que los clásicos. Por eso hago conciertos. Ahora estoy componiendo un concierto para bandoneón y orquesta sinfónica. Ah, eso sí, sin perder el origen".

De todas maneras Piazzolla se pone melancólico y habla de Manhattan, el filme de Woody Allen, "allí el clima lo pone la música de Gershwin. A mi gustaría que alguien filmara alguna vez una película sobre Buenos Aires y que la música fuera mía".

Y de golpe , cuando ya recorremos las calles de la isla, se detiene y dispara "lamento que la música argentina, el tango, esté estancado, con los ojos y los oídos puestos en el pasado. Muchas veces me pregunto, después de mí, ¿quién?".

(*) Nota publicada en el porta Buenos Aires Sos (http://www.buenosairessos.com/)