Una de estas redes, la más conocida, es Echelon, un sistema de análisis de señales que forma parte de un programa que involucra a cinco países anglosajones (Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Australia y Nueva Zelanda) y estaría, de acuerdo con la información que circula entre los especialistas, en condiciones de interceptar comunicaciones radiales, llamadas de teléfono, faxes y emails en todo el planeta. Se dice que esta red nació como parte la guerra fría, para espiar fundamentalmente a la Unión Soviética. En su origen estuvo constituida solamente por Estados Unidos y Gran Bretaña, y se la conoció como UKUSA, por UK (United Kingdom) y USA (United States of America). Luego se incorporaron los demás socios, que en algún momento fueron también Francia y Alemania. Echelon (escalón, en castellano) se puso en marcha hacia 1977, fundamentalmente para interceptar satélites de comunicación.

Los países de la Unión Europea fueron tomando distancia del proyecto y hacia mediados de los años 90 comenzaron a plantear sus quejas por la utilización de esos métodos de espionaje en comunicaciones que atraviesan territorio de ese continente. Fue así que en el año 2000 presentaron une denuncia por la utilización de la red (que ya interceptaba mensajes digitales en Internet) con fines de espionaje comercial. Como ejemplos pusieron la pérdida de contratos de provisión de servicios y de construcción de aviones a favor de empresas estadounidenses en dos megacontratos para Brasil y Arabia Saudita, a partir de la “pinchadura” de datos sobre ofertas de licitación de compañías competidoras del viejo continente.

Superagencia

Echelon es la pata fundamental de una de las agencias de espionaje estadounidense más desarrollada, pero menos conocida a nivel popular, la NSA (National Security Agency). Para algunos conocedores, este organismo tendría unos 100.000 empleados sólo en su base de Maryland. Chaparro baja esa expectativa a unas 39.000 personas en total, tanto dentro como fuera del país, y sostiene que cuenta con un presupuesto de unos 8.000 millones de dólares. Incluso, afirma, “es el mayor empleador de matemáticos del mundo y reporta directamente al presidente”. Dato importante: es, para los que saben de esto, la mayor de las agencias de espionaje. “Al lado de ella, la CIA es un fiesta de primera comunión”, evalúa Chaparro.

De hecho, se empezó a hacer conocida luego de la publicación del libro El palacio del rompecabezas (The puzzle palace) que lleva como subtítulo “En el interior de la NSA, la Organización de Inteligencia más secreta de EE.UU.”, de James Bamford, un escritor que pasó por los departamentos de espionaje norteamericanos antes de dedicarse el periodismo.

“La NSA tiene como misión la intercepción y decodificación de señales en el extranjero –explica Chaparro–. Se limitan a leer y analizar mensajes y a transferir esa información a los organismos operativos”. El criptógrafo comenta luego que ese no debería ser motivo de asombro. Después de todo, explica con frialdad, el análisis de señales forma parte desde siempre de los juegos inherentes a la guerra: lo que cambió, con los años, es que ahora se puede interceptar un volumen inconmensurable de señales digitales, lo que implica que se puede hacer el trabajo de manera automática y a cualquier ciudadano conectado a la red.
Por ejemplo, se puede programar que cada mensaje en que aparezca la palabra “bomba” despierte una alarma que ponga en funcionamiento el aparato de investigación respectivo.

Sin embargo, para Chaparro, no es necesario ni económico recurrir a eso. Bastaría con tomar en cuenta flujos de información fuera de lo normal entre dos puntos sospechosos y preguntar luego qué sucede. “Es más económico ir y preguntar qué pasa que están enviando tanta data, aunque sea a cachetazos”, describe con crudeza.

“Muchas veces uno mismo despierta inquietudes, si es que piensa en las posibilidades de que se viole su intimidad informática”, piensa Trentalance. Y comenta el caso –que incluso podría significar riesgo para su seguridad personal- de alguien que arma un blog donde pone las fotos de sus chicos y muestra sus fiestas y relaciones. Es como darle servido el trabajo para cualquier espía… o al secuestrador virtual.

“Uno debe elegir muy bien qué información dejar a la vista del público”, dicen los expertos. “La cuestión de la invasión a la privacidad está asociada con una distorsión de la percepción social de la comunicación. En los viejos tiempos en que mandábamos cartas escritas en papel, a nadie se le hubiera ocurrido mandar una carta abierta”.

Cuidarse en salud

El affaire de algunos ministros y miembros de la farándula vernácula que hace algunos meses encontraron publicadas en revistas masivas datos oficiales y hasta íntimos sacados de sus emails podría ser un buen ejemplo de esto. Sobre todo porque los presuntos responsables de la intercepción ilegal habrían sido ex agentes de la SIDE.

“Uno tiene que saber que cierta información no debe ser enviada por los canales públicos, que algún método de encriptación debe ser utilizado. Y esto es más importante aún cuando se trata de un funcionario de un gobierno”, acota Chaparro.

De todas maneras, poco parece haber sido lo que han encontrado los espías revisando millones de correos por segundo y “olfateando” otros tantos millones de mensajes telefónicos. Aunque el sistema sí parece haber sido útil, según los datos disponibles, para rastrear celulares y otro tipo de equipos que permitieron en los últimos años concretar lo que se llamó “ataques selectivos” contra blancos puntuales. Así habrían caído, entre otros, los líderes de Hamas, Ibrahim Al Makadma y Abdalisis Rantisi, bajo el fuego de misiles dirigidos hacia los vehículos en que circulaban por las calles de Palestina.

“La experiencia nos muestra que los casos resueltos a nivel de inteligencia tienen más que ver con la inteligencia clásica, es decir por informantes, porque es más barato. Uno puede poner en su edificio un montón de mecanismos de seguridad, pero se le puede ofrecer una buena paga a cambio de información al que va a barrer y listo”, puntualiza Chaparro.

Hay una imagen de la película de Los Simpson que podría ser una buena síntesis de esto que se dice: se ve una sala repleta de gente abstraída en sus computadoras en lo que podría ser una base de Echelon y de pronto uno de los espías salta de contento porque al fin encontró un mensaje sospechoso. De todas maneras, una buena dosis de paranoia no estaría de más.

Nota publicada en http://www.acciondigital.com.ar/15-03-09/mundo.html